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Conoce Castilla y León
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Juan Manuel Díaz-Caneja [1905-1988]
Su pintura se halla íntimamente ligada al paisaje de Castilla, que representa desde una atenta y fina visión vanguardista. Juan Manuel Díaz-Caneja, hijo del famoso abogado Juan Díaz-Caneja, nació en la localidad palentina de Pozo de Urama en 1905. En 1923, con 18 años recién cumplidos, se traslada a Madrid para estudiar la carrera de arquitectura, pero enseguida lo cautiva la pintura. Abandona los estudios arquitectónicos y comienza a formarse junto a Vázquez Díaz, su maestro. Con sus amigos Benjamín Palencia y Alberto Sánchez recorre los campos de las afueras madrileñas y comparte la experiencia de la «Escuela de Vallecas».
Años de bohemia y tertulias de café, Caneja vivió una temporada en la Residencia de Estudiantes, donde conoció al pintor portugués Almada Negreiros, entabló buena amistad con Alberto Sánchez, Luis Castellanos, Maruja Mallo y los poetas Luis Felipe Vivanco y Herrera Petere, departió con Federico García Lorca y con Rafael Alberti, y compuso versos primerizos, publicados en la revista burgalesa Parábola. En 1929 viaja a París y entra en contacto con las nuevas tendencias (especialmente con el cubismo), con miembros de la escuela española y con el propio Picasso. De ese primer influjo cubista queda, por ejemplo, Fábrica (1929) y Composición (1930). A su regreso a España participa en diversas exposiciones colectivas, especialmente en el Primer Salón de los Independientes del Heraldo de Madrid. En aquel timepo también expone en «La Consigne» de París.
Se traslada a Zaragoza cuando su padre es nombrado gobernador civil de la ciudad. Trabaja con Corrales y con el pintor González Bernal, a quienes había conocido en París. Políticamente comprometido con la Segunda República, en 1934 expone individualmente, por primera vez, en el madrileño Museo de Arte Moderno, con obras de carácter cubista. 12 meses después participa en la muestra parisina «L’Art Espagnol Contemporaine» y en el Musée des Ecoles Etrangères. Al estallar la Guerra Civil, Díaz-Caneja, afiliado al Partido Comunista y miembro además de la CNT, se enrola en el ejército republicano. Represaliado por el Franquismo, pena prisión tardía en Carabanchel y Ocaña (1948-1951), pero no deja de pintar. Cuando en 1951 se celebra el juicio que lo condena a dos años de cárcel, le llega la libertad por haber cumplido ya ampliamente la condena. Al poco de salir expone en el Museo Nacional de Arte Moderno y en la Primera Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Madrid.
A partir de los años 40 se fija el perfil definitivo de su pintura, en la que, sobre una base cubista y a través de armoniosas gamas de amarillos y tierras, recrea con pureza y esencialidad el paisaje castellano. El pintor reside en Madrid y participa en los célebres y clandestinos homenajes que celebraba Milicua cada vez que un componente del grupo (formado por anarquistas y republicanos) viaja a París, expone o publica un libro.
De los años 60 y 70, en los que unas manchas de color, más o menos fragmentadas, se van enriqueciendo con diversas tonalidades y matices, deja obras capitales como Tierra (1962) y Pueblo (1974). Pinta a la Castilla más alegre y colorida, menos árida, en obras como Tierras amarillas (1976) y Tierra azul (1982).
En sus últimos años –fallecería en Madrid, el 24 de junio de 1988- avanzó hacia la abstracción, aunque fiel siempre al paisaje castellano; así hizo, por ejemplo, en Tierra roja y Mancha negra, ambas de 1987. Tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1954, segunda en 1957 y primera en 1962, Caneja fue distinguido con el Premio Nacional de Pintura en 1958, el Premio Goya de la Villa de Madrid (1960), y el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1980. Al año siguiente fue nombrado Hijo Predilecto de Palencia, localidad que alberga la Fundación que lleva su nombre.
Baltasar Lobo [1910-1993]
Destacado escultor cubista de exitosa proyección internacional, Baltasar Lobo Casuero nació el 22 de febrero de 1910 en la localidad zamorana de Cerecinos de Campos, en la casa de un humilde carpintero, Isaac Lobo, que, de vez en cuando, improvisaba un curioso teatrillo rural. Ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, donde con 15 años consiguió el premio extraordinario de modelado y vaciado. De aquellos preludios de perfección encontramos su insospechada mano en diversos pasos de Semana Santa y en la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que remata la catedral vallisoletana, realizadas ambas como discípulo del escultor Ramón Núñez. En su taller había entrado el zamorano en 1922 y allí tuvo como compañeros a José Luis Medina y Antonio Vaquero.
La Diputación Provincial de Zamora, que en 1924 le había otorgado una beca por tres años para realizar estudios artísticos en Valladolid, se la renovó en 1927 con el doble de subvención y por otros tres años más. Cursó entonces estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde conoció a Juan de Ávalos y a Cristino Mallo, a la vez que frecuentaba el Círculo de Bellas Artes y aprovechaba para visitar museos. Terminó abandonando los estudios, y en 1930, denegada por parte de la Diputación zamorana una nueva prórroga de la beca, comenzó a trabajar esculpiendo lápidas y tumbas en talleres de marmolistas.
Su obra de los años 30, desaparecida tras el bombardeo sufrido en su propia casa, se inscribía en el llamado «neorridinismo» o poética realista. Incluso viajó en 1935 a París para ver con sus propios ojos el arte de vanguardia. De ideología libertaria y próximo al anarquismo, luchó durante la Guerra Civil en el frente republicano. Al finalizar la contienda huyó a París y logró esquivar la dureza de los campos de concentración. Suerte que no corrió su mujer, la escritora y abogada Mercedes Guillén, que sí tuvo que soportar los rigores y la dureza de uno de ellos durante algunos meses.
En 1942, fijaron su residencia en París, en el mítico barrio de Montparnasse, donde recibieron el solidario auxilio de Picasso, gracias al cual obtuvieron el permiso de residencia. Los dibujos salvados por su mujer le ayudaron a acreditarse como artista. En París asistió a reuniones que en breve formarían el llamado «Salón de Mayo». Trabajó en el taller de Naum Gabo y Henry Laurens, su «sombra protectora», y su primera obra, titulada Homenaje de Federico García Lorca (1939), pasaría a la historia como ejemplo de escultura cubista tanto desde el punto de vista formal como iconográfico (la guitarra).
Por algo se ha dicho que fue una de las figuras más descollantes de entre los españoles que integraron la «Escuela de París». En Francia residió hasta su muerte, ocurrida en septiembre de 1993, si bien nunca renunció a la condición legal de español.
Tras la Segunda Guerra Mundial participó en la famosa exposición «Artistas españoles republicanos de la Escuela de París», celebrada en Praga en 1946, y en diversas iniciativas animadas por el espíritu de fraternidad colectiva: entre las más conocidas se encuentran el monumento encargado por la ciudad de Annecy para conmemorar a los combatientes españoles caídos por la libertad en Francia durante dicha contienda.
La evolución de su quehacer ha cautivado siempre a los estudiosos: del cubismo inicial a piezas de carácter «iberista» o de influencia arcaica en los 40, maternidad, simplificación y abstracción en los 50, mármol y figuración en los 60, y sentido apolíneo en los 70, década de los famosos Centauros de 1977, nacidos de un viaje a Grecia en el que se empapó de mitología y leyendas.
Sus esculturas forman parte del paisaje urbano de ciudades como Zurich, Annecy, París, Luxemburgo y Caracas. Fue Premio André Susse de Escultura (1958), Premio Jacques Lenchener (1974), Premio Oficial de las Artes y las Letras (Francia, 1981), Orden Andrés Bello del Gobierno de Venezuela (1989) y Medalla de Oro Susse Fréres Fondeul. En 1984 recibió el Premio Nacional de las Artes Plásticas.
Antonio Rodríguez Baciero [1936]
Pianista, organista, musicólogo y destacado investigador de la música española del siglo XVI, Antonio Rodríguez Baciero nació en Aranda de Duero el 29 de mayo de 1936 y comenzó sus estudios musicales en Pamplona, cuando apenas contaba 7 años. De hecho, tenía 10 cuando dio su primer concierto de piano en esta ciudad. Continuó estudiando en el Conservatorio de Madrid, con los profesores Puri Villar y Julia Parody. Precisamente, en la capital española lograba en 1954 el Primer Premio y Premio Extraordinario del Real Conservatorio de Música.
Su afición por la música le llevó a abandonar los estudios de Medicina, que había iniciado a Madrid y a los que le había abocado la profesión de su padre. Gracias a diversas becas del Ministerio de Educación viaja a Siena (Italia) y Viena, capitales donde entre 1956 y 1965 estudia junto a maestros de la talla de Guido Agosti (Academia Chigiana de Siena), Viola Therm, Paul Badura-Skoda, Jörg Demus y Alfred Brendel. En 1961, año en que inició su carrera internacional, recibió en Italia el Premio Especial en el Concurso Internacional «Viotti», de Vercelli, Premio especial fundado por el famoso pianista Arturo Benedetti-Michelangeli, presidente del Jurado. Al año siguiente era la ciudad de Viena la que acogía su famosa interpretación de las Seis Partitas de Bach en un solo concierto: la crítica vienesa no tardó en catalogarle como «especialista» en el gran compositor.
Madrid y otras ciudades acogieron con éxito, no exento incluso de polémica, el célebre IV Centenario de la muerte de Antonio Cabezón (1966), en el que, junto a Santiago Kastner, Baciero demostró la grandeza de su arte. Por ello recibió, junto a Nadia Boulanger, el Premio «Juventudes Musicales de Madrid» (1967) a las mejores interpretaciones de la temporada. A partir de ese momento actuó en las principales entidades de radio y televisión europeas, extendiendo sus giras a América, Londres, Berlín, Ámsterdam, Suiza, Suecia e incluso a la antigua Unión Soviética. De esta manera, a la altura de los primeros 70 Baciero era toda una autoridad en la interpretación de música renacentista y barroca, pero también del clasicismo vienés.
Su estrecha amistad con Fernando Remacha, uno de los más importantes maestros de la Generación del 27, le puso en contacto con los ideales de recuperación del antiguo Patrimonio Musical Español. Fue a partir de entonces cuando inició la importante labor de investigación y difusión que comparte con su actividad concertística. Su destacada Obra completa sobre Antonio Cabezón (1974), fruto de más de veinte años de trabajo, comprende 15 discos con versiones sobre órganos históricos españoles, piano moderno y diecisiete instrumentos originales de los Museos Instrumentales de Londres y París. Su edición por «Hispavox» recibió en dos ocasiones el Premio Nacional del Disco y el de la Revista Ritmo.
El burgalés ha impulsado la recuperación de órganos históricos y pianofortes con diversas entidades y Fundaciones (“Sánchez - Albornoz”, “Hennie Omstad”, “Juan March”, “Gulbenkian”, “Real Fundación de Toledo”, etc) y ha participado en famosos conciertos conmemorativos especiales. Junto a la obra citada, su extensa actividad como musicólogo se encuentra recogida en la Nueva Biblioteca de Música de Teclado. Siglos XVI al XVIII (1979-1986), y es autor de Cuadernos para el piano (1980-1986), El órgano de cámara del convento de la Encarnación de Ávila (1982), Mozart y su época (1991), Españoles y portugueses (1994), Viaje musical al siglo XVI (1996) y Obra completa para piano de Fernando Remacha (2003), entre otras muchas. En 2021 retomó obras de Antonio Cabezón y Bach para el ciclo 'Músicas para el común' dentro del programa 'Valladolid comunera', con motivo del V Centenario de la Guerra de las Comunidades.
Socio de Honor del Ateneo de Valladolid y Presidente de Honor de la Sociedad Hispánica de Música Barroca, además de poseer la Cruz Oficial de la Academia Francesa PAHC y la Encomienda del Mérito Civil (1985),es miembro de honor del Instituto “Bach-Riemenschneider” (Universidad “Baldwin-Wallace”, Berea, Ohio), de la Sociedad Cultural Universitaria FSY (“Lake Forest College”, Chicago), de la “EPTA” (“European Piano Teachers Association”), del Ateneo de Valladolid y Oficial de la Academia Francesa “PAHC”. Ha recibido numerosos premios: el Premio Nacional ADELPHA («Asociación para la Defensa para el Patrimonio Histórico y Artístico») (1979), el Premio Nacional del Disco (1976 y 1982), el Premio de la Revista 'Ritmo' al Mejor Disco del Año (1996), el Premio Racimo de la Fundación Serrada-Blanco de Arte (2004), el Premio a la Trayectoria de una Vida de la Caja de Segovia en Madrid (2010), y el Premio 'Paul Harrys' del Rotary Club (2018), además de ser nombrado Personaje de Cultura por el Ateneo de Valladolid en 2017.
Es asimismo miembro de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Historia y Arte de 'SAn Quirce' (Segovia), académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (Valladolid) y la de San Dámaso de Arte e Historia (Madrid) y académico de honor de la Institución Fernán González (Burgos). Tiene discos en las compañías RCA, Hispavox, Telefunken-Decca, Etnos, GAM-Clásica, Fundación 'Banco Exterior', EMI-Odeon y 'Testimonio Editorial'. Hijo Predilecto de Aranda de Duero (también posee la Medalla de su Corporación), la Escuela de Música de esta localidad y una calle llevan su nombre, lo mismo que una calle de Salamanca y otra de Castrillo-Mota de Judíos.
Cristóbal Halffter [1930-2021]
Nacido en Madrid el 24 de marzo de 1930, Cristóbal Halffter ha sido una figura clave de la música europea del siglo XX y uno de los principales renovadores de la música española contemporánea. Era sobrino de Rodolfo y de Ernesto Halffter. Se formó junto a Conrado del Campo y Ernest Jolivet. Tras unos años en Alemania, la familia Halffter regresaría a España en junio de 1939.
Diez años después obtenía el primer premio de armonía del Conservatorio madrileño y debutaba como compositor de cine con la película El capitán veneno, de Marquina. Terminó sus estudios musicales en 1951 con las máximas calificaciones.
Viajó a París, Roma y Milán, donde conoció a músicos como Luciano Berio o Bruno Maderna, y en 1957 participó en la fundación del Grupo Nueva Música. En 1962 ganó por oposición la Cátedra de Composición y Formas Musicales del Conservatorio madrileño, y en 1963 fue nombrado director de este mismo centro. Dimitió de ambos cargos en 1966 para dedicarse por completo a la creación y dirección de orquesta. Halffter ha sido presidente de honor del Festival Internacional de Arte Contemporáneo de Royan (Francia) en 1976 y 1978, ocupó la Cátedra de composición de los Cursos de Música Contemporánea de Darmstadt (Alemania); y entre 1986 y 1989, la Cátedra de Composición del Conservatorio de Berna. Residió en la localidad leonesa de Villafranca del Bierzo hasta su fallecimiento, ocurrido el 23 de mayo de 2021.
Su obra como compositor abarca un amplio espectro creativo que va desde la música coral, de cámara y electrónica hasta la música para la gran formación sinfónica. Así tenemos, por ejemplo, Dos movimientos para timbal y orquesta de cuerda, por el que recibió el Premio de Composición de la UNESCO (1956); Yes, speak out (1968), cantata para solistas, recitadores, coros y orquesta, encargada por la ONU para la conmemoración del XX aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos y estrenada en la Asamblea General de la Naciones Unidas de Nueva York; el ciclo sobre textos de San Juan de la Cruz formado por Noche pasiva del sentido (1969-70) para voz, percusión y magnetófonos, Noche activa del espíritu (1972-73) para dos pianos y material electrónico; Elegías a la muerte de tres poetas españoles, dedicadas a Antonio Machado, Miguel Hernández y Federico García Lorca (1974-1975); Leyendo a Jorge Guillén (1982), Tres poemas de la lírica española para barítono y orquesta, obra escrita en 1985-86 por encargo de la Orquesta Filarmónica de Berlín; Concierto para piano y orquesta (1987-1988); y Endechas para una reina de España (1994), obra estrenada en el marco del V Centenario de la firma del Tratado de Tordesillas.
En febrero de 2000 estrenó Don Quijote, su primera ópera, en el Teatro Real de Madrid, que obtuvo una gran crítica a escala internacional. Luego vendrían, entre otras, Ecos de un antiguo órgano (2001); Adagio en forma de rondó (2003) y Cuatro madrigales para la Orquesta de Valencia (2005). Su segunda ópera, Lázaro, se estrenó en 2008 por encargo del Teatro Kiel; y la tercera, estrenada en 2013 en ese mismo teatro, fue Partida de ajedrez, que adapta la obra anónima del austriaco Stefan Zweig. Era invitado continuamente como director de las orquestas más importantes de Europa y América con programas en los que intentaba ofrecer, al lado de las obras de repertorio tradicional, otras contemporáneas, bien propias o de compositores del siglo XX.
Cristóbal Halffter era académico de la Academia Europea de las Ciencias, las Artes y las Letras de París; miembro, desde 1983, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, de la Akademie Der Kunste de Berlín desde 1985 y, desde el año 2005, de la Bayerische Akademie der Schönen Künste de Munich.
Entre los numerosos premios recibidos destacan el Nacional de Música (1954), la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1981), la Medalla de Oro del Instituto Goethe (1988), el Premio Montaigne de la Fundación F.V.S. de Hamburgo (1989), el Premio de Compositor Europeo del año (1994), la Medalla de Oro de la Orquesta Sinfónica de Madrid y del Palau de la Música de Valencia (2005), y el Premio Fronteras del Conocimiento 2009. En 2010, el Instituto Cervantes le tributó un homenaje a través de su famoso ciclo "Polifonía de compositores". Fue el primer español en recibir, en 2014, el premio Kulturpreis.
José Vela Zanetti [1913-1999]
Célebre a escala internacional por sus murales y obras de gran formato, José Vela Zanetti es burgalés de nacimiento y leonés de adopción. Nació el 27 de mayo de 1913 en Milagros, un pueblecito de Burgos. Con apenas un año su familia se traslada a León, donde el padre ejerce como veterinario mientras él estudia en el colegio de la ciudad. Nicóstrato Vela Esteban animó las inquietudes artísticas de su hijo: en 1927, al poco de terminar el bachillerato en el Instituto Provincial de León, lo envió unos meses a Madrid para que contemplara exposiciones y visitara el Museo del Prado. En la capital española vivió de pensión y asistió a las famosas tertulias del café de La Granja del Henar.
Enseguida, su padre lo condujo ante Manuel Bartolomé Cossío, una de las primeras personas que confió en el joven pintor además de darle a conocer la pintura mural. Cossío lo recomendó al pintor José R. Zaragoza, del que Vela fue aprendiz y discípulo.
Consumado deportista, ciclista y futbolista, militante de las Juventudes Socialistas en 1930 y ‘acompañante’ de Ortega y Gasset en su candidatura política por León (1931), Vela Zanetti ensayó sus primeros murales en 1932, en la taberna leonesa «El Bodegón» y en la Casa del Pueblo, de los que no queda huella, al ser destruidos durante la Guerra Civil. En 1933 viajó a Italia becado por la Diputación Provincial, donde se entusiasmó por la pintura mural gótica y renacentista, especialmente por la obra de Giotto, Masaccio, Mantegna y Piero della Francesca.
Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil afectó de lleno a la familia, cuya militancia socialista era sobradamente conocida: en 1933, padre e hijo se habían afiliado a la Delegación Leonesa de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, y un año más tarde, Vela Zanetti era encarcelado por insultar a un guardia civil que interrogaba a un obrero a raíz de los sucesos revolucionarios de octubre. Fusilado su padre en 1936, el pintor se entrega a la causa republicana, participa en los combates de Madrid y Teruel, dirige las revistas Hierro, Nuevo Ejército y Fronteras y se encarga del Servicio de Recuperación y Conservación de Bienes Culturales.
