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Conoce Castilla y León
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Pedro Gómez Bosque [1920-2008]
Aunque dedicado profesionalmente a la Anatomía, Pedro Gómez Bosque era un humanista en sentido pleno, atraído por la filosofía y las Ciencias Sociales y hombre comprometido con su tiempo. Nació el 5 de julio de 1920 en el municipio madrileño de San Lorenzo de El Escorial. Huérfano de padre con cuatro años, su madre decidió trasladar a la familia a Málaga.
La vida de Pedro Gómez Bosque basculó entonces entre Málaga y el pueblo vallisoletano de La Zarza, donde vivían sus abuelos paternos. Comenzó los estudios en La Zarza y el bachillerato lo realizó entre Málaga y el pueblo segoviano de Santa María la Real de Nieva. Fue movilizado el 18 de julio de 1936 y llegó a pasar unos meses en el frente de Guadarrama. Luego lo enviaron a Bilbao y a Asturias.
Una beca, otorgada en 1939, le permitió licenciarse en Medicina y Cirugía en 1945: entonces comenzó a interesarse por la psiquiatría y la psicología. Durante la carrera destacó por su talla intelectual. Terminada la misma, unas oposiciones al cuerpo de sanidad militar lo enviaron a la localidad marroquí de «Had de la Garbia».
Doctor en Medicina desde 1948, su regreso a España coincidió con su vocación por la docencia universitaria. Fue primero ayudante de prácticas de Anatomía de la Universidad vallisoletana, luego profesor auxiliar y, desde 1955, catedrático de Anatomía Humana. Antes había vivido durante cuatro años en Alemania, donde acudió becado por la Fundación Juan March y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Impartió clases en el Instituto Anatómico Max Plank de Marburg y en el Max Plank de Investigaciones Cerebrales, y llegó a ser profesor de la cátedra extraordinaria de Anatomía de la Universidad de Marburg y de otra en Frankfurt. En Alemania, además de ampliar su formación anatómica, conoció personalmente a pensadores de la talla de Jaspers y Ortega y Gasset, y comenzó a profundizar en el pensamiento filosófico de los grandes maestros (Scheler, Hegel, Heidegger, Buber, Hengstenberg, Kierkegaard, Sartre, Unamuno, la fenomenología de Husserl, las aportaciones de J. Driesch y Wolterek, etc.).
De hecho, completó su formación académica con lecturas de los clásicos de la filosofía, pero también, y con gran empeño, con textos budistas y taoístas, pues sentía una gran inclinación hacia la filosofía oriental.
Su compromiso social se materializó en diversas responsabilidades políticas. Fue concejal del Ayuntamiento de Valladolid entre 1958 y 1965, y durante la Transición figuró como uno de los catedráticos comprometidos con el movimiento estudiantil antifranquista y fue elegido senador por el PSOE en las primeras elecciones democráticas (1977-1979).
Humanista y filántropo, Pedro Gómez Bosque fue presidente de Asprona y de la Cruz Roja y recibió, entre otras muchas distinciones, el Premio Nacional de la cátedra literaria «José Zorrilla» (1986), la Medalla de Oro de Cruz Roja Nacional (1992), el Premio Norte de Castilla (1996), el Premio «Médico del Año» (1997) y la «Medalla de la Universidad de Valladolid» (2000). Falleció en Valladolid el 21 de junio de 2008. Entre sus obras más importantes destacan El problema de la libertad del hombre (1958); El concepto de angustia en la filosofía de Martin Heidegger (1961); El budismo; su concepción religiosa y filosófica de la vida (1968); Tratado de psiconeurobilogía (1987) y Cerebro, mente y conducta (1998).
Antonio Fernández Alba [1927-2024]
Es uno de los arquitectos más reputados de España, además de docente y ensayista de reconocido prestigio. Antonio Fernández Alba nació en Salamanca en 1927 y falleció en Madrid el 7 de mayo de 2024. Titulado en 1957 por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, en 1963 obtenía el título de doctor. Ha sido profesor de dicha Escuela (1959-2002), en la que obtuvo la Cátedra de Elementos de Composición en 1970, y es profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid.
Desde el inicio de su ejercicio profesional llevó a cabo una gran actividad académica vinculada a las innovaciones pedagógicas de las vanguardias históricas en los diferentes países europeos e iberoamericanos, participando como profesor invitado en las Facultades de Arquitectura de diversas ciudades extranjeras.
