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Rosa Chacel [1898-1994]
Considerada la gran maestra española de la literatura íntima, la vida de la vallisoletana Rosa Chacel es en sí misma una novela. Se llamaba en realidad Rosa Clotilde Cecilia María del Carmen Arimón, y nació en la calle vallisoletana de Teresa Gil, el 3 de junio de 1898. Hija de Francisco Chacel, barbero con vocación literaria, desde muy pequeña recibe en su familia el gusto por leer y escribir. Su madre, Rosa-Cruz Arimón, era maestra, y con tres años ya la había iniciado en sus primeras letras.
Tras unos brevísimos estudios en el colegio de las Carmelitas (septiembre-diciembre de 1904), en el otoño de 1906 ingresó, extraoficialmente, en la Academia de Arte vallisoletana. Ya por entonces lee a Víctor Hugo, Walter Scott, Alejandro Dumas y, sobre todo, a Julio Verne.
En 1908, la familia se traslada a Madrid y se instala en la casa de la abuela materna en el barrio de Maravillas, localización de sus mejores novelas. Dos años más tarde era matriculada en la Escuela de Artes y Oficios, donde recibió las enseñanzas de Fernanda Francés. En 1911, el traslado de ésta a la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer impulsó la matriculación de Rosa Chacel, entusiasmada con las clases de Antropología Artística de José Parada.
Con objeto de estudiar escultura, en 1915 ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde conoce a Valle-Inclán, y al año siguiente entra en contacto con el pintor Timoteo Pérez Rubio, con quien contrae matrimonio en 1921. Tres años antes había abandonado la Academia. Es en Madrid donde Rosa Chacel contacta con el mundo de la vanguardia literaria.
En 1922 publica en La Esfera, su primer escrito, «El amigo de voz oportuna»; entonces su marido consigue una beca en la Academia de España en Roma y desde ese año hasta 1927 reside en la ciudad italiana. Allí conoce las vanguardias y escribe su primera novela, la famosa Estación. Ida y vuelta, publicada en 1930 (su primer capítulo fue adelantado, en 1927, en Revista de Occidente merced a José Ortega y Gasset, a quien ella consideraba su maestro). A su regreso a España, en 1927, colabora en revistas, da a luz a su hijo Carlos, escribe la biografía novelada Teresa (1936) y el libro de poemas A la orilla de un pozo. Traba amistad con los integrantes de la generación del 27 y es asidua de las reuniones y las tertulias literarias que se celebran en el Ateneo de Madrid y en la Residencia de Estudiantes.
Con la llegada de la Segunda República, en abril de 1931, Timoteo Pérez es nombrado subdirector del Museo de Arte Contemporáneo. Pero ella, inmersa en una profunda crisis a raíz de la muerte de su madre, se desplaza a Berlín (1933). Comprometida con el gobierno del Frente Popular, en plena contienda pasó de Barcelona a Valencia, hasta que en 1937 partió con su hijo hacia París, donde permaneció hasta el otoño de 1938. Entretanto, su esposo seguía en España al frente de la Junta de Defensa del Tesoro Artístico Nacional.
Una vez finalizada la contienda, la pareja Pérez-Chacel se encuentra en Ginebra y enseguida, previa estancia en París, parte hacia Sudamérica. Por fin, gracias a la ayuda dispensada por la dama de Azcona, el matrimonio fija su residencia en Río de Janeiro. Pero Rosa Chacel viaja constantemente a Buenos Aires, donde estudia su hijo. Escribe entonces Memorias de Leticia Valle (1945), Sobre el piélago (1952), La Sinrazón (1960) y Ofrenda a una virgen loca (1961). Además, en 1959 se desplaza a Nueva York con una beca de la Fundación Guggenheim, estancia de la que nacerán más tarde sus libros La confesión (1971) y Saturnal (1972).
En 1974, gracias a una beca otorgada por la Fundación Juan March para terminar Barrio de Maravillas, regresó definitivamente a España. Al año siguiente se instaló en Madrid. También publicó Desde el amanecer (1972), la famosay citada Barrio de Maravillas (1976) Novelas antes de tiempo (1980), el diario personal Alcancía. Ida-Alcancía. Vuelta (1982), Ciencias Naturales (1988) y el volumen póstumo Estación Termini (1998). Murió en Madrid, en julio de 1994.
En 1976 obtuvo el Premio de la Crítica por Barrio de Maravillas; luego vendría el Nacional de las Letras Españolas (1987), para el que ni siquiera sabía que estaba nominada, y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1993. En 1989 fue investida Doctora Honoris Causa por la Universidad de Valladolid, ciudad de la que también era Hija Predilecta. A pesar de haber sido candidata varias veces, nunca consiguió el Premio Cervantes ni un sillón en la Academia de la Lengua, algo por lo que siempre se sintió dolida.