Una vez terminada la guerra emprendió el camino del exilio. En 1939, después de abandonar la militancia en las Juventudes Socialistas, se dirige a la República Dominicana, donde inicia su verdadera actividad como muralista con más de un centenar de obras, además de dirigir, en 1951, la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Durante veinte años estuvo en México, Santo Domingo, Francia y Estados Unidos, un largo exilio durante el que retrató un mundo de campesinos castellanos, de manos descritas hasta la perfección, gallos, jarras, apóstoles, religiosos de rostro sincero, personajes medievales, indios... Participa en la famosa exposición neoyorkina Doce artistas españoles (1951), celebrada en la galería Shaeffer, junto a Picasso, Juan Gris y Miró, confecciona el mural La ruta de la libertad para la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, impactante condena al racismo y a la guerra; se establece en México, gana el Premio de Dibujo de la Bienal Hispano-Americana (1955) y coloca El trabajo en el trópico en la sede de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de Ginebra.
Regresa a España en 1960. Primero a Madrid, y ocho años después a su casa natal en Milagros. Compatibiliza el mural con el pequeño formato aunque decrece el primero. Recibe premios y pinta para Burgos y León; sus composiciones reflejan la vida cotidiana, hombres y mujeres arrojados a un mundo rural casi siempre miserable, queriendo reflejar la tierra que encontró a su vuelta. También se pinta a sí mismo, agazapado detrás de San Pedro, como en el boceto de La Última Cena (1965) o en La negación (1997). En total, 60 murales y paneles y más de 3.000 obras durante toda su vida, diseminados por medio mundo.
Fallecido en Burgos en enero de 1999, fue Académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1984, Hijo Adoptivo de la ciudad de León en 1996 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos, en 1997. Recibió galardones como la Medalla de Oro de la República Dominicana (1944), el Premio de la V Bienal Ciudad de Trujillo (1950), el Premio de la Fundación Guggenheim (1952), el Premio de Dibujo de la Bienal de Arte Hispanoamericano de Barcelona (1952), la Medalla de Oro Eugenio D’Ors de la Asociación de la Crítica de Madrid (1952), el Gran Premio de Dibujo de la III Bienal Hispanoamericana (1955) y la Medalla de Oro de la Asociación Española de Críticos de Arte (1964). Desde 1997 una fundación leonesa lleva su nombre.
Antonio Fernández Alba [1927-2024]
Es uno de los arquitectos más reputados de España, además de docente y ensayista de reconocido prestigio. Antonio Fernández Alba nació en Salamanca en 1927 y falleció en Madrid el 7 de mayo de 2024. Titulado en 1957 por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, en 1963 obtenía el título de doctor. Ha sido profesor de dicha Escuela (1959-2002), en la que obtuvo la Cátedra de Elementos de Composición en 1970, y es profesor emérito de la Universidad Politécnica de Madrid.
Desde el inicio de su ejercicio profesional llevó a cabo una gran actividad académica vinculada a las innovaciones pedagógicas de las vanguardias históricas en los diferentes países europeos e iberoamericanos, participando como profesor invitado en las Facultades de Arquitectura de diversas ciudades extranjeras.
Sus primeros trabajos edificatorios (de 1957 a 1965) siguen una evolución próxima a los supuestos organicistas que formulan los arquitectos Frank Lloyd Wright, Häring y Alvar Aalto, al mismo tiempo que una indagación sobre los análisis socioculturales en torno al significado del espacio de la arquitectura en las sociedades modernas, compaginándola con los arquitectos constructores de la tradición española de las arquitecturas medievales, islámicas y del Renacimiento español.
Fernández Alba defendía la dimensión estética como reducto final de la arquitectura frente a los procesos mercantiles de creación espacial. Participó activamente en los movimientos de la vanguardia artística española (El Paso 1957), ADI-FAD (1963), Nueva Forma (1970), Astrágalo (Cultura de la Arquitectura y la Ciudad 1994).
De 1984 a 1987 dirigió el Instituto de Restauraciones del Patrimonio Histórico Español, de 1987 a 1990 fue presidente del Patronato del Museo de Arte Contemporáneo, en 1993 ejerció como consultor para la Remodelación del Conjunto Histórico de Belem–Lisboa, y de 1996 a 1999 fue miembro del Patronato del Museo del Prado.
Alejado de las modas, reducido a un voluntario aislamiento de la publicidad mediática, considerado como un constructor riguroso de edificios, durante mucho tiempo representó en el panorama del pensamiento arquitectónico una figura destacada como referente moral por su independencia crítica y la identidad racional de sus propuestas arquitectónicas.
La actitud intelectual de Fernández Alba le llevó a concebir el proyecto de la arquitectura como un proceso inscrito en la teoría del conocimiento del hombre, más que a restablecer representaciones formales manipuladas por los grupos de gestión o de poder. La razón más válida de la arquitectura, para él, debía buscarse en los presupuestos esenciales de la existencia del hombre: necesidad del recinto material y su capacidad de ensoñación poética, frente a las deformaciones que reproducen en muchos lugares la especialidad medioambiental posmoderna.
Autor de numerosos escritos sobre pensamiento y critica arquitectónica, entre sus libros destacan La Metrópoli Vacía (1990); Esplendor y Fragmento (1997); Domus Aurea (1997); De Varia Restauratione (1999); Espacios de la Norma, Lugares de invención (2000); La Ciudad Herida (2001); El Escorial, Metáfora en Piedra (2004); Las Primaveras de Ilion (2011); y Helada Negra (Historia y Noticia de la Restauración del Palacio Ducal de Pastrana) (2012).
Entre sus obras realizadas como arquitecto sobresalen el Campus de La Universidad Jaume I (Castellón 1990), el Anfiteatro en el Parque de las Naciones (Madrid 1992), el Tanatorio Municipal en el recinto de la Alhambra de Granada (Cementerio de San José Granada 1996), el Centro de Investigaciones Biológicas del C.S.I.C (Madrid 2000), el Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra del C.S.I.C. (Granada 2001), la Escuela de Ingenieros de Caminos Universidad de Castilla La Mancha (Ciudad Real 2001), la Restauración del Palacio Ducal en Pastrana (Guadalajara 199-2001), el Edificio para Servicios Científico-Técnicos en el Campus Universitario del Cristo (Oviedo 2001), el Instituto Mixto de la Universidad de Oviedo y el C.S.I.C. (Oviedo 2003), la Remodelación del Conjunto del entorno de Atocha: Observatorio Astronómico, Jardín Botánico, Centro de Arte Reina Sofía (1975-1982) y el singular edificio para el reconstruido Telescopio Herschell en el entorno del Observatorio Astronómico (Madrid 2003), junto con el edificio de la Escuela Politécnica en Alcalá de Henares (1999-2000) y las Estaciones de Cercanías Puerta del Sol y Valdevebas (2010).
Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1986 y de la Real Academia Española en 2004, atesoraba numerosos galardones: Premio Nacional de Arquitectura en 1963, Premio Nacional de Restauración en 1980, Medalla de Oro de la Arquitectura (Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, 2002), Premio Nacional de Arquitectura a la trayectoria profesional en 2003, Medalla de Oro de Salamanca en 2003 y Premio Nacional ARPA en 2004. Era Doctor Honoris Causa por las Universidades de Valladolid (1988), Alcalá (1996), Escuela de Arquitectura de Buenos Aires (UBA-2003) y Universidad Politécnica de Cartagena (2007).
Francisco Regueiro Bravo [1934]
Director de cine atípico y singular y ‘padre’ de la aclamada Madregilda, Francisco Regueiro Bravo nació en Valladolid el 2 de agosto de 1934.
Siguiendo la tradición familiar, cursó estudios de Perito Mercantil en su ciudad natal, si bien su verdadera afición se inclinaba hacia el mundo de la creación, la pintura, el cine y la literatura. Así lo demostró trabajando como caricaturista en El Norte de Castilla, oficio que compatibilizó con el fútbol profesional en el Real Valladolid.
A mediados de los 50, Regueiro se traslada a Madrid y asiste como oyente a la Escuela Oficial de Periodismo; antes había abandonado los estudios de Derecho. En la capital española satisfizo sus inquietudes pictóricas participando en exposiciones colectivas celebradas entre 1956 y 1963, y dibujando en "La Codorniz" y en "Il Popolo de Roma". En 1961, el vallisoletano terminaba los estudios de Dirección en el IIEC (convertido ya en Escuela Oficial de Cine), y un año después ganaba el Premio Sésamo con el cuento La muchacha de los cabellos de lino. El diploma en la Escuela lo obtuvo con el rodaje de la práctica final de carrera, un cortometraje titulado Sor Angelina Virgen, que escarbaba en el papel de la religión como superestructura legitimadora del Régimen franquista. Enseguida pasó a escribir guiones que la censura no tardó en hacer naufragar, a excepción de El rapto de TT (1962) y De cuerpo presente (1965).
Miembro de una generación de directores de cine renovadora y nada convencional, Regueiro se presentaba como un director atípico e inconformista. Sus películas mostraban un carácter minoritario y personal, rozando incluso el surrealismo. De ahí que se le incluya dentro del «Nuevo Cine Español» de los años 60 junto a figuras como Basilio Martín Patino, Manuel Summers, Miguel Picazo o Mario Camus. En 1963 filmaba su primer largometraje, titulado El buen amor, una visión de la vida pesimista y bastante crítica. Tres años más tarde dirigía el corto Los toros en la literatura. Pero si ya con Amador (1965) se topó de manera más directa con la censura, Carta de amor de un asesino (1972) le condujo a un enfrentamiento de tal envergadura con el productor, Elías Querejeta, que ni siquiera llegó a estrenarse.
Estas dificultades, unidas a la débil acogida de Si volvemos a vernos (1967) y Me enveneno de azules (1969), le empujaron a una vía muerta de la que no conseguirá salir hasta 1974, cuando Duerme, duerme, mi amor (1974), primero, y Las bodas de Blanca (1975), después, sientan las bases de un estilo propio que hunde sus raíces en la tradición española que transita desde Goya hasta el esperpento.
Sin embargo, el fracaso de la segunda película y la amenaza de la censura lo confinaron al alejamiento cinematográfico durante cerca de diez años. La recuperación de algunos directores marginados, llevada a cabo por Pilar Miró desde la Dirección General de Cinematografía, posibilitó, en 1985, su vuelta detrás de las cámaras. Es entonces cuando rueda Padre nuestro, que consigue el máximo galardón en el Festival de Montreal e inicia una estrecha colaboración con Ángel Fernández Santos –coguionista de ese film–, fruto de la cual surgen Diario de invierno (1988) y Madregilda (1993), su obra maestra, surrealista visualización del fantasma de la postguerra con la que obtuvo el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Cine de San Sebastián, además del Goya y la Concha de Plata al mejor actor para Juan Echanove, intérprete en la película.
Autor, asimismo, del libro de dibujos Ven, ven, Lucifer (1972), para televisión llevó a cabo diversos trabajos: en la serie Los pintores del Prado, los capítulos Zurbarán: la humilde luz del sueño (1973) y Murillo: la virgen niña; de Cuentos y Leyendas, La niña que se convirtió en rata (1968); y en la serie Las pícaras, el capítulo La viuda valenciana (1983). Regueiro recibió la Espiga de Honor de la 61 edición de la Seminci.
Luis Sáez Díez [1925-2010]
Burgalés nacido en Mazuelo de Muñó en octubre de 1925, Luis Sáez Díez se entusiasmó con la pintura desde niño, cuando con su familia se trasladó a la calle de Santa Clara de la capital burgalesa. Allí recibió las influencias, entre otros, del escultor Julio Saiz Quintanilla, que vivía en el mismo edificio.
Asistió a la Academia Provincial de Dibujo después de trabajar una temporada como botones en el Casino. Apadrinado por el célebre pintor Marceliano Santamaría, obtuvo una beca para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde entre 1946 y 1952 recibió clases de Daniel Vázquez y Joaquín Valverde, y realizó un provechoso viaje de prácticas a París. Ya en los años 40 había ganado, junto al también burgalés Jesús del Olmo, el premio de carteles promovido por el Ayuntamiento para celebrar las fiestas de San Pedro y San Pablo.
Sus primeras exposiciones fueron muy bien recibidas por la crítica especializada. La primera, en la Sala de Arte del Teatro Provincial burgalés en 1951; al año siguiente en el club de tenis de Oviedo, y en 1954 en la Sala de Arte de Bilbao y Vitoria. En 1958, una estancia en Frankfurt explica su paso del muralismo al informalismo, y cuatro años más tarde, la Fundación March le concede una beca para investigar en las cuevas paleolíticas de Ojo Guareña. Según los máximos conocedores de su obra, ésta trascurre entre el cubismo inicial, el uso de una gama amplia de grises para moldear texturas muy expresivas y el diseño, rico en matices, de un formas humanas y artilugios inservibles y, en algunos casos, absurdos, que coexisten con racional simetría.
De entre su producción suelen destacarse, por su decisiva impronta artística, Cerezo (1957), que muestra un notable incremento del protagonismo del color en la organización de las formas; Paisaje castellano visto como naturaleza muerta (1960), donde el informalismo adquiere una gran intensidad y personalidad; y, por supuesto, la obra realizada en los años 80, que muestra un interesante incremento numérico de las formas, las cuales se van transformando, poco a poco, en icónicas.
Es autor de numerosas exposiciones individuales (Burgos, Gijón, Oviedo, Melilla, Madrid, Barcelona, Frankfurt, Munich, Caracas, Tokio, etc.) y de más de 70 colectivas, entre las que destacan "Four artist from Spain" (California, 1960), "Salones de mayo" (1959, 1960, 1961), "Spanische Kunst der Gegenwart" (Nurenberg, 1968), "Pintura española contemporánea" (Lisboa, 1978) y "Artistas burgaleses" (Burgos, 1980).
Su obra figura en el Museo Español de Arte Abstracto de Cuenca, Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, Museo Español de Arte Reina Sofía, Museo de Arte Moderno de Barcelona, Museo de Arte Moderno de Bilbao y otros como los de Zamora, Toledo, Castellón y Burgos. En Burgos fue además co-propietario de la Galería-Librería Mainel. Ha sido Premio Nacional de Dibujo Pancho Cossío (1973), Gran Premio de Pintura de la Bienal de Marbella (1973), Gran Premio de Pintura Ciudad de Burgos (1980) y Premio de Pintura Bienal de Valparaíso (1980).
En el año 2000 tuvo lugar en Burgos la exposición «Luis Sáez Retrospectiva 1956-1999», que recogía una panorámica amplia de su obra, seleccionada en esa ocasión por el pintor, también burgalés, Rufo Criado.
Fallecido en Burgos el 18 de mayo de 2010, un año antes había llevado a cabo su última exposición individual en el Museo de esa misma ciudad. A título póstumo, la Diputación Provincial le concedió en 2011 la Medalla de Oro de la Provincia.
José Núñez Larraz [1916-1995]
Es un referente de la fotografía española contemporánea y su vida semeja una suerte de aventura repleta de sobresaltos. Nacido en 1916 en la calle de Meléndez de Salamanca, en el seno una familia de editores, acomodada y de talante liberal, José Núñez Larraz era el mayor de tres hermanos.
Con 13 años viajó a Madrid para aprender el oficio de tipógrafo en la imprenta Ribadeneyra y realizar un peritaje en Artes Gráficas en la Casa del Pueblo. Con la llegada de la Segunda República, en 1931, Núñez Larraz, aún un adolescente, comenzó a publicar en la prensa madrileña un pequeño reportaje fotográfico sobre la exultante proclamación del nuevo régimen.
De aquellos años proceden sus fotografías de la Exposición Universal de Barcelona y los rincones de Sevilla. Llegó entonces a ser delegado de Castilla y León en la Olimpiada Popular de Barcelona, evento que el estallido de la Guerra Civil impidió celebrar. Afiliado al Partido Comunista en 1936, combatió en la contienda en el batallón republicano ‘Octubre número 1’, en Navacerrada. Luego ingresó en Carabineros (1937), con destino a Valencia y Barcelona.
Represaliado al finalizar la guerra, estuvo en el campo francés de refugiados de La Tour de Carole hasta que decidió regresar a España. Detenido por las autoridades franquistas, penó cárcel en el castillo de Lérida, posteriormente en Zamora y, finalmente, en su Salamanca natal. Comenzó a trabajar en el periódico El Adelanto, del que su padre era administrador y su tío director, pero en 1941 le retiraron el carné de prensa, lo que lo alejó definitivamente del periodismo.
Se inclinó por la fotografía junto a José Suárez, retratando bodegones y paisajes. A principios de los 50 montó en Salamanca una librería y una pequeña imprenta donde trabajó hasta su jubilación. Según su propio testimonio, la trastienda del negocio no tardó en convertirse en refugio de «estudiantes, gente progresista y obreros de la Salamanca de entonces».
Atraído por el fotógrafo francés Cartier-Bresson, la abstracción en blanco y negro se convirtió en su carta de presentación, si bien es cierto que no renegó nunca de experimentar con el color. El salmantino comenzó a retratar todo lo que se consideraba insignificante, realizó fotografías periodísticas de denuncia social, participó junto a otros intelectuales y artistas (Fernando Rey, Fernando Ramón, etc.) en el traslado a Baeza del busto de Antonio Machado, obra del escultor Pablo Serrano; colaboró con Luis Carandell en la publicación de Tus amigos no te olvidan (1975) y formó parte de numerosas asociaciones y movimientos: Agrupación Fotográfica de Salamanca (años 50), Grupo Libre de Fotografía (1977) y Sociedad Fotográfica de Salamanca (finales de los setenta), entre otras. Realizó varias exposiciones colectivas y acogió la democracia con el talante comprometido que le caracterizaba. Durante dos años ejerció como concejal de Cultura (1980-1982) del Ayuntamiento salmantino, hasta que, desilusionado, decidió abandonar la política activa.
Cinco años después, la muerte de su hijo, el poeta Aníbal Núñez, le apartaría también de la fotografía. Ya entonces esgrimía un curriculum brillante, con más de cuarenta exposiciones y más de treinta premios recibidos. Entre estos últimos, destacan: Exposición Nacional de Fotografía de Bilbao (1943), Concursos Nacionales de Écija (1945), Córdoba (1947 y 1948) y Salamanca (1949), I Concurso Internacional Hispano-Portugués (1956), II Concurso Europeo (Manchester, 1956), Concurso Internacional de Fotografía de Vanguardia (San Sebastián, 1968), y Medalla de Oro de la ciudad de Salamanca (1993).
Cuando falleció en Salamanca, en mayo de 1995, su arte podía contemplarse en la exposición "Siete décadas de fotografía", que recorría las salas de las capitales de Castilla y León. Su obra se encuentra depositada en la Filmoteca de Castilla y León en su ciudad natal.
Las Edades del Hombre
Imagen de Castilla y León en el mundo y objeto de admiración entre los entendidos del arte, Las Edades del Hombre, la gran exposición artística de esta Comunidad, nació gracias a la iniciativa del sacerdote vallisoletano José Velicia, vicario de pastoral de la Diócesis de Valladolid en los años 80, quien a su vez se inspiró en la exposición "Thesaurus", organizada en Barcelona por el también sacerdote José María Martí i Bonet, para materializar lo que consideraba un deber irrenunciable del Concilio Vaticano II: abrir las puertas y ventanas de la Iglesia y convertir las catedrales en lugar de encuentro entre el hombre y las obras de arte religioso; una manera de responder a las grandes preguntas de la Humanidad.
Junto al escritor y periodista José Jiménez Lozano perfiló el proyecto, que pudo empezar a caminar gracias al mecenazgo de Sebastián Battaner, entonces presidente de la Caja de Ahorros de Salamanca, que aportó 200 millones de pesetas. A Velicia y Jiménez Lozano les acompañaban el arquitecto Pablo Puente y Eloísa García de Watemberg, directora del Museo Nacional de Escultura. Luego se uniría, en las labores de patrocinio, la Junta de Castilla y León, a la que durante muchos años también se sumaría la entidad financiera Caja España.