Sus primeros trabajos edificatorios (de 1957 a 1965) siguen una evolución próxima a los supuestos organicistas que formulan los arquitectos Frank Lloyd Wright, Häring y Alvar Aalto, al mismo tiempo que una indagación sobre los análisis socioculturales en torno al significado del espacio de la arquitectura en las sociedades modernas, compaginándola con los arquitectos constructores de la tradición española de las arquitecturas medievales, islámicas y del Renacimiento español.
Fernández Alba defendía la dimensión estética como reducto final de la arquitectura frente a los procesos mercantiles de creación espacial. Participó activamente en los movimientos de la vanguardia artística española (El Paso 1957), ADI-FAD (1963), Nueva Forma (1970), Astrágalo (Cultura de la Arquitectura y la Ciudad 1994).
De 1984 a 1987 dirigió el Instituto de Restauraciones del Patrimonio Histórico Español, de 1987 a 1990 fue presidente del Patronato del Museo de Arte Contemporáneo, en 1993 ejerció como consultor para la Remodelación del Conjunto Histórico de Belem–Lisboa, y de 1996 a 1999 fue miembro del Patronato del Museo del Prado.
Alejado de las modas, reducido a un voluntario aislamiento de la publicidad mediática, considerado como un constructor riguroso de edificios, durante mucho tiempo representó en el panorama del pensamiento arquitectónico una figura destacada como referente moral por su independencia crítica y la identidad racional de sus propuestas arquitectónicas.
La actitud intelectual de Fernández Alba le llevó a concebir el proyecto de la arquitectura como un proceso inscrito en la teoría del conocimiento del hombre, más que a restablecer representaciones formales manipuladas por los grupos de gestión o de poder. La razón más válida de la arquitectura, para él, debía buscarse en los presupuestos esenciales de la existencia del hombre: necesidad del recinto material y su capacidad de ensoñación poética, frente a las deformaciones que reproducen en muchos lugares la especialidad medioambiental posmoderna.
Autor de numerosos escritos sobre pensamiento y critica arquitectónica, entre sus libros destacan La Metrópoli Vacía (1990); Esplendor y Fragmento (1997); Domus Aurea (1997); De Varia Restauratione (1999); Espacios de la Norma, Lugares de invención (2000); La Ciudad Herida (2001); El Escorial, Metáfora en Piedra (2004); Las Primaveras de Ilion (2011); y Helada Negra (Historia y Noticia de la Restauración del Palacio Ducal de Pastrana) (2012).
Entre sus obras realizadas como arquitecto sobresalen el Campus de La Universidad Jaume I (Castellón 1990), el Anfiteatro en el Parque de las Naciones (Madrid 1992), el Tanatorio Municipal en el recinto de la Alhambra de Granada (Cementerio de San José Granada 1996), el Centro de Investigaciones Biológicas del C.S.I.C (Madrid 2000), el Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra del C.S.I.C. (Granada 2001), la Escuela de Ingenieros de Caminos Universidad de Castilla La Mancha (Ciudad Real 2001), la Restauración del Palacio Ducal en Pastrana (Guadalajara 199-2001), el Edificio para Servicios Científico-Técnicos en el Campus Universitario del Cristo (Oviedo 2001), el Instituto Mixto de la Universidad de Oviedo y el C.S.I.C. (Oviedo 2003), la Remodelación del Conjunto del entorno de Atocha: Observatorio Astronómico, Jardín Botánico, Centro de Arte Reina Sofía (1975-1982) y el singular edificio para el reconstruido Telescopio Herschell en el entorno del Observatorio Astronómico (Madrid 2003), junto con el edificio de la Escuela Politécnica en Alcalá de Henares (1999-2000) y las Estaciones de Cercanías Puerta del Sol y Valdevebas (2010).
Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1986 y de la Real Academia Española en 2004, atesoraba numerosos galardones: Premio Nacional de Arquitectura en 1963, Premio Nacional de Restauración en 1980, Medalla de Oro de la Arquitectura (Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, 2002), Premio Nacional de Arquitectura a la trayectoria profesional en 2003, Medalla de Oro de Salamanca en 2003 y Premio Nacional ARPA en 2004. Era Doctor Honoris Causa por las Universidades de Valladolid (1988), Alcalá (1996), Escuela de Arquitectura de Buenos Aires (UBA-2003) y Universidad Politécnica de Cartagena (2007).
José Jiménez Lozano [1930-2020]
Definido como un escritor profundo y a contracorriente, el periodista y ensayista José Jiménez Lozano nació en la localidad abulense de Langa el 13 de mayo de 1930. Se crió en un ambiente familiar presidido por la humanidad de su madre, Sofía Lozano, ‘directora espiritual’ de sus primeras aficiones literarias, y la presencia protectora de su padre, Eugenio Jiménez, secretario del Ayuntamiento; así como la no menos decisiva influencia del abuelo materno.
José Jiménez Lozano cursó los estudios primarios en su pueblo natal, el bachillerato elemental en Ávila y el superior en el Instituto Zorrilla de Valladolid como alumno libre, circunstancia que acentuó su autodidactismo y potenció su pasión por la literatura.
En 1951 comenzó la carrera de Derecho en la Universidad vallisoletana, que compaginó con los estudios de Filosofía y Letras en esta misma ciudad y en Salamanca. Licenciado en 1956, decidió trasladarse a Madrid con la intención de preparar oposiciones a judicaturas. No tardaría en abandonar esta inclinación inicial hacia el Derecho.
Su amor por la literatura nació con los libros de la adolescencia y las historias que oía contar a la gente. Católico de talante liberal, la obra de Jiménez Lozano se enmarca dentro de las tendencias de autocrítica intelectual nacidas, precisamente, en el seno del catolicismo español de los años 50 y 60.
En El Norte de Castilla, periódico en el que había entrado en 1962 de la mano de Miguel Delibes, escribió artículos que compaginó con colaboraciones en la revista Destino. En el decano de la prensa destacó su labor como corresponsal en el Concilio Vaticano II (fue uno de los pocos seglares invitados), fruto de la cual fueron unas interesantes crónicas que reflejaban el cúmulo de esperanzas suscitadas por dicho evento en los ambientes católicos más tolerantes y abiertos.
Su Cristiano en rebeldía (1963), primer ensayo publicado sobre esta temática, da buena cuenta de dicho talante. A ese mismo contexto y con similar intención responde Meditación española sobre la libertad religiosa (1966).
Ya entonces era redactor del rotativo vallisoletano, del que fue nombrado subdirector en 1978 y director en 1992, cargo que ejerció hasta su jubilación, en 1995. Además, junto al sacerdote José Velicia pergeñó la idea originaria de la exposición Las Edades del Hombre, estrenada en Valladolid en 1988. Como escritor reconocía la influencia de Shakespeare, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Dante, Unamuno y Gabriel Miró, pero también de Dostoievsky y de los poetas ingleses. Residió en la localidad vallisoletana de Alcazarén hasta su fallecimiento, ocurrido el 9 de marzo de 2020.
Jiménez Lozano cultivó la narrativa en obras como Historia de un otoño (1971); El sambenito (1972); La salamandra (1973); El santo de mayo (1976); Duelo en la casa grande (1982); Parábolas y circunloquios de Rabí Isaac Ben Jehuda (1225-1402) (1985); El grano de maíz rojo (1988, Premio Nacional de la Crítica); Sara de Ur (1989); Los grandes relatos (1991); El mudejarillo (1992); La boda de Ángela (1993); Los lobeznos (2001); El viaje de Jonás (2002), Carta de Tesa (2004); Las gallinas del licenciado (2005); Libro de visitantes (2007); Agua de noria (2008), Un pintor de Alejandría (2010); Abram y su gente (2014); y Se llamaba Carolina (2016). En 2018 publicó Memorias de un escribidor, una fábula metafórica en la que Jiménez Lozano ironiza sobre el mundo literario y la España de su tiempo. Y al año siguiente (2019), vio la luz el libro de cuentos La querencia de los búhos.
A lo largo de los últimos 25 años ha sistematizado la publicación de sus diarios: Los tres cuadernos rojos (1986); Segundo abecedario (1992); La luz de una candela (1996), Los cuadernos de letra pequeña (2003), Advenimientos (2006), Los cuadernos de Rembrandt (2010), Impresiones provinciales (2015) y Cavilaciones y melancolías (2018). En ensayo, destacan Nosotros los judíos (1961); Un cristiano en rebeldía (1963); Los cementerios civiles y la heterodoxia española (1978); Sobre judíos, moriscos y conversos (1982); Guía espiritual de Castilla (1984); Ávila (1988); Retratos y naturalezas muertas (2001); Fray Luis de León (2001); Dos historias de otro tiempo (2003); El narrador y sus historias (2003); Las llagas y los colores del mundo. Conversaciones literarias con José Jiménez Lozano (2011); Obstinación del almendro y de la melancolía (2012), Siete parlamentos en voz baja (2015); y, junto a Teófanes Egido, Sobre Teresa de Jesus (2015).