En un principio, este proyecto nacía como un programa que se desarrollaría por cuatro ciudades: Valladolid, Burgos, León y Salamanca. La inauguración de la muestra en la catedral de Valladolid, titulada "El arte en la Iglesia de Castilla y León", se saldaría con un éxito de visitantes que rebasaba las expectativas de los organizadores: 1.050.000 personas contemplaron las 209 obras expuestas entre el 24 de octubre de 1988 y el 4 de abril de 1989.
Las siguientes exposiciones también reflejaron la excelente acogida del público: Burgos (4 de mayo-28 de octubre de 1990) y sus "Libros y documentos en la Iglesia de Castilla y León" se cerró con 500.000 visitas. Casi un millón acudieron a la Catedral leonesa, entre el 20 de octubre de 1991 y el 5 de julio de 1992, a contemplar "La música en la Iglesia de Castilla y León". Salamanca (3 de diciembre de 1993 a 30 de octubre de 1994), con 1.303.000 visitantes contemplando "El contrapunto y su morada", supuso el hito de la exposición. "Flandes y Castilla y León" llevó a Amberes, del 19 de septiembre al 10 de diciembre de 1995, una muestra iconográfica, documental y musical del arte religioso castellano y leonés de 182 piezas que contemplaron 100.000 personas.
El logro de la ciudad del Tormes constituyó un punto de inflexión determinante: estaba programado finalizar el proyecto con el Congreso sobre Arte y fe, celebrado al mismo tiempo que la exposición, pero el éxito llevó a Velicia y a los obispos promotores a crear, en 1995, la Fundación Las Edades del Hombre, radicada en el monasterio de Santa María de Valbuena, y a iniciar las denominadas exposiciones-relato en las distintas catedrales de la región, siempre con un hilo conductor de cada una de ellas cuya trama es una labor de catequesis.
Continuaron así por El Burgo de Osma (1997), donde "La ciudad de los seis pisos" fue visitada por 458.000 personas. Palencia (1999) con "Memorias y esplendores" y 612.000 visitas; las "Encrucijadas" astorganas del 2000, que congregaron a 460.000 aficionados al arte; y la exposición "Remembranza" de 2001, que llevó a 520.000 personas a visitar la catedral de Zamora. 2002 marcó otro gran hito en la ya de por sí consolidada calidad de Las Edades: 100 piezas de arte religioso castellano y leonés pudieron ser contempladas por más de 200.000 personas en la iglesia de San Juan el Divino de Nueva York, en una exposición titulada "Time to hope".Segovia (2003) y "El árbol de la vida", visitada por 858.000 personas. La exposición abulense "Testigos" (2004), con 800.000; y "Kyrios", en Ciudad Rodrigo, con 550.000 (2006), cierran el segundo ciclo y dan pie a un tercero, que traslada las exposiciones a otras poblaciones carentes de catedrales pero que también cuentan con templos capaces de albergar las exposiciones, manteniendo la calidad tanto de las piezas elegidas como del montaje, y siguiendo con la estructura de exposiciones con relato.
A partir de entonces se celebran la ponferradina "Yo Camino", en 2007, con 407.000 visitantes; "Paisaje interior", en la concatedral soriana de San Pedro, en 2009-2010, con más de 400.000 asistentes; "Passio", en 2011 en las iglesias de Santiago el Real (Medina del Campo) y Santiago de los Caballeros (Medina de Rioseco), ambas en la provincia de Valladolid, que visitaron cerca de 450.000 personas; "Monacatus" al año siguiente en el Monasterio de San Salvador, en la localidad burgalesa de Oña, con 175.000 vistas; "Credo", en 2013, en Arévalo, provincia de Ávila, que recibió más de 220.000 visitas y contó por primera vez con tres sedes: la Iglesia de Santa María, la Iglesia de San Martín y la Iglesia del Salvador; "Eucharistia", en 2014, con 130 piezas expuestas en las iglesias de Santa María la Real y San Juan, ambas en Aranda de Duero, provincia de Burgos, con más de 300.000 visitantes. Ese mismo año, en conmemoración de su 25 aniversario, las Edades del Hombre recibió la Medalla de Oro de las Cortes de Castilla y León, y el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España la reconoció con su Premio Patrimonio 2014.
El certamen de 2015 vino presidido por el V Aniversario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, de ahí su celebración en Ávila capital (Convento de Nuestra Señora de Gracia, Capilla de Mosén Rubí e iglesia de San Juan Bautista) y en Alba de Tormes (Basílica de Santa Teresa) bajo el lema ‘Teresa de Jesús, maestra de oración’. Más de 402.000 visitas registraron ambas sedes. En 2016, las Edades del Hombre se celebraron en la localidad zamorana de Toro, con obra en dos sedes: la Colegiata de Santa María la Mayor y la iglesia del Santo Sepulcro; la exposición toresana, que llevaba por lema "Aqva", fue visitada por 243.110 personas. Al año siguiente (2017), la vigésimo segunda muestra de las Edades del Hombre tuvo como escenario la localidad segoviana de Cuéllar, concretamente las iglesias de San Andrés, San Martín y San Esteban, bajo el lema 'Reconciliare', y contabilizó 172.449 visitantes.
La montaña palentina fue el escenario de la XXIII edición, en 2018, que tuvo como sedes la ermita de Santa Cecilia y la Colegiata de San Miguel, en Aguilar de Campoo. Titulada 'Mons Dei', acogió además una suerte de epílogo, titulado 'Ecclesia Dei', con 7 rutas en las que contemplar 17 templos, exponentes del románico de la zona. El número total de visitas fue de 265.283, de las que 185.735 fueron a las sedes y el resto -79.548- a las rutas románicas. La XXIV edición de Las Edades del Hombre se desarrolló entre abril y noviembre de 2019 en la localidad burgalesa de Lerma, concretamente en tres sedes: la ermita de la Piedad, la iglesia de San Pablo y el monasterio de la Ascensión, bajo el lema 'Angeli'.
Comunidad de Silos
La Comunidad religiosa de Santo Domingo de Silos, en Burgos, recibió el Premio Castilla y León el mismo año en que el Canto Gregoriano conseguía en España un éxito musical sin precedentes. Nacida en época de los visigodos, la comunidad de Silos sale a escena en el siglo VII. Monjes eremitas perfectamente organizados, los silenses del siglo X ven desfilar hombres decisivos que van colmando de religiosidad, arte y cultura este foco privilegiado de Castilla y León.
Abades como Gaudencio (929-943), Diego (950), Placencio (954), Blas (978-979) y Nuño de Doñasantos (1019); edificios monasteriales, iglesia, extensas propiedades y un scriptorium del que se conservan Las Conferencias de Casiano, copiadas por el monje Alburano en 928, el Comentario a la Regla de San Benito de Esmaragdo, escrito en 945 por el monje Juan, y el famoso manuscrito que contiene las Glosas Silenses, fechado en torno al año 970. Sin embargo, con la llegada de Almanzor, autor de terribles razzias, la comunidad decayó: ocurrió entre finales del siglo X y la primera mitad del siglo XI.
El año 1041 marcaría un antes y un después en su devenir, pues fue entonces cuando llegó Domingo Manso, monje que había sido expulsado del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla por el rey García de Navarra. Acogido por Fernando I, su objetivo no era otro que superar en grandeza y prestigio al centro monástico riojano.
Al frente de Silos permaneció hasta su muerte, en 1073. 32 años en total. Consagrada la iglesia en 1088, ya en el siglo XIII los monjes decidieron que el monasterio llevase en lo sucesivo el nombre de Santo Domingo, en recuerdo del benedictino que tanto había hecho por su encumbramiento material y espiritual.
Porque a él y a sus sucesores se debe la pujanza y estabilidad de la Orden, su gran riqueza y, desde luego, el nacimiento del gran monasterio románico, maravilla artística con su claustro, iglesia con tres naves, pórtico y cinco ábsides. El claustro, su joya más apreciada, está compuesto por dos plantas, construidas desde el siglo XI o XII hasta el XIII; ningún otro monumento supera su calidad artística. La parte inferior, la más bella y original, deslumbra por los ocho artísticos bajorrelieves de sus ángulos, que representan escenas de la Redención.
También sobresale la belleza arquitectónica con que aparecen dispuestos los capiteles, así como su fantástica decoración. Las galerías se cubren con artesonado mudéjar. La iglesia románica se derribó para levantar un templo neoclásico, proyectado por Ventura Rodríguez y culminado en 1792.
El Museo conserva valiosos manuscritos y la botica, fundada en 1705, se recuperó en 1927. Finalmente, la capilla barroca contiene el sepulcro de Santo Domingo.
Además, entre los siglos XI y XV Silos se erigió en monasterio de referencia, centro de peregrinaciones y foco educativo y cultural con escuela y scriptorium. Su patrimonio material era ingente. tenía aldeas, iglesias, granjas y pequeños monasterios repartidos por las dos Castillas.
En el monasterio se confeccionaron las citadas Glosas Silenses, hoy en la Biblioteca Británica, que son anotaciones en lengua romance efectuadas a los márgenes de un texto en latín. Aunque fechadas a finales del XI, hay indicios de que algunas son copias de otras muy anteriores, y constituyen, junto a las de San Millán de la Cogolla y el Cartulario de Valpuesta, los primeros balbuceos del castellano.
Adherida a la Congregación Benedictina de Valladolid en 1512, tras un largo periodo de estabilidad llegaría la crisis de noviembre de 1835, cuando la desamortización de Mendizábal provoca la exclaustración de los monjes, la dispersión y el desorden. Se perdió la mayor parte de los manuscritos de su archivo, las alhajas acumuladas a lo largo de más de un milenio y casi todas sus obras de arte. También los edificios se fueron deteriorando.
El 18 de diciembre de 1880, un grupo de monjes benedictinos franceses de la Abadía de Ligugé, dirigido por Ildefonso Guépin, que había emigrado a consecuencia de las medidas laicistas impuestas por el gobierno francés, eligió las ruinas silenses como morada. A partir de entonces se llevó a cabo la restauración del monasterio y la recuperación de buena parte de sus restos culturales: 14 manuscritos medievales, muchos diplomas y casi todo el archivo de la Edad Moderna. En el siglo XXI, la comunidad benedictina de Silos ha fundado casas nuevas como Estíbaliz (Alava), Montserrat de Madrid, Leyre (Navarra) y Abadía de la Santa Cruz (Madrid), y se ha extendido por Hispanoamérica, especialmente en México y en San Benito de Luján (Buenos Aires).
Claudio Prieto [1934-2015]
Nacido el 24 de noviembre de 1934 en la localidad palentina de Muñeca de la Peña, Claudio Prieto dominaba cuantos elementos componen el lenguaje musical clásico y contemporáneo. Creció musicalmente al calor de su familia religiosa, de las bandas de pueblo y del estudio. En su mismo pueblo natal, su tío Eloy Alonso le puso en contacto con el acordeonista Pepe «el Vasco», regente de una pequeña orquestina que amenizaba bailes y fiestas en la localidad palentina de Guardo. Con él actuó, haciéndose cargo de la percusión, en Villanueva de la Peña en 1943; luego se ocupó de la trompeta. Ingresó en la Academia Municipal de Guardo y estudió trompón, saxofón y clarinete con su director, Luis Guzmán Rubio; con 13 años ya era subdirector.
En 1945, su tío paterno, el religioso agustino Teófilo Prieto, lo introdujo en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde aprendió contrapunto, armonía y musicología con el padre Samuel Rubio Calazón, uno de los mejores musicólogos españoles de los últimos tiempos. Mientras realizaba el servicio militar en Villaverde homologó sus estudios privados y se presentó a los exámenes del Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde asistió como oyente. Se instaló en la capital en 1956 y al año siguiente ingresó en el Cuerpo de Directores de Bandas Civiles, con plaza en Villamañán (León). En el curso 1957-1958 obtuvo el Título de Composición; entonces se trasladó a Albacete como director de la Banda Municipal de Casas Ibáñez. En 1960 viajó a Roma, interesado en el estudio de la dirección orquestal. Se matriculó en el conservatorio de la capital italiana, pero pronto una serie de circunstancias le llevaron hasta los cursos superiores de perfeccionamiento de la Academia Nacional de Santa Cecilia. No sólo fue un cambio de centro, también lo fue de materia, una nueva situación que lo llevó de la dirección a la composición de una forma que parecía fortuita, pero que hizo variar sus intereses de forma definitiva. Al año siguiente, una beca de intercambio cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores le permitió continuar en la Academia.
Al terminar el curso, la admiración que despierta una de sus composiciones, «Canto de Antonio Machado», para voz y conjunto de cámara, provocó la concesión de una beca de la propia institución por «aprovechamiento de Curso». Volvió a Madrid en 1963, una vez obtenido el Diploma de Estudios Superiores de Perfeccionamiento de la Academia romana.
Durante estos tres años recibió clases de Boris Porena y Bruno Maderna, si bien el que puede considerarse su maestro en un sentido amplio de la palabra es Goffredo Petrassi. En 1967 culmina su intenso periodo formativo con su participación en los Cursos Internacionales de Darmstadt (Alemania), con los profesores György Ligeti, Karlheinz Stockhausen y Earle Brown.
Su trayectoria profesional se inicia en Madrid, con el estreno en el Ateneo de su obra «Improvisación» para conjunto de cámara. Pero su verdadero lanzamiento llegaría con la pieza «Solo a Solo», para flauta y guitarra, premiada en 1969 como mejor obra española por Juventudes Musicales, y cuya difusión se ha mantenido desde entonces tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
Autor de una ingente obra musical, ésta se suele dividir en tres etapas: la primera centrada en la llamada música tradicional, que culmina con la estancia en Roma; un segundo periodo, hasta los primeros 80, muy influido por el serialismo y dodecafonismo impulsados por la «Escuela de Viena», con obras como «Sinfonía 1», para coro y orquesta; y una tercera etapa caracterizada por llevar la libertad creadora a su máxima expresión, cuya obra cumbre es «Fantasía Ibérica», pero en la que también destacan títulos como «Cielo y Tierra» en el gran sinfonismo o «Luna Llena» en la de cámara.
Nombrado, en 2004, académico correspondiente en Madrid de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música lo eligió Mejor Autor de Música Clásica. En 1976 fundó la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles. Consejero de la Sociedad General de Autores desde 1987, fue reelegido en 1989 y 1995, fecha en la que pasó a ocupar el cargo de vicepresidente de Música. En 2001 fue nombrado consejero de la SGAE. Ha recibido numerosas distinciones, entre las que figuran el Premio Internacional Óscar Esplá (1974), el Sebastián Durón (1975), el Premio Internacional Manuel de Falla (1976), el Trofeo Arpa de Oro 1979, el Premio de la Sociedad Artística Riojana (1982), y Reina Sofía de la Fundación Ferrer Salat en 1984, la Medalla de Oro de Guardo (Palencia), la Medalla de Oro de la Provincia de Palencia, el Premio Raíces (1995) y el Premio Cultura Viva (1996). En 2014 recibió un homenaje de la Sociedad General de Actores por su ejemplar carrera compositiva. Falleció en Madrid el 5 de abril de 2015
José Sánchez-Carralero López [1942]
Pintor, profesor y ensayista, José Sánchez-Carralero nació en 1942 en la localidad leonesa de Cacabelos, que con 8 años abandonó para establecerse, junto a su familia, en Fuentidueña de Tajo (Madrid), el pueblo de su padre. Dos años más tarde se instalaban en el municipio madrileño de Arganda del Rey. Con 17 años, Sánchez-Carralero mostraba su inquietud artística en la Central de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid (1957-1959), donde obtuvo el premio extraordinario de Dibujo.
En 1960 ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, concluyendo la especialidad de pintura en 1965 y habiendo recibido las enseñanzas de Martínez Díaz, Rodríguez Acosta, Pellicer y López Villaseñor, entre otros. Finalizó con un brillante expediente académico entre matrículas de honor, Premios de Estado y de la Real Academia de Bellas Artes.
Desde su inicio enfoca claramente su labor a dos bandas entendidas como proyecto complementario y asumido con pleno compromiso de recíproca aportación: la creación pictórica y su enseñanza a nivel superior. Como, según su propio testimonio, necesitaba «una sacudida íntima y vivencial», entre 1971 y 1972 colaboró en la reforma educativa en San Salvador (Centroamérica), donde trabajó como profesor de la Escuela Nacional de Arte y Bachillerato en Artes. En 1973 regresó a España (un año antes había expuesto en México, El Salvador y Guatemala) y hasta 1979 fue profesor no numerario de la Cátedra de Paisaje madrileña. Entonces se trasladó a Barcelona, en cuya Facultad de Bellas Artes obtuvo por oposición la Cátedra de Pintura, perfil Paisaje; allí permaneció hasta 1981, cuando retornó a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid para hacerse cargo de la Cátedra de Pintura. También fue vicedecano de esta misma Facultad entre 1984 y 1991.
Como sus predecesores en esta histórica Cátedra de Paisaje de Madrid (Pérez Villamil, Carlos de Haes, Muñoz Degrain, Sorolla, Martínez Vázquez o Martínez Díaz), siempre ha apoyado la Pintura de Paisaje, por considerar que la naturaleza es fuente y cantera inagotable de recursos para la formación del pintor, cualquiera que fuere su ulterior tendencia, estilo o época, mostrándose también como género incentivador de los principales movimientos de las vanguardias del siglo XX.
Ha realizado 35 exposiciones individuales en España, Latinoamérica y Estados Unidos, y ha participado en numerosas y destacadas muestras colectivas por España y Europa. Tiene obras en diversos centros: Museo Nacional de Arte Reina Sofía, Congreso de los Diputados, Colección BMW Ibérica, Colección Banco Santander, Colección ENDESA, Cortes de Castilla y León, Diputaciones de León, Jaén y Pontevedra, colección Real, retratos en el Senado y Universidades (Complutense y de Valladolid).
También se ha adentrado en el mundo de la escultura, como lo demuestra su “Monumento al cine” ubicado en la Ciudad de Ponferrada. Ha publicado numerosos artículos en prensa y en textos de catálogos de otros artistas, así como libros sobre arte e investigación, entre los que sobresale Olvidar lo aprendido (2000). En 2010 se publicó el libro de poemas inspirados en sus obras pictóricas José S-Carralero. EL PAISAJE PROMETIDO– sesenta y ocho poetas del mundo para un pintor de Castilla y León. Entre sus múltiples colaboraciones de ilustraciones en libros destaca la edición a cargo de Reino de Cordelia y Luis Alberto de Cuenca, en 2020, de la famosa obra de Antonio Machado, Campos de Castilla.
Nombrado Leonés del Año 2012, cerca de 60 premios ha recibido hasta el momento, desde aquellos primeros de su etapa de estudiante, como el Premio «Molina Higueras» o el «Madrigal», concedidos por la Real Academia de Bellas de San Fernando de Madrid, hasta el Premio Nacional de la Caja de Ahorros Leonesa (1970), el Premio Francisco Alcántara del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1974), el Premio de la Bienal de Pintura Ciudad de Huesca (1980), el Premio del Congreso de los Diputados (1985), el Ortega Muñoz del Salón de Otoño de Plasencia (1996), el premio «Lorenzo el Magnífico de Médici. Bienal Internacional del Arte Contemporáneo. Florencia» en 1999, “Artista Ilustre” por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, 2001, Premio Gil y Carrasco a las Artes, Ciudad de Ponferrada, 2006, y Castaña de Oro otorgada por la Fundación Prada a Tope, 2009.
Asimismo, su Cacabelos natal ha puesto su nombre a una de las avenidas de la localidad.
Antonio Giménez Rico y Sáenz de Cabezón [1938-2021]
Iba para abogado, periodista y pianista, pero terminó entrando por la puerta grande del cine español. Natural de Burgos, donde nació el 20 de octubre de 1938, Antonio Giménez-Rico fue uno de los directores de cine más afamados de Castilla y León y uno de los más importantes del país. Ha sido definido como prolongación cinematográfica de Miguel Delibes y es impulsor de la Academia de Cinematografía Española. Tras estudiar en el colegio de La Salle de Burgos se licenció en Derecho por la Universidad de Valladolid (1961), en cuyo Conservatorio estudió música y piano en 1953.