También ha cultivado la poesía, género que inició en 1992 con la publicación de Tantas devastaciones, libro al que siguieron títulos como Un fulgor tan breve (1995), El tiempo de Eurídice (1996), Elegías menores (2002), La estación que gusta al cuco (2010) y Los retales del tiempo (2016).
Está en posesión del Premio Nacional de la Crítica por El grano de maíz rojo (1989), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1992), el Premio Provincia de Valladolid a la Trayectoria Literaria (1996), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1999), y el Premio Cervantes en 2002. En 2012 fue nombrado Hijo Adoptivo de Ávila, y en 2018 recibió la Medalla de Oro de la Provincia de Ávila.
Colaborador de El País, Informaciones y ABC, en 1994, un año de antes de su jubilación como periodista, obtenía el Premio Luca de Tena por el artículo «El retablo eterno de las maravillas». No sería el último galardón en la profesión: en diciembre de 2000, su artículo «Sobre el español y sus asuntos»le procuraba el V premio Nacional de Periodismo ‘Miguel Delibes’.
Ámbito Ediciones
La sociedad castellana y leonesa acogió con entusiasmo el anuncio, en 1981, de la salida a escena de «Ámbito Arte y Ediciones». Impulsada por Gonzalo Blanco, en ella también figuraban, desde finales de los 70, José Jiménez Lozano y Alfonso Guilarte. En 1982 prestó su apoyo el empresario Ovidio Fernández Carnero. Desgajada ya de su rama artística, «Ámbito Ediciones» comenzó como sociedad editorial y con una explícita inspiración regionalista.
En el mes de marzo de 1982, el madrileño Club Internacional de Prensa acogía la presentación del libro Aproximación histórica a Castilla y León, de Julio Valdeón. José Luis Martín, José Castro Rabadán, Javier Paniagua y Ángel García Sanz completan, junto a los citados, la lista de primeros fundadores.
Según sus promotores, Ámbito pretendía «revitalizar el pulso perdido de Castilla y León, poniendo especial énfasis en el significado de estas tierras, en su trayectoria histórica, en su patrimonio artístico, en sus creaciones literarias o en su cultura popular, pero sin olvidar el presente, ya fuera en su comportamiento demográfico, su articulación social o sus perspectivas económicas. El unamuniano “dolor de España” se trocaba en “dolor de Castilla”».
Ámbito se especializó en temas de índole regional y local, pero también ha editado obras de alcance nacional, algunas de gran éxito. Ha publicado libros de bolsillo y otros de gran formato. Los éxitos de la editorial Ámbito están representados por obras como la colectiva Historia de España o La montaña palentina, galardonadas con el Premio Fray Luis de León; la famosa Historia del Arte de Castilla y León (ocho volúmenes), la Geografía de Castilla y León, la Historia de Castilla y León, la mítica de Benassar Valladolid en el siglo de oro, la edición de las voces del Diccionario Madoz que correspondían a Castilla y León, extendido luego a Santander, Navarra, Aragón, Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha y País Vasco, los famosos Estudios histórico-artísticos de José Martí y Monsó, los Recuerdos y Bellezas de España de Quadrado, la Guía espiritual de Castilla de José Jiménez Lozano, Las ciudades españolas en el siglo XIX, de Francisco Quirós Linares, las publicaciones en torno a la figura de Isabel la Católica editadas junto al Instituto Universitario de Historia Simancas...
Dirigida desde 1988 por Ernesto Escapa Gutiérrez y presidida por las referentes al expolio del patrimonio artístico castellano y leonés (como Museo de Niebla, de Gonzalo Santonja, editada en 2005), y otras en colaboración con la Universidad de Valladolid y con el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, destcaron de su fondo editorial el famoso Anuario de Castilla y León, en pie entre 1989 y 2003, y las colecciones «Ámbito. Castilla y León», «Monografías», «Ámbito Viajero» y «Alarife».
En 2006, algunas desavenencias internas provocaron el inevitable languidecimiento de la editorial, que al año siguiente sería adquirida por Ediciones Simancas.