Aficionado al cine desde siempre, entre 1955 y 1961 dirigió el Cine Club de la Asociación Cultural Iberoamericana de Burgos, ciudad donde fundó, junto a otros, Radio Popular y trabajó en un teatro universitario.
En 1963 se trasladó a Madrid, donde compaginó los estudios de periodismo y piano con su vertiente cinéfila, que cultivó colaborando como crítico cinematográfico en la revista Cinestudio, participando en debates de cineclubs y trabajando como auxiliar de producción y ayudante de dirección para cineastas y realizadores como Vittorio Corrafavi (Los cien caballeros), Eugenio Martín o Antonio Mercero (Se necesita chico). Su opera prima fue el cortometraje Crónica. Torremolinos, invierno (1965), en colaboración con Gonzalo Pizarro y Luis Mamerto, seguida un año después por el mediometraje infantil Mañana de domingo (1966).
En 1967 y 1969 dirige sus dos primeros largos de ficción, El hueso y El cronicón, ambos de género cómico y portadores de un humor verdaderamente corrosivo; desde entonces compaginó la dirección con labores de guionista en títulos ajenos, como Días de viejo color (1968), de Pedro Olea, o en los suyos propios. Obligado en parte por los parcos resultados de ¿Es usted mi padre? (1970), Giménez-Rico lleva a cabo un fructífero trabajo para la televisión con obras como De la andadura de Vela Zanetti (1970), las series Plinio (1972), Crónicas de un pueblo (1971-72) y Página de sucesos (1972), el mediometraje La balada del pequeño soñador, numerosos episodios para otras series, y adaptaciones literarias como La buena vida, de Palacio Valdés y Viaje a la Alcarria, de Camilo J. Cela.
Con la llegada de la democracia, el burgalés dirigió una de sus películas más emblemáticas: Retrato de familia (1976), inspirada en la novela de Miguel Delibes Mi idolatrado hijo Sisí. Suyas son igualmente Al fin solos, pero... (1977) y Del amor y de la muerte (1977). Tras realizar Vestida de azul (1983), ensayo próximo al docudrama que explora el mundo del travestismo, el burgalés profundiza con éxito en el ámbito documental en otra serie para TVE: Página de sucesos (1985). Prosiguió con las adaptaciones y realizó El disputado voto del señor Cayo (1986), Jarrapellejos (1987), que obtuvo el premio Goya al mejor guión adaptado y suponía la recuperación de un texto de Felipe Trigo, Pájaro en una tormenta de Isaac Montero, y Las ratas (1997), basada de nuevo en la obra del mismo título de Delibes.
Siempre fiel a criterios realistas y narrativos, obras suyas son también Soldadito español (1988), que contó con guión de Rafael Azcona, Catorce Estaciones (1991), fallido intento de dramático suspense, Tres palabras (1991), Sombras y luces (Cien años de cine español) (1996), Primer y último amor (2002), Hotel Danubio (2003) y El Libro de las Aguas (2008).
Director del montaje teatral de Las guerras de nuestros antepasados, otra obra más de Delibes, Giménez-Rico fue fundador y director de la Asamblea de Directores y Realizadores Cinematográficos de España (ADIRCE), y presidente, entre 1988 y 1992, de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
En 2005 dirigió el cortometraje Castilla y León, Patrimonio de la Humanidad, financiado por el gobierno autonómico y dedicado íntegramente a los bienes castellanos y leoneses declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Fue Jurado Internacional en los Festivales Cinematográficos de Praga, Moscú, Montreal y Valladolid. La Universidad de Burgos, en la Facultad de Humanidades, creó una cátedra permanente de cine con su nombre. En 2014 recibió el Premio Águila de Oro del Festival Internacional de Cortometrajes de Aguilar de Campóo, y en 2015 el Báculo de San Lesmes, otorgado por la Asociación de Peñas y Sociedades de San Lesmes (Burgos). Falleció el 12 de febrero de 2021.
Esteban Vicente Pérez [1903-2001]
Segoviano de Turégano y destacado representante del expresionismo abstracto, Esteban Vicente Pérez, nacido el 20 de enero de 1903, ha pasado a la historia del arte por ser el único español que formó parte de la famosa «Escuela de Nueva York». Su padre era un militar que tenía el corazón divido entre el arte y el Ejército, y su hermano Eduardo también era aficionado a la pintura. Con el propósito de que sus hijos crecieran y se educasen en Madrid, el padre renunció a la carrera castrense para acceder a un puesto de funcionario en el Banco de España.
En 1920, Esteban Vicente ingresa en la Academia Militar, donde permanece sólo tres meses; dos años después se matricula en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, especializándose en escultura.
Un premio temprano le permite viajar por las provincias castellanas y leonesas para estudiar obras de arte y observar lugares de interés histórico. El segoviano comparte inquietudes intelectuales y artísticas con personajes de la talla de Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Buñuel, Francisco Bores, Jorge Guillén, Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez. Comparte estudio con James Gilbert, su primer amigo norteamericano, y en 1928 expone junto a Juan Bonafé en el Ateneo de Madrid, mientras publica dibujos en las revistas de vanguardia "Verso y Prosa" (Murcia) y "Mediodía" (Sevilla).
Llegó a París en 1929, donde compartió estudio con Pedro Flores y contactó con Michel Sonnabend, importantísimo marchante que enseguida se convierte en su gran amigo. Pasó luego un tiempo en Barcelona y contrajo matrimonio con la norteamericana Estelle Charney. Comprometido con la causa republicana durante la Guerra Civil, participa en tareas de camuflaje en la sierra madrileña hasta que, aconsejado por buenos amigos, decide partir hacia Nueva York. Aun así, hasta 1939 trabaja para el gobierno republicano español en Filadelfia.
A partir de entonces comienza para él una etapa de éxito internacional y fama universal. De 1937 data su exposición personal en Kleeman Galleries, en 1940 logra la ciudadanía norteamericana y al año siguiente participa en una exposición colectiva celebrada en la Pennsylvania Academy of Fine Arts (Filadelfia). Esteban Vicente «se convierte» al expresionismo abstracto y su pintura, al igual que la de Jackson Pollock, Willem de Kooning, Mark Rothko, Franz Kline y Bernett Newman, se reúne en una obra colectiva que, bajo el nombre de «Tallents 50», constituye la presentación de dicho estilo en Nueva York. Gracias a ello fue seleccionado para exponer en el Annual del Whitney Museum of American Art. Su fama crece a partir de 1959 y sus obras se cotizan al alza. También imparte clases: en 1946 en la Universidad de Puerto Rico y en 1950 en la de Berkeley.
«Descubierto» en España por la galerista Elvira González, que llegó a actuar como marchante, su pintura irrumpe en los 80: primero en las galerías Theo y Elvira González, luego con las exposiciones del Torreón de Lozoya (Segovia, 1992), la monográfica del IVAM sobre sus collages (1995) y una retrospectiva en el Museo Reina Sofía. Su última muestra, «El color es la luz (1999-2000)», la expuso en el Museo de Arte Contemporáneo de Segovia.
Fallecido en Nueva York en enero de 2001, recibió multitud de premios: en 1961 fue galardonado con el de la Fundación Ford, y en 1984 la Parson School o Decing de Nueva York le nombró Doctor Honoris Causa en Bellas Artes, reconocimiento que recibe también en 1993 por la Universidad de Long Island. Fue Medalla de Oro de las Artes (1991), Académico Nacional y premio del Instituto Norteamericano de las Letras y las Artes. Sus cenizas fueron trasladadas a España y depositadas en el Museo de Arte Contemporáneo de Segovia que lleva su nombre.
Modesto Ciruelos [1908-2002]
Pionero de las vanguardias en España, Modesto Ciruelos nació el 2 de marzo de 1908 en la localidad burgalesa de Cuevas de San Clemente, aunque unos meses después su familia se trasladó a Madrid, dos portales más allá de donde residió Picasso. Con buenas aptitudes para el ciclismo y el fútbol, se formó primero en la Escuela de Artes y Oficios y en la de Artes Gráficas (1920), y enseguida (1927) en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando junto a Salvador Dalí, Pedro Bueno, Maura, Julio Romero de Torres, Cecilio Pla y Manuel Benedito.
Amplió estudios en el Círculo de Bellas Artes, aprendió litografía en la Escuela Nacional de Artes Gráficas, dibujó en el Museo de Reproducciones Artísticas, situado en el Casón del Buen Retiro, y estudió a los pintores del Museo del Prado. En 1932 ya era profesor de dibujo de la Escuela de Artes y Oficios junto a Benjamín Palencia, Salvador Dalí, Cristino Mayo y Conejo. Fue entonces cuando visitó una exposición de Adlan, que, según confesó a José de Castro Arines, «iba a causar en mi vida una honda brecha». Como docente en el Instituto lucense de Villalba dio clases al mismísimo Manuel Fraga, gracias a lo cual, años más tarde pudo colgar sus cuadros en las exposiciones conmemorativas de los sucesivos Congresos Eucarísticos y de los Veinticinco Años de Paz.
En los años 30 se introdujo de lleno en la bohemia de Madrid junto con Alberti, García Lorca (al que retrató), Antonio Machado, Julio González, Miró, Aleixandre, Gómez de la Serna, Gerardo Diego y Miguel Hernández. Participó en las tertulias del Círculo de Bellas Artes y del Café Gijón, concurrió con su obra en el Salón de Otoño (1931), se impregnó de la producción de la Asociación Amigos del Arte Nuevo (ADLAN), fundó con otros compañeros el Grupo de Artistas de Acción promovido por el Salón de Independientes de Madrid (1933), y expuso en la galería municipal burgalesa y en la Nacional de Bellas Artes. Afecto a la causa republicana, al estallar la Guerra Civil mostró su repulsa al levantamiento militar y en 1937 participó en la Exposición Internacional parisina dentro del Pabellón de la República Española, junto al Guernica de Picasso y lienzos de Dalí, Miró, Alberto Sánchez, Julio González y otros artistas españoles de vanguardia.
Abandonó la Cátedra en la Escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca y durante un tiempo residió en Valencia y Barcelona. En París, donde llegó tras la contienda, comenzó a experimentar con la abstracción, corriente que abraza en los años 40, se integró en el colectivo Academia Breve de la Crítica del Arte, fundado por Eugenio D’Ors y en el que estuvieron, entre otros, Álvaro Delgado, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz o Zabaleta, y participó en el famoso I Salón de los Once (1943). A partir de entonces su pintura se hizo más abstracta, más experimental, más audaz. Por algo se ha dicho que el burgalés era el único compañero en sentido estricto de Picasso.
En 1945 abandona la labor docente desarrollada hasta entonces en las escuelas de Artes Aplicadas de Galicia, Palma de Mallorca, Valencia, Madrid y Barcelona, establece su residencia en Burgos y se dedica de lleno a la pintura.
Una vez dijo que le era necesario el sonido de las campanas de Burgos para inspirarse. Recorrió el continente americano con su arte, que desde mediados de los 60 había evolucionado para indagar en el naturalismo, expresionismo, surrealismo, cubismo y pop-art. Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1974, Ciruelos es uno de los pioneros de las vanguardias en España.
Recibió el título de Hijo Adoptivo de Burgos, ciudad donde residió hasta su muerte, ocurrida en agosto de 2002, y la Diputación lo nombró Consejero de Cultura en 1981. Fue galardonado con, entre otras distinciones, la Medalla de Oro de la Provincia burgalesa (2000), la Medalla de las Bellas Artes de la Escuela de Dibujo (1995) y la de la Asociación de Artes Gamonal (1995).
Además, en 1999, con motivo de la concesión del Premio de Castilla y León de las Artes, se organizó una muestra de su carrera artística en todos los museos gestionados por la Junta de Castilla y León.
Dúo Frechilla-Zuloaga
El dúo de pianos formado por el vallisoletano Miguel Frechilla (1925-2001) y el palentino Pedro Zuloaga (1930) alcanzó en la España de los años 50 a 80 una fusión impecable y un extraordinario nivel de compenetración, a pesar de tratarse de dos temperamentos muy distintos e incluso, como ha señalado Diego Fernández Magdaleno, de conceptos diferentes desde el punto de vista técnico.
Formados musicalmente junto a Eugenio Fernández Arias, enseguida completaron su aprendizaje en Madrid, Frechilla en piano con José Cubiles y en armonía con Conrado del Campo, y Zuloaga en piano con Enrique Aroca, siendo muy estrecha la relación que cada uno tuvo con su maestro. En la casa de Cubiles conoció el vallisoletano a artistas de la talla de Jesús Guridi, Joaquín Rodrigo, Gaspar Cassadó, Ataúlfo Argenta, Narciso Yepes o José Iturbi, mientras el palentino, por medio de Aroca, se relacionó con el gran musicólogo José Subirá, todo bondad y sabiduría, o con el genial violinista polaco Henryk Szeryng.
Tras esa etapa entre Valladolid y Madrid comienza el éxito individual como concertistas: Frechilla con actuaciones en Valladolid y recitales en Francia, Gran Bretaña y Portugal; Zuloaga presentándose en 1956 en San Sebastián como intérprete del Concierto en La menor de Grieg, con la orquesta bajo la dirección de Ramón Usandizaga, y recorriendo diferentes ciudades, bien a solo o en unión del gran violinista Eduardo Asiain, con quien realizó una gira de conciertos.
Ambos, además, compartían labores docentes en el Conservatorio vallisoletano: en 1956 Frechilla fue nombrado profesor de Música de Cámara, y al año siguiente ingresó Zuloaga como profesor de Estética e Historia de la Música, llegando a ser director del Centro durante nueve años. El contacto diario y las facilidades que allí tenían para los ensayos hicieron que el antiguo proyecto de hacer música juntos cristalizase en el nacimiento, en 1959, del que habría de ser durante más de 40 años el famoso dúo pianístico, de referencia obligada en esta especialidad.
Tras varias primeras actuaciones, el auténtico arranque de su carrera concertística tendrá lugar en 1960 al presentarse oficialmente en el Palau de la Música de Barcelona, con la Orquesta Sinfónica de esta ciudad dirigida por Juan Pich Santasusana. A partir de ahí, su fama se irá extendiendo no solo por España, también por buena parte de Europa y América. Cuando en 1974 el vallisoletano Teatro Calderón acogió el homenaje a su concierto número 100, Frechilla y Zuloaga ya se pronunciaban en los idiomas más universales.
En España actuaron en los más importantes centros musicales; y las giras les llevaron cuatro veces a Estados Unidos y varias a Francia, Italia y Bélgica, actuando asimismo en Gran Bretaña, Rusia, Suiza, Malta, Cerdeña, etc. En 1994 fueron invitados a actuar en Moscú dentro del ciclo «Grandes virtuosos del siglo XX» de la Academia Rusa de las Ciencias, siendo los primeros pianistas españoles que actuaban en tan prestigiosa institución, de la que han salido varios Premios Nobel.
Su discografía es sumamente original y atractiva. Ya su primer LP de 1974, con obras de Antonio Soler, Altisent, Aizpurúa, Javier Alfonso e Infante, constituye la primera grabación mundial dedicada íntegramente a la música española para dos pianos. El segundo disco se tituló Frechilla-Zuloaga a dos pianos, y en él interpretaban a Scriabin, Rachmaninoff, Brahms, Français, Benjamín, Dvorak, Guastavino y Milhaud. El tercero, de RCA, con Fauré, Poulenc, Strawinski y Shostakovich. Otro disco RCA, con obras de Mozart, Schumann, Serkeley, Khachaturian y Lutoslawski, obtuvo en 1982 el Premio Nacional a la obra fonográfica más destacada por sus valores culturales y artísticos. En Compact Disc volvieron a grabar música española en su totalidad.
Atesoran numerosos galardones: Insignia de Oro de la Orquesta de Cámara de Valladolid (1974); Homenaje de la Unión Artística Vallisoletana (1979); Premio «Sarmiento» (1981); Premio Nacional del Ministerio de Cultura (1982); Premio Miguel Delibes a los mejores vallisoletanos del año 1986; Insignia de Oro y Placa de la Universidad Complutense de Madrid (1995); Miembros de Honor de las Universidades Paul Valery de Montpelier (Francia), y de Wisconsin (Estados Unidos); y «Piñón de Oro» de la Casa de Valladolid en Madrid (2000). Además, el Premio Internacional de Piano «Frechilla-Zuloaga», instaurado por la Diputación Provincial vallisoletana, constituye un prestigioso concurso de interpretación pianística que sirve, además, para perpetuar la memoria del dúo en su ciudad.
Cristóbal Gabarrón Betegón [1945]
Pintor de fama internacional, Cristóbal Gabarrón nació el 25 de abril de 1945 en la localidad murciana de Mula, pero desde 1951 se asentó con su familia en Valladolid. Fue de niño cuando empezó a sentir su vocación por la pintura. La Galería Castilla registra en 1964 su primera exposición individual, compuesta por cuadros figurativos influidos principalmente por la naturaleza y el entorno rural de los campos de Castilla, mientras la Macarrón madrileña suponía su estreno en la capital. Luego llegarían las exposiciones en París (Gallerie Arts Perspective y Gallerie René Sublin), Roma, Venecia (Galeria Fianma Vigo), Miami (Karl Pawer Gallery), Málaga, Salamanca, León, Granada, entre otras muchas ciudades
Desde 1968 experimenta con nuevas técnicas y soportes, ilustra libros, levanta instalaciones, realiza esculturas e investiga en el medio cinematográfico. También fomenta los talleres de técnicas artísticas. Se decanta por la abstracción, expone en Europa, en Estados Unidos y buena parte de la geografía española. Pero habrá que esperar a los años 80 para verle triunfar. 1986 asiste al inicio de su fama olímpico-internacional, cuando su obra Our Hope for Peace es adoptada por The World Federation of United Nations Associations (WFUNA) como imagen conmemorativa del Año Internacional de la Paz.
Las celebraciones de 1992 –Juegos Olímpicos de Barcelona y Expo de Sevilla- también aportan un gran realce a su arte: realiza el mural Historia del Olimpismo, ubicado en el estadio de L´Hospitalet, subsede de los juegos, y decora la Expo sevillana con el impactante Encuentro 92. En marzo, la Academia Estadounidense del Deporte le nombró Artista del Deporte del año.
También entonces nace en Valladolid la Fundación que se lleva su nombre, respaldada por la actividad de un Gabarrón que difunde su arte por diferentes escenarios internacionales: en 1993 coloca en el Parlamento Europeo (Bruselas) el grupo escultórico Doce Musas Europeas, en el que representa a cada uno de los entonces países miembros de la Comunidad, mientras la United States Sport Academy (USSA) le comisiona para realizar una obra representativa de los Juegos Olímpicos de Atlanta’96. Era el preludio del famoso Atlanta Star-An Olympic Forest (Un bosque olímpico), 26 esculturas ubicadas en el Anillo Olímpico de la ciudad de Atlanta y que representan a cada una de las ediciones olímpicas desde Grecia 1896.
En 1997, su Mural A Tribute to the Spirit of the Sport, obra dedicada al mítico jugador de béisbol Jackie Robinson, decora la fachada de la sede principal del campus de la United States Sports Academy (USSA) en Daphne, Alabama. Sus obras decoran también varias zonas de Valladolid y otros eventos deportivos desde mediados de los 90.
Además de su proyecto Capilla del Milenio, monumental intervención global (más de 500 metros cuadrados de pintura mural, escultura, mosaico y vidrieras), realizado en Las Salinas de Medina del Campo, o de la obra de gran formato realizada para el Museo del Vino, en Peñafiel, en 2002, la Fundación Cristóbal Gabarrón inauguró un Museo en la zona vallisoletana de Huerta del Rey. Ese mismo año puso en marcha la Fundación Gabarrón Carriage House Center for the Arts, en Nueva York. Asimismo, una obra titulada El espíritu de los Juegos Olímpicos fue escogida por el comité olímpico norteamericano para representar los Juegos de Atenas 2004. Ha celebrado exposiciones en diversas localidades de Estados Unidos (Nueva York y Miami, por ejemplo, dedicadas a El Quijote), en Amsterdam y en Bélgica, y en septiembre de 2014 inició un ambicioso programa para difundir su obra en Asia, con exposciones en Shanghái ('Los silencios de Colón'), en el Dingli Art Museum de la provincia china de Fujian ('Niña que no pudo alcanzar la luna') y en el Museo de Arte Contemporáneo de Chengdu (MOCA), entre otras. En 2015, su monumental instalación 'Enlightened Universe', inaugurada en el Central Park de new York, sirvió para conmemorar el 70 aniversario de la ONU. El artista la recuperó cinco años después para conmemorar en Valladolid el 75 aniversario de la ONU en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Unión Europea y Cooperación y el Centro Regional de Información de las Naciones Unidas en Bruselas. En esta ocasión se trató de una doble exposición: una al aire libre en la Plaza San Pablo, con Universo de Luz, y otra en el Museo de Arte Contemporáneo Español Patio Herreriano: Gabarrón, humanista del color, comisariada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid Miguel Ángel Zalama.
Asimismo, en 2016, la ciudad y los museos de Cannes, en el sur de Francia, le dedicaron una gran retrospectiva de escultura, con más de 200 obras en diversos materiales y épocas, con obra inédita de escultura pública y privada, titulada Mille formes à la conquête de l’espace. En 2017, la ciudad de Amsterdam, a través de la Fundación ARTZUID, mostró una selección de 28 obras monumentales situadas en enclaves emblemáticos de la ciudad, como la plaza Museum Plein, entre los museos Van Gogh y Stedelijk hasta la Gershwin Plain. A finales del 2018, el Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra celebró la exposición El color de los derechos humanos, premier mundial de las 30 obras que Gabarrón creó en homenaje al 70 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que en 2019 viajó al Centre Pompidou Kanal de Bruselas. Finalmente, en 2020 expuso en Burgos Huellas. Complejo de la Evolución Humana.
Ciudades de todo el mundo han acogido la visión de Gabarrón exponiendo sus esculturas monumentales. Prominentes museos e instituciones europeas, americanas y asiáticas han exhibido sus obras en icónicas calles y plazas, y varias ciudades han incorporado de manera permanente y pública a su patrimonio grandes esculturas exteriores. Su obra ha sido de igual modo centro de análisis dentro de retrospectivas como las dedicadas por el Chelsea Art Museum, el IVAM, el Museo de Arte Moderno de Gdansk, en Polonia, o el Museo Nacional de Arte de China en Shanghai, para analizar sus creaciones. En todas ellas, críticos e historiadores de la talla de Donald Kuspit, comisario y profesor de la Universidad de Nueva York, o Kosme de Barañano, comisario y profesor de la Universidad de la Universidad Miguel Hernández de Elche, han realizado cuidadosos análisis y estudios de su trayectoria profesional, recogidos en la abundante bibliografía aparecida durante los últimos años.
Junto al mencionado «Artista del Deporte del Año 1992», Gabarrón ha recibido distinciones como el Premio Nacional de Artes Plásticas Cultura Viva 1990, el Premio Importante 1993 de La Opinión de Murcia, el Premio Norte de Castilla de 1996, el Premio «Piñón de Oro» de la Casa de Valladolid en Madrid en 1997 y, en este mismo año, el premio de Pintura de la II Bienal de Encuentros Mediterráneos de Dubrovnik.
Venancio Blanco Martín [1923-2018]
Escultor salmantino de proyección internacional, Venancio Blanco Martín nació en Matilla de los Caños del Río en 1923. Aprendió sus primeras letras en las Escuelas Nacionales de Matilla y de Robliza de Cojos para comenzar, nada más terminar la Guerra Civil, su formación artística en la Escuela Elemental de Trabajo y en la de Artes y Oficios Artísticos. De su abuelo, mayoral de los Pérez Tabernero, recibió las esencias taurinas, mientras que en las iglesias de los pueblos de Salamanca maduró su visión de la imaginería religiosa.
Un premio en la I Exposición Nacional de Educación y Descanso de 1941 le permitió conocer Italia, país que vivirá directamente su creciente fama internacional. Becado para estudiar en la madrileña Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, en el transcurso de su carrera (1943-1948) le fueron concedidos los premios Molina Higueras, Aníbal Álvarez y Carmen del Río.
Los años 40 y 50 se caracterizan en su arte por la labor de investigación, el trabajo constante, el dominio progresivo de los materiales y las obras de encargo. Es entonces cuando se da a conocer en Madrid con más fuerza, con obras donde predomina la temática taurina y la religiosa. De 1953 data su primera exposición individual, celebrada en la madrileña galería Xagra. En 1959 recibió el Premio Nacional de Escultura, y tres años después, su Torero se hace con la Primera Medalla de Escultura de la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Desde entonces, no deja de recibir galardones internacionales. A partir de 1969 enseña modelado en las Escuelas de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid, y en 1977 ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Cuatro años después, el Ministerio de Asuntos Exteriores lo nombra director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, donde reside durante 5 años.
Respecto a la evolución de su obra, los especialistas han distinguido tres etapas esenciales: una primera caracterizada por una figuración tradicional que progresivamente se iría estilizando en trabajos realizados en escayola, madera y cemento; una segunda etapa, a partir de 1959 y la influencia de Roma, donde su estilo se torna muy personal, de índole expresionista; y una etapa de madurez, desde 1973, donde destaca una formidable labor de desmaterialización y síntesis.
En ese periodo lleva a cabo dos de sus obras más significativas, los monumentos al Vaquero Charro y al músico salmantino Gerardo Gombau, encargados ambos por su ciudad natal, al tiempo que expone en Italia y en España. Se considera un «hombre de taller», pues de adolescente se pasaba muchas tardes en uno donde se construían carros ayudando a un ebanista. Así lo explicó en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; aún hoy pasa muchas horas en el suyo propio.
En 2002 se inauguró el Museo de Escultura Religiosa que lleva su nombre en la Sede de la Fundación Mapfre Estudios en el Plantío de Majadahonda. Y en noviembre de 2008 creó la Fundación, también con su nombre, con objeto de promover la difusión del dibujo y la escultura en la sociedad, sobre todo entre los jóvenes y niños.
Desde aquella primera exposición en la Galería Sagra de Madrid, en 1953, el salmantino participó en más de medio centenar de exposiciones colectivas y en otras tantas individuales. En 2013, por ejemplo, expuso en la sede de las Cortes de Castilla y León, en Valladolid, y dos años después su exposición 'Escultura religiosa. Venancio Blanco', instalada en la iglesia de San Juan de Alba de Tormes, formó parte de los atractivos de las Edades del Hombre y se celebró con el trasfondo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. En 2016 expuso en el Palacio del Licenciado Butrón, sede del Archivo General de Castilla y León, 'Una mirada a Cervantes', obra con motivo del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes.
Miembro de numerosas Academias –entre ellas, Academia Artistica dei Viruosi al Panteon de Roma, Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes y Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid-, Venancio Blanco posee la Encomienda del Mérito Civil, la Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, es Cavaliere nell Ordine al Merito della República Italiana desde 1986, en 2009 recibió la Medalla de Oro de la provincia de Salamanca, al año siguiente, el Premio de la Asociación Taurina Parlamentaria (Madrid), y en 2015 el título de Hijo Predilecto de Matilla de los Caños del Río, su localidad natal. Falleció en Madrid, el 22 de febrero de 2018.
José María García Castilviejo [1925-2004]
Fue el pintor de los famosos en el Madrid de los años 50, el artista de los Dominguín y, sobre todo, el gran plasmador de la esencia castellana. José María García Castilviejo se llamaba en realidad José María García Fernández, y nació en Zamora el 29 de octubre de 1925. Comenzó a pintar a los ocho años con una acuarela que le regaló a su padre, pero no fue hasta 1942 cuando se desplazó a Madrid para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Allí trabajó bajo las enseñanzas de Joaquín Valverde, Eugenio Hermoso, Julio Moisés, Juan Adsuara y Eduardo Chicharro. Fue entonces cuando comenzó su devoción por Zurbarán. La muerte de su padre, ocurrida en 1946, le obligó a buscarse la vida pintando casi de todo: carteleras de cine, paseos dominicales en barca por El Retiro, apuntes taurinos, vistas ciudadanas, copias de clásicos en el Museo del Prado, retratos de señoras con perrito, portadas de "El Coyote"…
En 1947 puso en marcha en Zamora, junto a Daniel Bedate, la famosa Escuela de San Ildefonso, que llegó a reunir a más de 300 alumnos y de la que salieron artistas de fama tan reconocida como Antonio Pedrero y Alberto de la Torre. El mecenazgo de los Dominguín le presentó ante la sociedad entendida del momento como un artista de enorme calidad. Tenía apenas 25 años. Al poco tiempo, esferas ministeriales le brindaban una oportunidad que no desaprovecharía: en 1955, gracias a la influencia de su paisano Pinilla, el ministro de Trabajo José Antonio Girón le encargaba pintar los murales de la Universidad Laboral de Zamora. Fueron tres en total, fechados en 1957. Dos años más tarde se trasladó a Valladolid, ciudad en la que en 1964 abrió su estudio.
En 1969 se estableció definitivamente en la localidad vallisoletana de Cubillas de Santa Marta, donde acometió una llamativa creación de gran diversidad técnica: óleo, gouache, acuarela, grabado y dibujo.
Además, Castilviejo frecuentó una temática atenta a lo inmediato, ligada fundamentalmente al paisaje castellano y a la tauromaquia. Casi treinta y cinco años de plena integración en Cubillas terminaron por convertirlo en un vecino más, compañero de las partidas de mus de cada tarde, cazador, conversador… «Aquí, en Cubillas, pinto, como, trabajo, cazo perdices, ando por los rastrojos, charlo con los amigos, amo y vivo, porque el paisaje es determinante», reconocía el propio pintor.
«¿Por qué Castilviejo?», le preguntaron en una ocasión: «En honor a mi padre, que era de Rioseco, y para él la Virgen de Castilviejo era su virgencita, la que en medio del campo tiene la ermita. Y era tal la devoción que tenía y no era un beato, que entonces yo quería devolver a mi padre algo de lo muchísimo que me dio. Era algo en su honor y para mí es un orgullo».
Pintó durante toda su vida y realizó numerosas exposiciones, las últimas en la Bienal de Zamora 2001, en la Galería Rafael de Valladolid y en el BBVA. Y siempre lo hizo con indiscutible éxito. Fallecido el 11 de marzo de 2004, su obra puede contemplarse en numerosas colecciones particulares y en instituciones nacionales e internacionales, entre ellas el Museo de Nueva York o las colecciones Eduard G. Robinson y Rostchild.
Ana Jiménez López [1926-2013]
Aunque nacida en La Coruña el 15 de noviembre de 1926, la escultora Ana Jiménez López poseía raíces castellanas y leonesas: su madre era zamorana y su padre, militar de profesión, abulense. En Valladolid residían, además, sus abuelos paternos, por lo que no eran infrecuentes las visitas familiares a la ciudad del Pisuerga. Fue precisamente su abuelo quien descubrió la capacidad de aquella niña para el dibujo.
En Valladolid se instaló definitivamente Ana Jiménez a los nueve años. Cursó el Bachillerato en el Instituto ‘Núñez de Arce’. Su padre, militar de filiación republicana, fue encarcelado durante la Guerra Civil y llegó a ser condenado a muerte junto a Federico García Lorca. Al contrario que al poeta, a él le salvó la buena amistad con el entonces gobernador civil de Granada. Sin embargo, el episodio fue tan dramático que terminaría provocando la muerte de la madre cuando ella tenía once años.
En 1950 ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid con objeto de aprender la técnica del dibujo, que hasta ese momento practicaba de forma intuitiva. Recibió entonces las enseñanzas escultóricas de los profesores José Luis Medina y Antonio Vaquero, especialmente de este último, que la animó a cultivar la escultura de manera personal. Antes de graduarse, Ana Jiménez realizó obras como Retrato de María Carmen (1953), Mujer sobre la hierba (1955) y Calcetando (1955).
Se despidió de la Escuela ganando, en 1956, el Premio de Escultura «Martí Monsó» por la totalidad de la obra realizada, y al año siguiente conseguía el Premio «Fernández Araoz» de escultura por un retrato de Pili en terracota, así como la Medalla Nacional de la Exposición de Bellas Artes de Madrid por su obra Niña. Muy influida por el escultor Cristino Mallo, desde 1960 se dedica de manera intensiva a la restauración de obras artísticas, principalmente escultóricas, elabora piezas para comercios vallisoletanos, cumple encargos diversos y en 1962 lleva a cabo una importante exposición de tablas religiosas en el Palacio vallisoletano de Santa Cruz. Ese mismo año realiza un busto de Isabel la Católica para los carlistas, quienes se lo ofrecieron como regalo a Carlos Hugo e Irene.
Primer Premio de Pintura del Ministerio de Información y Turismo con una tabla sobre tema navideño (1963), en 1964 se incorporó a la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid como profesora de modelado, donde permaneció durante 25 años, hasta su jubilación; tarea docente y formativa que también cultivó en el Instituto Zorrilla y en la antigua Escuela Normal de Maestros.
En ese mismo año de 1964 se hace con el Premio Nacional de Escultura vallisoletano con el relieve Composición o Maternidad, al año siguiente es galardonada en el concurso «Nueva Navidad» celebrado en el Ayuntamiento por un relieve policromado con el tema del Belén, y en 1966 confecciona el relieve del monumento de Benlliure de los Zapadores de Alcántara, entregado al entonces Príncipe Juan Carlos a su paso por la Academia de Caballería de Valladolid. Suyo es igualmente el Monumento al V Centenario del Matrimonio de los Reyes Católicos (1969), la escultura de Juana la Loca (1981) expuesta en Tordesillas y otra de Mariana Pineda (1981). Desde mediados de los 60 participa en numerosos proyectos, es requerida por organismos oficiales y figura como miembro de diversos jurados.
Ana Jiménez ha «plantado» en calles, centros educativos y plazas céntricas obras de gran formato y calidad: en Valladolid, Roa (Burgos), Paredes de Nava, etc. En la ciudad del Pisuerga, su obra más famosa es La bola del mundo que preside la Plaza de España. Confeccionó igualmente la Medalla para los Juegos Internacionales de Gimnasia Rítmica, celebrados en esta misma ciudad en 1985, y otra más para los Concursos deportivos del año siguiente. También destacan el monumento Candia para el Parque Ribera de Castilla, elaborado por encargo de Ayuntamiento vallisoletano en 1996, y el relieve de bronce conmemorativo del IV Centenario del Quijote en la Casa de Cervantes (2005). Fallecida en noviembre de 2013, desde 1988 cuenta en Valladolid con una Fundación que lleva su nombre. En marzo de 2016, su heredera universal, María Pilar Lourdes Tejedor, donó al Museo de Valladolid 518 obras y más de 300 dibujos, que constituyen toda la vida artística de Ana Jiménez.
Fernando Urdiales Alaiz [1951-2010]
Ha sido uno de los mayores luchadores que ha dado la España contemporánea por la recuperación del teatro clásico, fundamentalmente español. Fernando Urdiales Alaiz nació en Valladolid en 1951. Debido al oficio de su padre, ferroviario de profesión, se trasladó muy pronto a León, y allí, en los Agustinos y en el Instituto Padre Isla, cursó el bachillerato y los estudios preparatorios para ingresar en la Universidad. En 1967 volvió de nuevo a Valladolid, donde terminó la Licenciatura de Medicina y Cirugía para, tiempo después, ejercer la especialidad de Psiquiatría. Es entonces, a finales de los años 60 y principios de la década siguiente, cuando Fernando Urdiales da sus primeros pasos en el mundo del teatro: en 1968 entra como actor en el famoso Teatro Universitario (TEU) y dos años después pasa a Corral de Comedias.
Su implicación en la lucha antifranquista le ocasionó numerosos percances con el Régimen, incluida una estancia de varios meses en la cárcel provincial. Bajo la dirección de Juan Antonio Quintana trabajó como actor en diversas obras. Entre 1975 y 1981 estuvo en las compañías Teloncillo (1975-76) y Teatro Estable (1978-81): en la primera dirigió y actuó en Misterio bufo, de Maiakovski (1976), y en la segunda dirigió A la caza del Snark, bella y difícil obra de Lewis Carroll (1981), en cuyo montaje mostró cualidades de imaginación y riesgo; también actuó en Rosencrantz y Guildestern han muerto, de Tom Stoppard (1979), en la obra de Cervantes Entremeses (1979), y en La sexta generación de los Habsburgo, de Agustín Poveda (1980).
En ese momento abandonó su profesión como psiquiatra para dedicarse por completo a la creación teatral. En 1981 fundó Teatro Corsario (que en 2009 cambiaría su nombre por ‘Teatro Corsario Castilla y León’), que se estrenó con la obra Sin abuso de desesperación, de Tennessee Williams (1982), y que durante cinco años puso en escena y dirigió obras de autores muy diversos, desde el mismo Williams a Antonin Artaud, Jean Cocteau, Jardiel Poncela, Peter Handke o el citado Carroll. Destacado experimentador, Urdiales bucea también en la raíz clásica y popular y en 1987 estrena Sobre ruedas a partir de los pasos de Lope de Rueda, y, a continuación, Pasión (1988), inspirada en la imaginaría barroca castellana: fue el primero de los grandes éxitos nacionales e internacionales de Corsario, que en 1990 recibió los Premios Bravo y Sarmiento.
De la mano de Urdiales, desde 1989 Teatro Corsario se especializa en el Siglo de Oro y en autores como Lope de Vega y Calderón. A ello se une la adaptación, en 2004, de Celama, territorio literario del escritor leonés Luis Mateo Díez, con el que la compañía obtuvo el premio “ARTEZ” al mejor espectáculo de la temporada 2004-2005, y el Premio a la Mejor Adaptación de la Asociación de Directores de Escena (ADE) (2005); igualmente, La barraca de Colón, montaje estrenado en octubre de 2005 dentro de las actividades de la XV Cumbre Iberoamericana.
El último montaje de Urdiales antes de su fallecimiento, ocurrido en Valladolid en diciembre de 2010, fue una inteligente y brillante puesta en escena de El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, que estrenó en 2009 en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo. Con Teatro Corsario, Urdiales realizó giras por toda España y visitó Francia, Gran Bretaña, Alemania, Austria, Italia, Portugal, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Polonia, Croacia, México, Colombia, Puerto Rico y Estados Unidos.
También impartió cursillos de interpretación y dirección en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid y en la de Animación y Tiempo Libre, y desarrolló labores docentes en el medio rural.
Su ingente y brillante labor teatral le hicieron merecedor, a título individual o con su compañía, del Premio Sarmiento (1990) y el Premio Nacional «Bravo» (1990) por su espectáculo Pasión, de la Medalla de Oro Provincia de Valladolid (1992) por la dirección escénica de Asalto a una ciudad; el Premio Meliá Parque (1996) por su adaptación escénica de La vida es sueño; el Valladolid de Teatro (1997) por Coplas por la muerte, trabajo con el que fue finalista, en 1997, del Premio a la Mejor Dirección Escénica de la Asociación de Directores de Escena de España; el Nacional Garnacha de La Rioja (1999) por su espectáculo Edipo Rey; el Premio del Jurado del Festival de Rivadavia (2004) por Celama; el Premio Max Revelación por La barraca de Colón en 2007, el Premio Adolfo Marsillach “a una labor teatral significativa”, concedido por la Asociación de Directores de Escena de España en 2008; el Premio del Público en el Festival Olmedo Clásico por El caballero de Olmedo, también en 2008; y el Premio Mejor Espectáculo en el Festival Internacional de Teatro de Pula (Croacia) por La maldición de Poe en 2010.
Amancio Prada [1949]
Ha puesto música y voz a los grandes poetas clásicos y contemporáneos españoles, y se confiesa un gran amante del arte. El cantautor Amancio Prada nació en la localidad leonesa de Dehesas el 3 de febrero de 1949, en el seno de una familia de labradores. De formación francesa, estudió sociología en la Universidad parisina de La Sorbona, y en la capital del país vecino se formó en armonía, composición y guitarra con los profesores Michel Puig y Silos Manso. Muy influido por las composiciones de autores como Joaquín Díaz, José Alfonso, Joan Manuel Serrat o Paco Ibáñez, ya entonces sentía una clara vocación por la música como cantautor. Se presentó en París en diciembre de 1973, en un concierto junto a Georges Brassens. En esa misma ciudad salió publicado su primer disco, Vida e morte (1974).
Regresa a España en 1975, graba un disco dedicado a Rosalía de Castro y fija su residencia en Segovia para dedicarse por entero a la composición. Enseguida se convierte en un verdadero referente generacional para la época de la Transición democrática española. Los éxitos se suceden desde ese momento: Caravel de caraveles, Canciones de amor y celda, Leila Doura y Cántico espiritual, este último estrenado en la Iglesia de San Juan de los Caballeros, Segovia, en 1977. Con este disco inicia, en 1982, una serie de recitales que comienzan en el Teatro Español de Madrid en el mes de febrero.
Ese mismo año graba Canciones y soliloquios, donde pone música a los poemas de Agustín García Calvo y emprende una gira de conciertos que le lleva a las principales universidades norteamericanas. En los años siguientes y tras su presentación en el Palau de la Música de Barcelona, en el Piccolo Teatro de Milán y en el Teatro del Odeón de París, graba De la mano del aire (1984) y Dulce vino del olvido (1985).
Su actuación en el Teatro Real de Madrid acrecienta su fama y multiplica las críticas elogiosas. Hasta el New York Times resalta la flexibilidad de su timbre y su capacidad dramática en escena. En 1986, estrena los Sonetos del amor oscuro, de Federico García Lorca, en el Teatro María Guerrero de Madrid, y prepara su siguiente álbum, A dama e o cabaleiro (1987), sobre la poesía neotrovadoresca de Alvaro Cunqueiro. Más tarde, y en colaboración con el escritor Manuel Vicent, compone las canciones del disco Navegando la noche (1988).
En 1990 graba un álbum doble titulado Trovadores, místicos y románticos, cuyo contenido, más el Cántico espiritual, presentó en el IV Festival de Música Sacra de Maastricht y en el Auditorio Nacional de Música, dentro del XIII Ciclo de Cámara y Polifonía. En 1997 graba Rosas a Rosalía con la Orquesta Real Filarmónica de Galicia. Su disco 3 poetas en el círculo (Cunqueiro, Lorca y García Calvo) (1998), es su primera grabación en vivo y en directo, realizada durante los conciertos celebrados en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. De mar e terra (1999) es un trabajo que entronca con la tradición oral.
Con Escrito está (2001), Amancio Prada prosigue su búsqueda permanente de la emoción y la belleza. Su primer disco-libro, Canciones del alma (2003), está dedicado íntegramente a textos de San Juan de la Cruz. Le han seguido Sonetos y canciones de Federico García Lorca (2004), Hasta otro día, Chicho (2005), dedicado a su amigo Chicho Sánchez Ferlosio, y Huellas de Salamanca (2005).
A finales de 2005, Prada publica Rosalía, siempre, un homenaje a la obra poética de Rosalía de Castro, presente en todo momento a lo largo de su trayectoria musical. Entre sus últimas producciones destacan Coplas a la muerte de su padre, que pone música a las coplas de Jorque Manrique (2010), y el disco-libro Libre te quiero (canciones de Agustín García Calvo), en 2013. La nómina de festivales y conciertos, tanto nacionales como internacionales, es ingente: Roma, Estocolmo, Ginebra, Buenos Aires, Nueva York, Lisboa, Caracas, Oporto, Chicago, México, Rabat, Colonia, Utrecht, Ravenna, Atenas, Bruselas, Medellín, etc. Acumula 17 premios y distinciones, entre ellos la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes (2001), el Premio de las Artes ‘Gil y Carrasco’ (2003) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2011).
José María Mezquita Gullón [1946]
La esencialidad de su pintura figurativa, que parte de motivos encontrados en su Zamora natal y en el paisaje castellano y leonés, y que alcanza un alto grado de universalidad, dentro de la poética de la concentración y el silencio, son algunos de los motivos esgrimidos por los expertos para ensalzar la obra del zamorano José María Mezquita Gullón.
Nacido en Zamora en 1946, Mezquita ha sido definido como un pintor «esencial, una figura clave de la pintura figurativa, al tiempo que un extraordinario dibujante y grabador». Entre 1964 y 1965 estudió en la Academia Peña y en el Círculo de Bellas Artes para pasar, en 1965, a la Academia de San Fernando de Madrid, donde fue discípulo de Antonio López durante cinco años. En ese tiempo también fue condiscípulo de los llamados «realistas cotidianos» madrileños.
La obra de este artista zamorano, sostienen los especialistas, «tiene un cierto aire irreal y pese a ser figurativa y reflejar lo cercano, de ella se puede hacer una interpretación abstracta»; aún más, «su obsesión por la pureza le hace vivir el arte de una forma no directa, ya que pinta al aire libre sin salir de su Zamora natal».
«Yo viví en Obispo Nieto hasta casi los veinte años y los niños íbamos a jugar al bosque de Valorio, donde me familiaricé con la naturaleza. Incluso antes de acabar Bellas Artes, cuando me vi con las mínimas herramientas del oficio como pintor, empecé a pintar aquello que conocía, que me atraía y que me había impresionado. De hecho, lo primero que empecé a pintar fue las raíces que saltan a la vista en el cauce como una ventana al interior de la naturaleza», reconoce.
Calificado como «un pintor del silencio, apartado y recluido», se ha llegado a decir que la actitud ante el motivo de Mezquita Gullón le hace parecerse a Díaz Caneja, primer galardonado con el Premio Castilla y León de las Artes, pese a que aquel pintaba recluido en su estudio y el zamorano lo hace al aire libre; también se le ha comparado con Mondrian o Pablo Palazuelo.
La crítica sitúa su obra en el realismo, si bien es cierto que ésta abarca un ámbito mucho más amplio que le lleva a la raíz de los problemas con una voluntad de esencialidad que recuerda a ciertos primitivos de la modernidad. Su trabajo gira en torno a la representación de la naturaleza desde una perspectiva estructuralista, tanto en las formas vegetales como en las minerales. En sus composiciones, rítmicas y sensibles, se aprecia un gusto por los valores de lo inacabado y una repetición musical a modo de Klimt, que articula los conceptos de lleno y vacío presentes, tanto en sus obras pictóricas como escultóricas, que acentúan su minuciosidad y detallismo, así como su gran pasión por el dibujo Su territorio pictórico se sitúa en el noroeste de la provincia de Zamora y sus cuadros son en gran parte testimonios de sus andanzas, de la observación de una naturaleza con la que convive, así como algunos espacios urbanos sin especial relevancia que a través de sus pinceles se convierten en realizaciones plásticas de proyección universal.
Desde su participación en la célebre exposición de ‘Jóvenes realistas’, celebrada en la madrileña Galería Seiquer, en 1971 (Galería en la que expondría en más ocasiones), Mezquita ha expuesto en numerosas ciudades de España,tanto de manera individual como dentro de exposiciones colectivas: Caja de Ahorros de Zamora, (Madrid), Galería Fúcares (Almagro) Galería Jorge Kreisler (Madrid), Casa del Cordón (Burgos), Museo de Bellas Artes de Bilbao, Galería Leandro Navarro (Madrid), Centro Cultural de Logroño, Sala de Armas, Ciudadela de Pamplona, Retrospectiva Junta de Castilla y León (Itinerante por las ciudades de la Comunidad), Fundación Sorigué, Museo de Vitoria Artium, Museo de Arte Moderno del Ayuntamiento de Madrid, etc. Su obra ha sido expuesta, además, en Londres, Moscú y Leningrado, y forma parte de importantes colecciones públicas y privadas: Colección Infanta Cristina, Banco de España, Fundación Juan March, Fundación Coca Cola, etc.
Entre sus últimas muestras destacan la organizada en los Palacio de los Serrano de Ávila, en 2009, donde expuso una antología de su obra compuesta por un centenar de piezas; la del Monasterio de Santa María de Valbuena, en la localidad vallisoletana de San Bernardo, en 2014; fuera de Castilla y León, en 2013 la galería ‘Juan Manuel Lumbreras’, de Bilbao, expuso 15 acuarelas, 11 litografías y 24 serigrafías del artista zamorano bajo el título Los márgenes de la realidad. En 2019, la exposición Territorio mítico, en la sala cultural del Centro Gran Capitán, en Granada, recogió una selección de su obra pictórica, y ese mismo año expuso "La Casa de Palomares" en la sala 'Pedro Torrecilla', de Fundación Cajacírculo (Burgos), 51 obras consideradas una lección de arquitectura rural y un homenaje a la llamada "España vacía".
José María González Cuasante [1944]
Su carrera artística, incluida en un primer momento dentro del nuevo realismo surgido en España a partir de los años 70, se encuadró enseguida en un territorio intermedio entre el Realismo europeo y el Hiperrealismo americano.
Nacido el 11 de noviembre de 1944 en la localidad burgalesa de Fresno de Losa, José María González Cuasante cursó el bachillerato en Zamora y, tras aprobar el Preuniversitario en Salamanca, comenzó la carrera de Filosofía y Letras en Madrid, donde también hizo Bellas Artes, graduándose en ambas.
Desde entonces ha compaginado de forma ininterrumpida la actividad académica y docente relativa a la enseñanza e investigación en las bellas artes con la artística creativa, al cincuenta por ciento. En 1973 es contratado como profesor de Pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid. Alcanzó el título de doctor en Bellas Artes en 1985 con la tesis De la imagen visual al espacio plano. Al año siguiente obtuvo la plaza de Profesor Titular de Pintura y dos años después la Cátedra de Pintura en la Facultad de Bellas Artes de Madrid que ejerce desde entonces.
Ha desempeñado diferentes cargos académicos, entre ellos los de vicedecano (1992-1 y decano de la Facultad de Bellas Artes (1994-2002). Su labor investigadora se expresa, entre otras actividades, en la dirección del grupo de investigación “Investigación Cromática” iniciado en 2005. Ha impartido diversos cursos monográficos en distintos centros, ha dado conferencias y ha sido miembro del jurado de prestigiosos Premios de Pintura. Además ha dirigido varias tesis doctorales y ha publicado, entre otros, los libros Introducción al color (2005) El color de la pintura (2008) y La expresión del color en la pintura burgalesa del siglo XV al XX (2010). También ha publicado varios artículos sobre su especialidad.
En 1971 expone por primera vez su obra en la galería Seiquer de Madrid en la colectiva “Jóvenes realistas” y en la mítica galería Amadís de Madrid. En 1972 obtiene una beca de la Fundación Juan March para realizar estudios en el extranjero, fijando su residencia en París durante algo más de un año. A raíz de ello, su obra se hace más internacional estableciendo contactos con artistas y galerías de otros países. Amplía su temática desde el ámbito doméstico hacia escenas de la vida urbana, mientras que su inicial estilo se transforma en un fotorrealismo muy luminoso y cromático.
Entre 1980 y 1986 practica una pintura más gestual rozando el expresionismo de esos años, y en 1987 retorna hacia planteamientos nuevamente más perceptivistas y visuales, que en los años noventa se concretan en la representación de varias series de interiores generalmente rojos.
Actualmente su obra se inscribe nuevamente en el fotorrealismo, profundizando en el paisaje urbano a través de la saturación del color y sutiles vibraciones del claroscuro, lo mismo que sigue haciendo en sus “interiores”, aunque en estos últimos con una caligrafía más desenfadada.
Según los estudiosos, la obra del burgalés, imbricada desde la fotografía, puede clasificarse como “fotorrealista”, aunque desde una factura pictórica no exenta de connotaciones próximas a los realismos contemporáneos. De él se valora, asimismo, la destacada y dilatada actividad docente e investigadora en el campo del color.
La temática de su pintura se integra en la vida diaria observada desde una premisa irónica y un análisis frío que entronca con artistas como Richard Estes o Richter. Ha realizado más de 70 exposiciones individuales y ha participado en importantes colectivas. Entre otros países, ha expuesto en Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Portugal, Estados Unidos e Hispanoamérica.
Entre sus exposiciones individuales destacan las realizadas en Madrid (Amadis-1972; Seiquer-1973, 1991 y 1993; Ynguanzo-1976, 1979, 1981 y 1995; Estampa-1999, 2003,2010 y 2013), París (Lilian Francois-1974, 1977, 1980 y 1983), o las realizadas en Barcelona (Barnadas), Valencia (My name´s Lolita) Pamplona, Gijón, Burgos o Zamora.
Su obra figura en más de 30 museos y grandes colecciones, desde el IVAM y la Colección Telefónica al Chase Manhattam Bank, la fundación Banco de Santander, Caja Duero, Banco de Sabadell, etc.
Ángel Mateos Bernal [1931-2022]
Salmantino nacido en 1931 en Villavieja de Yeltes, Ángel Mateos Bernal protagonizó una trayectoria profesional que dio origen a una obra artística independiente con gran personalidad y fuerza expresiva, en la que destacan su monumentalidad y el carácter arquitectónico.
Vino al mundo en una familia de canteros-constructores, oficio en el que trabajó desde temprana edad y del que obtuvo los conocimientos del hormigón, el material que más le identificaba. Con 21 años se trasladó a la ciudad de Sevilla para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, a la vez que asistíaa clases en la Academia de San Fernando de Madrid. Sin embargo, ya en aquella etapa mostraba su carácter rebelde, enfrentado al ambiente artístico, que siempre consideró acreedor de intereses ajenos al arte. Pronto se estableció en Vitigudino, donde instaló un modesto taller. A partir de 1963 comenzó una intensa carrera participando en diversos concursos nacionales de escultura.
«Iniciado en la figuración mimética, Mateos pronto se desvió de la estatuaria tradicionalista, y ello lo hizo sin olvidarse de la Naturaleza, de la ‘imago mundi’», ha señalado José Marín-Bernal; «pasó de la figura a su serie de acantilados, escultura-paisaje de carácter telúrico y disparada hacia la abstracción. Convencido de que la figuración escultórica en nuestro tiempo ha sido agotada por la obra de Moore, Ángel Mateos en 1967 se decide por los modos de la abstracción geométrica simultáneamente por el uso exclusivo del encofrado de hormigón».
En los años 70, la obra de Mateos aparece marcada por una serie de esculturas denominadas Dólmenes, de gran formato, como el Dolmen a la Libertad, que dona a su Villavieja natal, el Dolmen IV, instalado en la también salmantina localidad de Lumbrales, y, sobre todo, La Edad del Hormigón, de 12 metros de alto, en la autopista A-7, obra que supone un gran espaldarazo a su carrera, pues con ella se alza con el Premio Internacional de Autopistas del Mediterráneo (1974). A finales de esa década, el Ministerio de Cultura reconoce su trayectoria mediante la concesión de una Beca Nacional de Investigación de las Artes Plásticas. Ya entonces había participado en importantes exposiciones colectivas en ciudades como Barcelona, Madrid o Salamanca, junto a artistas como Camín, Feliciano Hernández, Soledad Sevilla, Eusebio Sempere o Cruz Novillo.
La década de los 80 se correspondió con su momento de plena madurez creadora; también, de una energía arrolladora. Su eterna convicción de alcanzar la libertad creadora como consecuencia de la libertad personal le alejó definitivamente de los círculos madrileños y trasladó su estudio a la capital salmantina, a cuyo ámbito restringió desde entonces su actividad.
Al mismo tiempo, su estilo se redujo hasta un constructivismo de estructuras primarias con un marcado carácter arquitectónico y monumental. De esta década es su serie Desplazamientos, que dos años más tarde dará lugar a la famosa exposición Esculturas Flotantes sobre el Tormes (1984), las cuales, a partir de 2009, quedarán emplazadas en Morille, también en la provincia de Salamanca.
La década de los 90 representó en su trayectoria artística la búsqueda de un proyecto final que resume y expresa su dedicación y tributo a su material, el hormigón. En 1994 realizó en su Villavieja natal una de sus grandes y más queridas obras, Obelisco; en 1999, con motivo del cuarto centenario de la ciudad de Valladolid, realizó la obra Inversión VIII, su escultura más importante tanto por dimensiones como por complejidad técnica.
En 2002, en Doñinos de Salamanca, culminó su gran proyecto, el Museo del Hormigón, que alberga toda su obra y donde dio por concluida su trayectoria artística. Autor de 13 exposiciones individuales y 15 colectivas, entre los premios obtenidos destacan, aparte de los citados, el Primer Premio en laExposición Nacional de Arte Contemporáneo (1966) y el Segundo Premio en laExposición Nacional de Pequeña Escultura (Valladolid, 1972). Falleció en Salamanca el 13 de mayo de 2022.
Santiago Martín Sánchez, ‘El Viti’ [1938]
Es considerado uno de los más grandes espadas de la historia y hasta el momento figura como el primer y único torero que ha recibido el Premio Castilla y León de las Artes. Santiago Martín Sánchez, ‘El Viti’, salmantino nacido en Vitigudino el 18 de julio de 1938 (de ahí su apodo), pronto sintió la afición por el toreo. Nació en el seno de una familia de artesanos que tenía un taller de carros en el pueblo, y con apenas 17 años comenzó a frecuentar capeas. Mató una vaquilla el día del Corpus de 1955 y repitió en las fiestas de Nuestra Señora, en el mes de agosto.
Se vistió por primera vez de luces en agosto de 1956 en la plaza de toros de su localidad natal. Convencido de que quería ser torero, comenzó a entrenar en las dehesas del ganadero salmantino Manuel Francisco Garzón. Debutó con picadores el 31 de de mayo de 1957 en la plaza de Ledesma. Al año siguiente solo pudo tomar parte en dos corridas debido a una cogida que sufrió en Francia y que le fracturó el brazo izquierdo.
En 1959 se dio a conocer como novillero en la plaza vieja de Vistalegre, en la localidad madrileña de Carabanchel, donde toreó cinco de las nueve novilladas de ese año. Su presentación en las Ventas, el 18 de julio de 1960, no pudo ser más exitosa: cortó las dos orejas y salió a hombros por la puerta grande. Enseguida comenzaron las apuestas por ese joven novillero charro.
El 13 de mayo de 1961 tomó la alternativa en la Feria de San Isidro de Madrid matando al toro ‘Guapito’, de Alipio Pérez Tabernero, que le había cedido Gregorio Sánchez en presencia de Diego Puerta. Además, cortó una oreja a cada toro y salió por la puerta grande. Ya en aquella temporada toreó 60 corridas en las principales ferias y se situó en los primeros puestos de su profesión, en los que permaneció a lo largo de toda su carrera.
Al año siguiente regresó de manera triunfal a Vilvestre y logró un apoteósico triunfo en la Feria de San Fermín. A finales de 1963, temporada en la que despachó 73 corridas, viajó a tierras americanas para torear en Perú, Colombia y México, país éste que en 1965 le concedió la Oreja de Oro.
Considerado «el rey de Las Ventas» por las que veces que triunfó en esta plaza, es el que en más ocasiones ha abierto su puerta grande -16 en total- y ha cortado 40 orejas en la misma. Entre sus faenas más populares también se recuerda la de Vistalegre de 1968, en la que cortó un rabo y los aficionados le sacaron a hombros hasta la Puerta de Toledo.
Anunció su retirada en 1971, después de torear en Palma de Mallorca, pero dos años después volvió a los ruedos para participar en 62 funciones y lograr varias tardes de triunfos; en 1974 anunció nuevamente que se apartaba de los ruedos, aunque regresó en 1976. En este año y en el siguiente participó en 53 corridas. En 1978 toreó en 46 funciones y en la última, en Talavera de la Reina, un sobrero le cogió violentamente; aun así, su arriesgada actuación le valió las dos orejas del toro, a las que se sumaron otras dos orejas y el rabo. A finales de ese mismo año toreó en Colombia, Venezuela y Ecuador.
Después de torear más de 800 corridas, el Viti se retiró en Valladolid, el 16 de septiembre de 1979, tras una temporada con éxitos en la Maestranza de Sevilla, en la que ganó el trofeo que lleva el nombre del coso, Valencia, Barcelona y Málaga, donde cortó cuatro orejas. Primera figura del toreo en nuestro país en las décadas de los 60 y los 70, los especialistas en la matera destacan su concepto clásico del toreo, serio, profundo y austero, propio de la denominada Escuela Castellana de la que formó parte y fue uno de sus mejores intérpretes. Tras su retirada ejerció de ganadero durante unos años.
En 1997 recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes que otorga el Ministerio de Cultura.
Enrique Seco San Esteban [1938]
Pintar y escribir son sus dos pasiones y a ellas se dedica en cuerpo y alma; hasta tal extremo, que algunos lo califican como «un asceta del siglo XXI». Nacido en el barrio de Carrascal de Zamora en 1938, Enrique Seco San Esteban cree en la pintura de lo que él denomina lo auténtico, lo sencillo pero básico, que él encuentra en el paisaje y las gentes del campo zamorano.
De formación autodidacta, vino al mundo en un hogar humilde. Su padre era maestro chocolatero y su madre, modista. De pequeño jugaba y pintaba, pues ya entonces sentía pasión por las artes creativas. Él mismo reconoce que podría haber sido escultor o poeta.
Comenzó a pintar en 1963 y al año siguiente ya exponía en su Zamora natal, concretamente en la sede de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca. Ávido de aprender, en la década de los 60 viajó a París en busca de las vanguardias y las tendencias artísticas más avanzadas. Allí permaneció entre 1966 y 1973. Entonces renunció a imitar a los grandes maestros y decidió apostar por un estilo propio. Él mismo cuenta que le ofrecieron pintar falsificaciones de Matisse, entre otros grandes pintores, a lo que siempre se negó.
En 1973 regresó a su Zamora natal, convencido de que para hacerse un hueco en el mundo de la pintura no era necesario hacer cola en Madrid. Desde entonces se adentra en el paisaje y los personajes de la vieja Castilla, los aperos, las construcciones, los animales y las gentes del campo, los grandes monumentos de su Zamora natal y el río Duero. Es donde dice que habita la poesía. Los especialistas definen su estilo como costumbrista e impresionista, apegado a la realidad y con gran fuerza expresiva; Enrique Seco pinta, según él, «de primera intención», con pinceladas sueltas, apostando por la fuerza del instante.
Hasta el momento, su obra ha sido expuesta en 36 ocasiones desde aquella pionera muestra zamorana. En Madrid, por ejemplo, ganó la medalla de Plata del Concurso Nacional de Educación y Descanso de 1965, y ha expuesto en dos ocasiones más, en 1984 (Sala de Arte Ingres) y 1991 (Salón Cano).
Ha prodigado su arte en Asturias y Cantabria, con numerosas exposiciones en la Sala Murillo de Oviedo desde los años 70, así como en la Galería Monticelli de Gijón (1982 y 1985) y en la Espi de Torrelavega (1974, 1977 y 1989). Lo mismo ha hecho en Zaragoza (Sala Barbasan), Valladolid (Galería de Arte Rafael) y, sobre todo, en su Zamora natal, especialmente en la Galería de Arte Espacio 36. En 2014 volvió a exponer en Madrid después de 18 años, concretamenteen la galería de Arte Puerta de Alcalá, y en 2015 hizo otro tanto con 80 obras en la galería Sala Murillo de Oviedo.
Autor del Cartel de la Semana Santa de Zamora de 2005, que representa a la Virgen del paso de La Lanzada, propiedad de la Cofradía del Santo Entierro, la pintura de Enrique Seco puede contemplarse, además, en las Cortes de Castilla y León, en la Diputación Provincial de Zamora, en el Ayuntamiento y en el Museo de Semana Santa de esta misma ciudad, lo mismo que en colecciones privadas en España y en el extranjero (Estados Unidos, Francia y Colombia).
Tiene su estudio en su casa del barrio zamorano de Carrascal, donde nació y donde desde 2008 cuenta con una calle a su nombre. Es, de hecho, una persona carismática y muy querida por sus vecinos, humilde en el trato y sencillo en su estilo de vida. De hecho, en 2008 la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos de Zamora le nombró Vecino del Año por su constante implicación en la vida del barrio, donde ha organizado concursos de pintura y otros eventos de carácter cultural, muchos de ellos destinados al público infantil. Ese mismo año recibió el Premio a la Cultura del Semanario ‘La Voz de Zamora’, y en 2012, el Premio Excelencia Cultural de la Fundación Científica Caja Rural de Zamora.
Además de la pintura, Seco San Esteban frecuenta la poesía, su segunda gran afición, que inició a finales de los 80 sin otra experiencia académica que rebuscar en sus sentimientos. «Incluyo, dentro de mi obra pictórica, mi vocación poética, aunque no se bautizara en el mismo día por ser vocación tardía», reconoce. Hasta el momento ha escrito 14 libros de poesía.
Alberto Bañuelos Fournier [1949]
Ha renovado el lenguaje escultórico al incorporar la piedra a la contemporaneidad, al tiempo que el diálogo entre lo que el artista lee y piensa y su producción concreta confiere a su obra un estilo singular. Alberto Bañuelos Fournier, burgalés nacido en 1949 en el seno de una familia de médicos, se aficionó desde pequeño a la pintura y no tardaría en seguir una senda profesional distinta a la que, sin duda, le deparaban sus progenitores. Aunque se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, carrera que cursó entre 1972 y 1977, su vocación por el arte le llevó hasta la localidad italiana de Carrara, donde llegó en 1978 para aprender el oficio del mármol en sus míticas canteras; regresaría en varias ocasiones a principios de los años 80.
De formación autodidacta, se descubrió escultor tras haber orientado sus inquietudes iniciales hacia la pintura, que perfeccionó en academias privadas de Madrid, donde ya a finales de los 70 contaba con un estudio propio. En la década siguiente multiplica los viajes (Brasil, Estados Unidos, Marruecos…) y se empapa del oficio de artistas como Lucian Freud, Mark Rothko, Henry Moore, Isamu Noguchi, Richard Serra y Medardo Rosso.
Desde mediados de los años 80 desarrolla una intensa actividad artística, de la que los especialistas resaltan, en un primer momento, un equilibrio escultórico en el que se aprecian las huellas del clasicismo, pues su obra se aproxima a la escultura-pintura a través de una síntesis entre la forma, los volúmenes y los signos.
Su obra destaca por el empleo de materiales clásicos como la piedra o el mármol, de los que rescata la pureza y la fuerza de la naturaleza. En este sentido, Bañuelos ha trabajado en mármoles yugoslavos o de Carrara, en la piedra cristalina de Calatorao (Zaragoza) y en granito de Zimbabue. Hasta principios de los 90, la escultura de Bañuelos se caracterizó por el dominio de series como las “quillas”, que combinó con una segunda serie menos prolífica, “los paisajes”.
Fue entre 1991 y 1995 cuando se distanció un tanto de su universo material por excelencia, la piedra, para centrarse en el hierro, que solo había incorporado en algunas variantes de las quillas. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de los 90 troca de nuevo el hierro por la piedra y populariza varias tipologías seriales como los “Torsos”, “Del mar adentro” o “Las lunas”.
Convencido de que el artista debe verter lo que piensa y lee en su arte, en los últimos años Bañuelos esculpe desde la deconstrucción, método postulado por el filósofo Jacques Derrida, que exige la fragmentación de textos y la búsqueda no de sentidos, sino de huellas, de ideas. De esta manera, la escultura se compone de cinceladas sobre la piedra que materializan signos, es decir, el escultor manipula los signos por medio de sus cinceladas. En la actualidad, parte de su producción guarda gran similitud con los elementos que hace miles de años elaboraban los aztecas, circunstancia que el propio escultor achaca al lenguaje fuera de artificio que se establece entre el material procedente de la naturaleza y el artista.
Su primera exposición individual se celebró en la Galería Club 24 de Madrid, en 1984; ha participado en varias ediciones de Arco, en la Exposición Internacional Itinerante patrocinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores en diversos países de Europa y América en 1992, así como en el Pabellón de España en la Expo-92. De hecho, Bañuelos ha llevado a cabo más de medio centenar de exposiciones individuales en numerosas galerías españolas, como en Raquel Ponce en Madrid, y en instituciones como el Museo de Arte Contemporáneo, el Ateneo de Yucatán, la Embajada de España en México y el Museo Nacional de Antropología de la capital mexicana. También ha participado en más de 75 exposiciones colectivas desde el año 1985.
Más de 600 esculturas componen la obra de este burgalés, que pueden encontrarse en museos como el Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo de Escultura de Carrara o el IVAM, así como en organismos oficiales como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Colección de Banco Atlántico, el Ateneo de Madrid, el Cabildo de Fuerteventura, las Cortes de Castilla y León y la sede de la ONCE.
Concebidos en buena medida para ser expuestos en exteriores, sus trabajos también se han podido contemplar en espacios públicos y jardines de ciudades como Burgos, León, Salamanca, Madrid, Zaragoza, el Valle de Hecho (Huesca) o en la localidad coruñesa de Muxía, que alberga la que hasta la fecha es su obra de mayor tamaño, una pieza de 400 toneladas y cerca de 11 metros de altura que representa la tragedia del Prestige. Fuera de nuestras fronteras sus trabajos pueden contemplarse en ciudades como Ashod, en Israel; Changchun, en China; y Quebec, en Canadá.
En 1985 obtuvo la Mención de Honor de la XVII Exposición Academia de BBAA, en Cádiz, y en 1999 recibió el Premio de escultura Mariano Benlliure, otorgado por el Ayuntamiento de Madrid.
Jesús López Cobos [1940-2018]
Fue el primer director de orquesta que recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y disfrutaba de un gran prestigio y reconocimiento internacional. Nacido en la localidad zamorana de Toro el 25 de febrero de 1940, Jesús López Cobos comenzó a sentir la vocación por la música en el seno de su propia familia y a raíz de los conciertos de órgano y el canto coral que oía en la Catedral de Málaga, donde residió desde los seis años y en cuyo Seminario estudió hasta los 17.
Comenzó su formación musical en Málaga, Granada y Madrid. En 1964 se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense y dos años después se diplomó en Composición, también en Madrid, tras formarse con profesores como Halffter, Echevarría, Callés, Gombau o Sopeña. Su carrera musical la inició como director de coros y colaborando con las Semanas de Música Religiosa de Cuenca.
Tras obtener varios premios y gracias a becas de instituciones como la Fundación Juan March, los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Educación y Ciencia, y el Instituto de Estudios y Publicaciones del Banco de Urquijo, amplió su formación en el extranjero. Primero en Viena, en cuya Academia de Música llevó a cabo, entre 1966 y 1969, estudios de dirección coral y orquestal con maestros como Swarowsky, Schmidt y Osterreicher; y posteriormente en la Juilliard School of Music de Nueva York.
Obtuvo galardones en los Concursos de Copenhague y Besançon en 1968 y 1969, lo que le permitió debutar en Praga como director sinfónico y en Venecia como director de la orquesta de La Fenice. A partir de ese momento fija su doble orientación sinfónica y operística. Como becario del gobierno italiano realizó cursos estivales de dirección con Franco Ferrera (Venecia) y Peter Maag (Siena). Invitado en 1971 por la Ópera de Berlín, institución que diez años más tarde le nombraría Director General de Música, en este teatro permanecería hasta 1990, llevando sus producciones a Washington y Japón, donde dirige por primera vez la tetralogía El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner.
Su periplo internacional era ingente. Debutó en Londres en 1976 y en Los Ángeles en 1978 con sus respectivas orquestas filarmónicas. Entre 1981 y 1986 fue director principal invitado de la Filarmónica de Londres, con la que realizó giras por Japón y España. Dirigió regularmente todas las grandes orquestas europeas y americanas y ha participado en los más prestigiosos festivales internacionales (Edimburgo, Salzburgo, Berlín, Praga, Lucerna, Montreux, Tanglewood, Ravinia, Hollywood Bowl, etc.).
Entre 1990 y 2000 ejerció como director artístico de la Orquesta de Cámara de Lausanne, y otro tanto hizo en la Orquesta Sinfónica de Cincinnati -que recientemente le ha nombrado Director Musical Emérito- entre 1986 y 2001. También fue responsable artístico de la Orquesta Francesa de Jóvenes durante tres temporadas y director titular de la Orquesta Nacional de España entre 1984 y 1988.
Fue el primer director español que subió al podio de la Scala de Milán, del Covent Garden de Londres, de la Ópera de París y del Metropolitan de Nueva York. Entre 2003 y 2010 ejerció como director Musical del Teatro Real de Madrid y director titular de la Orquesta Sinfónica de Madrid con su propio ciclo de conciertos. En los últimos años venía desarrollando numerosos proyectos, tanto en el ámbito operístico como en el sinfónico. Regresó a la Ópera de Viena con diferentes producciones, comenzó nuevamente a dirigir producciones en la Deutsche Oper de Berlín y en la temporada 2010-2011 asumió la dirección invitada de la Orquesta Sinfónica de Galicia. En mayo de 2013 fue nombrado director emérito de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Falleció en Berlín, donde residía, el 2 de marzo de 2018.
Su abundante discografía abarca un importante número de grabaciones para Philips, Decca, Virgin, Teldec, Telarc, Denon, Claves, Cascavelle, etc.
Con la Orquesta de Cincinnati grabó en exclusiva para Telarc obras de Falla, Ravel, Bizet, Franck, Mahler, Respighi, Villa-lobos, Shostakovich, etc. Su última grabación le llevó a ser nominado a los Grammy, en 2003. Editó un ciclo de Sinfonías de Bruckner, con la Orquesta de Cámara de Lausanne ha grabado para Denon un ciclo de Sinfonías de Haydn, y, para el sello Teldec, una serie de óperas de Rossini.
Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1981 y era miembro de honor del Teatro de la Ópera de Berlín. El Gobierno alemán le concedió su más alta condecoración civil, la Cruz al Mérito de Primera Clase de la República Federal Alemana (1989), por su labor al frente de la Ópera de Berlín. Era Doctor Honoris Causa de las Artes por la Universidad de Cincinnati y poseía la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, otorgada por el Gobierno español en 2001, así como el título de Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres del Gobierno francés.
Lola Herrera [1935]
Es una de las actrices españolas más emblemáticas, dedicada especialmente al teatro y a la televisión. Dolores Herrera Arranz, más conocida como Lola Herrera, nació en Valladolid el 30 de junio de 1935, y con apenas dos años su familia se trasladó desde el número 2 de la calle Catalina Adulce, detrás de la Plaza de Toros, al barrio de las Delicias, cerca de los talleres de la Renfe, concretamente al número 8 de la Calle Arca Real.
Lola Herrera era la mayor de seis hermanos. Comenzó sus estudios en el colegio de las Hermanas de la Cruz, situado en dicho barrio vallisoletano, donde con cuatro años tuvo su primer contacto con el teatro haciendo de muñeca en una función teatral. Luego cambió de Colegio y continuó sus estudios en uno situado en la carretera de Salamanca (ahora Avenida de Salamanca); también estudió en la academia de la Asociación de Renfe, en la calle Héroes del Alcázar.
Con 12 años comenzó a ganar premios en concursos de canciones como ‘Arte hacia la fama’, convocado por la Cadena SER en el Teatro Calderón, o en certámenes del mismo estilo en Valladolid, Burgos, Zamora, León y Madrid. A los 14 años se incorporó a Radio Valladolid, de la Cadena SER, donde, entre otras muchas actividades, dio vida al famoso «Pajarito Azulín», personaje infantil al que los padres mandaban cartas para sus hijos. En 1955 se traslada a Madrid, donde prosigue su trabajo en la radio, concretamente en la SER y en Radio Madrid. Entonces fue reclamada por Sautier Casaseca para interpretar radionovelas.
En 1957 debuta como actriz de teatro con El campanero, de E. Wallace, en el madrileño Teatro de la Comedia, protagonizada por Manuel Dicenta, su futuro suegro. A partir de este momento su actividad teatral es constante, protagonizando cerca de 40 obras, entre ellas Jaque a la reina (1959), Querido salvaje (1961), Entre nosotros (1966), Alicia en el país de las maravillas (1978), y Juana del amor hermoso (1983). Especialmente determinante fue su encuentro, a principios de los años 60, con Vicente Parra, con quien interpretó obras de enorme éxito, como Cherie, de Colette (1961), y Rebelde, de Alfonso Paso (1962). En 1976 realizó una gira por Europa con la compañía Tirso de Molina.
Pero su mayor éxito llegó con Cinco horas con Mario, una versión teatral de la novela de Miguel Delibes que se estrenó en noviembre de 1979, en el Teatro Marquina de Madrid, bajo la dirección de Josefina Molina, obra con la que a lo largo de diez años recorrió España y América, alcanzando varios miles de actuaciones. Veinticuatro años después, Lola Herrera volvería a poner en escena a la Menchu de Delibes, papel que le ha deparado la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes. Entre sus últimas interpretaciones sobresalen El estanque dorado, junto a Héctor Alterio, y de nuevo Cinco horas con Mario, en el Teatro Calderón vallisoletano (2021).
Aunque se ha dedicado principalmente al teatro y a la televisión, también ha trabajado en el cine, donde debutó con 18 años en la película El pórtico de la gloria (1953). Ha realizado numerosos trabajos de doblaje (Casa de Muñecas, Gritos y susurros, Alicia ya no vive aquí, etc.) y protagonizado la cinta autobiográfica de gran éxito Función de noche (1981), de Josefa Molina, junto a su ex marido Daniel Dicenta; por esta actuación obtuvo el premio a la mejor actriz en el Festival de Cartagena de Indias (Colombia), y representó a España en múltiples festivales internacionales. Dentro de su actividad cinematográfica destacan La próxima estación, de Antonio Mercero, junto a Alfredo Landa (1982); El amor perjudica seriamente la salud, de Manuel Gómez Pereira (1996), y Primer y último amor, de Antonio Giménez Rico (2002).
Su actividad en televisión comenzó en “Estudio 1”, mítico programa en el que realizó cerca de una veintena de episodios, y en las famosas Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador, concretamente en El trasplante y en La casa (1968). Interpretó obras de Pirandello, Arniches, T. Williams, Arthur Miller, Unamuno, los Quintero y el teatro clásico español, pero también novelas españolas tan conocidas como Cañas y Barro y La barraca (1979).
Con la llegada a televisión de las series nacionales interviene en Las viudas (1977) y, más recientemente, en proyectos de gran éxito como La casa de los líos, junto a Arturo Fernández (1996-2000), Paraíso (2000) y El grupo (2000), regresando a este género con series como Un paso adelante (2002-2005) y Las chicas de oro (2010). Ha publicado un libro de memorias titulado Me quedo con lo mejor (2013).
Con más de cuarenta años en el mundo de la interpretación, Lola Herrera ha recibido numerosos premios de teatro y televisión: Antena de Oro, Quijote de Oro, Premios de la Crítica, Premio Max de las artes escénicas, Fotogramas de Plata, Premio Ercilla, TP de Oro a la Mejor Actriz, Premio de Teatro Pepe Isbert, Medalla al Mérito de las Bellas Artes, Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, Medalla del Centenario del Círculo de Bellas Artes, etc. También posee el Premio de Teatro Provincia de Valladolid, otorgado por la Diputación en 1996, el Premio Racimo (1998), el Max de Honor de las Artes Escénicas (2016) y la Medalla de Oro de Valladolid (2021). Desde el año 2007 una Plaza del vallisoletano Barrio de las Delicias lleva su nombre.
Concha Velasco [1939]
Nacida en Valladolid el 29 de noviembre de 1939, Concepción Velasco Varona, más conocida como Concha Velasco, es una de las actrices más emblemáticas y queridas por el público español. Es hija de militar, Pío Velasco, y de Concepción Varona, maestra republicana. Desde muy pequeña no ocultaba su afición por el baile y la canción.
El traslado de su padre a Larache (Marruecos) obligó a la familia a cambiar de residencia; allí, con apenas seis años, inició estudios de danza, que continuaría en Madrid a causa de un nuevo traslado de su progenitor, ascendido a teniente. Se matriculó en el conservatorio y en diversas academias, además de recibir clases de maestros particulares, con el firme objetivo de convertirse en bailarina. Sin embargo, los problemas económicos de la familia la obligaron a abandonar los estudios de danza y ponerse a trabajar.
Aun así, pudo completar sus conocimientos teóricos en el ballet de la Compañía Nacional de Ópera, con la que debutó en La Coruña. Tras interpretar un pequeño papel en Bienvenido Mister Dólar (1954) pasó trabajar en la compañía de Pedro Terol y compartió escenario, como artista flamenca, con Manolo Caracol y Luisa Ortega. Fichada en 1955 por Virginia Matos, continuó al año siguiente como vicetiple en la compañía de revistas de Celia Gámez, y posteriormente en la de Mary Begoña y Antonio Garisa.
Con quince años rueda su primera película, La reina mora (1954), luego coprotagoniza Muchachas en vacaciones, de José María Elorrieta (1958) y hace otro tanto junto a Tony Leblanc en Las chicas de la Cruz Roja, de Rafael J. Salvia (1958), su consagración profesional. El mismo Leblanc, con quien rodará una serie de películas, la propuso para sustituir a Nati Mistral en la revista Ven, y ven… al Eslava (1958), su debut en el teatro. Al mismo tiempo, con el director José Luis Sáenz de Heredia inicia una larga y fructífera colaboración de la que surgen El indulto (1960), adaptación de una obra de Emilia Pardo Bazán, y, sobre todo, Historias de la televisión (1965), en la que se da a conocer como cantante con un éxito intemporal como es La chica ye-ye.
De actriz juvenil pasó a interpretar películas con Manolo Escobar, que fueron todo un éxito de taquilla, para, posteriormente, cambiar su registro demostrando una gran capacidad para interpretar papeles dramáticos, como demuestra en Tormento (1974) y Pim, pam, pum… ¡Fuego! (1975), ambas de Pedro Olea.
En total, Concha Velasco ha interpretado más de 100 películas, entre las que figuran La colmena (1982), de Mario Camus; La hora bruja (1985), de Jaime de Armiñán; Esquilache (1988), de Josefa Molina; Más allá del jardín (1996), de Pedro Olea; y trabajos más recientes como Paris-Tombuctú (1999) de Luis García Berlanga; Km. 0 (2000), de Juan Luis Iborra; Los pasos perdidos (2001), de Manane Rodríguez, y El oro de Moscú (2002), de Jesús Bonilla.
Actriz polivalente, ha triunfado en teatro, donde atesora una intensa actividad en todos los géneros, formando compañía propia. Filomena Maturano (1979), Carmen Carmen (1988) y Hello Dolly (2001) son algunos de sus éxitos más destacados, que hay que hacer extensivos a la televisión, donde interpreta teatro y series, destacando especialmente en Santa Teresa de Jesús, de Josefina Molina (1984), por la labor personal de recreación del personaje de la Santa de Ávila.
Entre sus últimas series figuran Motivos personales, en Tele 5 (2005), Herederos (2008) y Las chicas de oro (2010), ambas en TVE. También es notable su actividad como presentadora en la pequeña pantalla, como demuestra desde 2011 en Cine de barrio, de TVE, y como cantante, faceta esta última en la que obtiene éxitos como el de Mamá quiero ser artista, frase que ha sintetizado, como ninguna otra, su vocación y entrega a la profesión y su biografía de gran dama del cine y de la escena española. En marzo de 2018 regresó a Valladolid para representar El funeral en el Teatro Calderón, obra escrita y dirigida por su hijo, Manuel M. Velasco. La habitación de María, representada en el Teatro Bretón de Logroño el 21 de septiembre de 2021, fue su última función teatral. Después de la misma anunció su retirada.
Concha Velasco ha recibido numerosos premios y distinciones, como la Medalla de Oro de las Bellas Artes, Medalla de Oro de la Academia de Cine, Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos, Fotograma de Plata en cinco ediciones, Premio a la Mejor Interpretación Femenina del Festival de Valladolid por La hora bruja; Premio Miguel Mihura de la SGAE, Premio de Teatro Provincia de Valladolid, Premio Nacional de Teatro, Medalla de Oro de Valladolid, Goya de Honor en 2012, y el XVI Premio Corral de Comedias del Festival de Almagro en reconocimiento de toda su carrera. En 2016, el Gobierno español le distinguió con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte le otorgó el Premio Nacional de Teatro. Desde 2015, una calle de Valladolid lleva su nombre.
Amaya Arzuaga [1970]
Amaya Arzuaga ha sido durante mucho tiempo la diseñadora de moda española de mayor proyección internacional. Nació en Burgos en 1970, en el seno de una familia con tradición textil. A los 14 años se trasladó a Madrid, donde en 1992 completó los estudios superiores de Diseño de Moda en la Universidad Politécnica. Ese mismo año se incorporó como diseñadora a su empresa familiar, ‘Elipse’, impulsada por su madre, María Luisa Navarro.
En 1994 creó su propia empresa y presentó su primera colección de moda en el Salón Prêt-à-porter París. Al año siguiente llevó a cabo su primer desfile en la Pasarela Gaudí (Barcelona) y presentó su colección en Atmosphère (París) y en la Pasarela Cibeles (Madrid). En 1997 fue la primera y única diseñadora española seleccionada para participar en la London Fashion Week, y durante seis años presentó exclusivamente sus colecciones en la Semana de la Moda de Londres. Contó entonces con la presencia de la modelo Naomi Campbell, lo que aportó aún más relevancia a sus diseños.
En el año 2000 abrió su primera tienda en Madrid y en 2002 fue invitada por la Cámara Nacional de la Moda de Italia para presentar su colección primavera-verano 2003 en la Semana de la Moda de Milán, junto a diseñadores como Tom Ford, Miuccia Prada, Dolce & Gabbana o Alberta Ferretti.
Tras dos años de estancia en Milán, en 2005 reapareció en la Pasarela Cibeles para presentar, con motivo de su décimo aniversario, una colección exclusiva para la temporada otoño-invierno 2005-2006, denominada "Amaya Arzuaga Reserva". En 2007 participó en las exposiciones colectivas ‘12 trajes para Tokio’, organizada en la capital nipona por el Instituto Cervantes, y ‘Spanish Fashion’ en el Queen Sofía Spanish Institute (Nueva York).
En septiembre de 2010 debutó en la Semana de la Moda de París, admitida por la Cámara Sindical de la Costura de Pret a Porter, con su colección primavera/verano 2011; y en 2013 protagonizó el desfile “Amaya Arzuaga Primavera-Verano 2014” en El Instituto Cervantes de la capital francesa, donde además presentó un show interactivo mediante una instalación audiovisual. Asimismo, de 2012 a 2015 fue la única diseñadora española en presentar en París, en el Palacio de Tokio, en la Embajada de España y en el Grand Palais.
Así, en enero de 2014 fue invitada a desfilar por primera vez en la Hong-Kong Fashion Extravaganza, y en los dos meses siguientes presentó las colecciones otoño-invierno 2014-15 en la MBFW (colección “AA de Amaya Arzuaga”), y en el Palais de Tokyo de la capital francesa (colección “Amaya Arzuaga”). En 2015 hizo otro tanto en la Pasarela Cibeles (“AA de Amaya Arzuaga”) y en la Galería Marais de París (colección “Amaya Arzuaga”), y en 2016 presentó en la Madrid Fashion Week una colección otoño-invierno con 47 'looks' de mujer inspirados en uniformes espaciales. En 2012 puso en marcha su tienda Online.
Sus colecciones han estado presentes en las principales pasarelas mundiales y su red de tiendas distribuía sus modelos en numerosos países. Concretamente, sus diseños se encontraban en 37 países (exportaba el 70 % de su producción) a través de sus más de 200 puntos de venta. Además de en España, ha estado presente en mercados tan importantes en su sector como Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Francia, Hong-Kong, Italia, Australia, Singapur, Arabia Saudí o Kuwait. Sus colecciones no faltaban a citas tan prestigiosas como las ferias internacionales de la moda de Atmosphere (París) y Fashion Cotterie (Nueva York).
Hasta el año 2017 contaba con dos líneas de ropa femenina, “Amaya Arzuaga”, que formaba parte del calendario de la Semana de la Moda de París, y “AA de Amaya Arzuaga”, con la que desfilaba en la Pasarela Cibeles, así como con una colección de ropa de cama, “Amaya Arzuaga Inside”, y otra de zapatos. A todo ello se sumaba el vino “Amaya Arzuaga colección, Ribera del Duero”, lanzado en 2009, pues su padre, Florentino Arzuaga, regenta las famosas bodegas que llevan su apellido en la Ribera del Duero. En 2017, las persistentes dificultades económicas por las que atravesaba su empresa la obligaron a cerrarla definitivamente y, alejada del mundo de la moda, dedicarse por completo al negocio familiar.
Amaya Arzuaga también colaboró en el vestuario de la película ‘Carne trémula’ (1997), de Pedro Almodóvar, y en el espectáculo ‘Pasión gitana’, del bailarín Joaquín Cortés.
Entre los numerosos reconocimientos recibidos figuran el de Diseñadora del Año 1999, el Primer Premio Cibeles, el Premio Empresaria Joven de ‘Expansión’, los Premios T de Telva, ELLE, Woman, Prix de la mode Marie Claire, Shangay y Cosmopolitan, el Premio a la Mejor Colección de Moda (2008), el Premio de ‘El Mundo’ a las Artes Plásticas y, sobre todo, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2005) y el Premio Nacional de Diseño de Moda 2013. También posee el título de ‘Burgalesa de Pro’, concedido en 2010 por el Ayuntamiento de Burgos.
Águeda de la Pisa Prieto de la Cal [1942]
Nacida en Palencia en 1942, Águeda de la Pisa supo enseguida, hacia los 12 años, que su vocación era la pintura, circunstancia que como ella misma ha reconocido, le obligó a superar en varias ocasiones cierta resistencia familiar. Inició los estudios de dibujo a finales de los años 50 en Valladolid, en el estudio de Eugenio Ramos Sanz, y los continuó al finalizar el bachillerato en la Academia madrileña de Eduardo Peña y en la Escuela de Artes y Oficios, en la sección de modelado. También practicó en los talleres de dibujo del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Inició su trayectoria profesional después de su primera exposición celebrada en 1964 en las salas de exposiciones de la Caja de Ahorros Provincial de Valladolid. Su obra comenzó con una corta etapa figurativa y académica, que tras pocos años abandonó por el informalismo como consecuencia de un análisis de su propia obra, e introspección para conseguir un lenguaje personal. A partir de mediados de los años 70 se define por la abstracción, con una clara influencia de los pintores de la Escuela de Nueva York. Asimismo, su obra parece conectar con la de los españoles Eusebio Sempere y Gustavo Torner, con quien comparte importantes criterios estéticos, y también reconoce la influencia de Juan Manuel Díaz Caneja.
Especialmente relevante para su carrera fue el apoyo, en aquellos años setenta, del poeta, escritor y crítico de arte Santiago Amón. Fue la única mujer que formó parte del grupo Ruedo Ibérico, creado en 1987 por los pintores José Caballero y Luis Caruncho, y que también integraron los pintores Salvador Victoria, José María Iglesias, Álvaro Delgado, José Luis Fajardo, el teórico José Luis Morales y el poeta José Caballero Bonald.
Unido en la defensa del experimentalismo y la libertad en el arte, este grupo se caracterizaba por el rechazo a la actitud oficial ante las artes plásticas y protagonizó numerosas exposiciones colectivas en el extranjero, como en Praga (1989) y ciudad de México (1980) y en el Centro Cultural de la Villa de Madrid (1991). En 1996 fue invitada por Ricardo Licata a participar en un curso de grabado en la Scuola Internazionale di Gráfica de Venecia.
La obra de Águeda de la Pisa, imbuida casi toda ella en la abstracción, se caracteriza por la eliminación de todo elemento anecdótico que impida la contemplación pura y destaca por amplias zonas de color que crean atmósferas suaves y transiciones tonales ajenas a cualquier estridencia. Siempre sintió verdadera atracción por el paisaje castellano, "un paisaje lleno de poesía silenciosa e intensa, y de fidelidad al orden del universo. Son paisajes de grandes superficies, apenas onduladas sobre las que la luz de los diferentes momentos del día crea inusitados y bien determinados campos de color y también llamativas acotaciones geométricas" señalan los críticos.
De igual manera, su vida en una gran urbe como Madrid, donde se formó como artista, le dejó huellas sobre su trabajo. Los perfiles de la arquitectura urbana y los colores de los neones publicitarios se le revelaron como un supramundo, como una visión insólita de la ciudad, en la que el orden parece imponerse sobre el caos. Ha participado en más de un centenar de Bienales y Ferias de Arte, con más de 50 exposiciones individuales en numerosos países.
Entre sus numerosas exposiciones individuales destacan las realizadas en Madrid en el Ateneo (1969), la Galería Rayuela (1973), Galería Kreisler Dos (1974 y 1978), Galería Tórculo (1989), Galería Albatros (1992), Galería BAT Alberto Cornejo (1997) y Galería Arte Ventiuno (2007). En 2013 expuso en Espacio Vuelapluma y en la Escuela Superior de Ingenieros de Minas. Ha realizado varias exposiciones en Paris, en la Galería Lina Davidov, en Suiza en la Galeria H. Müller de Winterthur (1979 y 1986), en Ginebra -Galería Calart (1986)-, y en los Institutos Cervantes de Amman (2001) y Beirut (2001). También ha expuesto en Espacios públicos y Fundaciones, como en el Centro Cultural de España en la Habana (2000), Fundación Díaz Caneja de Palencia (2002), Fundación Antonio Pérez de Cuenca (2006), Sala de la Pasión de Valladolid (2.003), Itinerante por la Comunidad de Castilla y León (1995), Centro Cultural de las Rozas (2008), Fundación-Museo Salvador Victoria, en Rubielos de Mora (2015-2016), y, más recientemente, en el Museo Francisco Sobrino de Guadalajara (2021).
Su obra se ha podido contemplar en diversas ferias y bienales en España, Francia, Italia, Portugal, Checoslovaquia, Austria, Egipto, Túnez, Jordania, Argentina, Chile, México, Estados Unidos y Brasil, entre otros países, y se encuentra en las colecciones de numerosos centros y museos: Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, Museo de Arte Contemporáneo de Lanzarote, Museo de Arte Contemporáneo de Villafamés, Museo de Arte Siglo XX de Alicante, Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende de Santiago de Chile, Museo de la Fondazione Michetti de Italia, L´Artothèque d ´Entreprise (Echirolle, Francia), Colección Comunidad de Castilla y León, MUSAC, Diputación Provincial de Cáceres, Museo Provincial de Huelva, Biblioteca Nacional de Madrid, Colección Municipal de Madrid, Colección Fundesco de Madrid, Colección Arte y Trabajo de Madrid, Colección Banca Julius Baer de Ginebra, Colección Fundación Teatro Real de Madrid, Colección de la Fundación Juan March, Colección de Pintura L´Oreal, Colección Fundación Wellington de Madrid, Colección Galería Nacional de Arte Extranjero de Sofía, Centro de Humanidades Cardenal Gonzaga, La Cabrera, Museo Nacional de Arte Gráfico de El Cairo, Museo Postal y Telegráfico de Madrid, Museo Luis González Robles de la Universidad de Alcalá, Fundación-Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella, Colección Ministerio Asuntos Exteriores, Fundación - Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora, Fundación Jimenez-Arellano -Alonso del Palacio de Santa Cruz de Valladolid, Fundación Antonio Pérez de Cuenca, Fundación BBVA, Colección de Arte Gráfico Contemporáneo, y Calcografía Nacional.
Entre los numerosos premios recibidos destacan el Primer Premio de Pintura de la Fundación Michetti, Italia (1974), el Premio de las VI y VII Bienales Internacionales del Deporte en las Bellas Artes (1979 y 1982), el Premio de Pintura de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid (1982), el Primer Premio de Pintura Daniel Vázquez Díaz (1986), el Premio de Pintura L’Oreal (1986), la Medalla de Oro de Pintura en la III Bienal Internacional del Cairo (1988), el Premio del Jurado de la II Trienal de Arte Gráfico de El Cairo (1997), el Premio Nacional de Grabado del MGEC de Marbella (2002) y el Premio Racimo de Pintura, de la Fundación Serrada Blanco del Arte (2008).
Seminci
Durante sus 61 años de existencia, cumplidos en marzo de 2017, la Semana Internacional de Cine de Valladolid se ha consolidado como uno de los festivales más importantes y una cita ineludible no solo para el público amante del cine, sino también para actores, directores y demás implicados en esta industria. Sus orígenes se remontan a marzo de 1956, cuando desde la Delegación provincial del Ministerio de Información y Turismo, regentada en ese momento por Antolín de Santiago-Juárez, futuro alcalde de Valladolid, se decidió organizar una Semana de Cine Religioso como reclamo turístico asociado a la Semana Santa vallisoletana. De Santiago-Juárez recogía así una propuesta que le habían formulado tiempo atrás tres jóvenes amantes del cine, José Ángel Martín Abdé, Luis Huerta y Javier Pérez Pellón. Con la aquiescencia del gobernador civil, Jesús Aramburu, la I Semana de Cine Religioso contó además con otros colaboradores, como Carmelo Romero, futuro director del certamen, Vicente Pineda, el padre José Peña, el jesuita Carlos María Staehlin, que enseguida se pondrá al frente de la cátedra de Cine de la Universidad, y el sacerdote Antonio Pelayo, que mucho más adelante llegaría a ser corresponsal en Roma de Antena 3.
Celebrada la I Semana entre el 20 y el 25 de marzo de 1956, se estrenó con la película Una cruz en el infierno, de José María Elorrieta, a la que siguieron Cristo, de Margarita Alexandre y Rafael María Torrecilla, La Guerra de Dios, dirigida por Rafael Gil, La mies es mucha, de José Luis Sáenz de Heredia, y Balarrasa, de José Antonio Nieves Conde, que fue presentada por el actor Fernando Fernán Gómez. En aquella primera edición, las películas no concursaron entre sí, por lo que no hubo premios; pero la acogida del público fue lo suficientemente buena como para que se pensara en prolongarla el año siguiente. Con el paso del tiempo, la muestra fue cobrando mayor vitalidad a pesar de tener que sortear serias dificultades como, por ejemplo, la penuria económica o los estrechos márgenes establecidos por la censura. Aun así, la Semana de Cine se iría enriqueciendo paulatinamente, y el hecho de que pudieran ser presentadas obras foráneas permitiría establecer las bases de la dimensión internacional del festival.
Hitos fundamentales en la trayectoria histórica de la Seminci, que en 1958 adoptó el apelativo de “internacional”, fueron sus cambios de denominación: en 1960, año en que se estrenó la Espiga de oro, cambió el nombre por el de Semana de Cine Religioso y de Valores Humanos, y en 1973, por el de Semana Internacional de Cine de Valladolid, ya sin referencia religiosa ni ética alguna. Por la Seminci han desfilado películas y directores de primera línea a todos los niveles, y algunos de sus estrenos marcaron un hito en la historia de los festivales de cine en España, sorteando la censura franquista pero también las protestas de la jerarquía eclesiástica. Los ejemplos son inabarcables.
Como demostración del carácter vanguardista y revolucionario de la Seminci suelen citarse la proyección, en 1961, de El manantial de la doncella, de Ingmar Bergman, año que pasaría a la historia como la «Semana antinazi» por la proyección de varias cintas críticas con el régimen de Hitler; la asistencia, en 1963, de Akira Kurosawa y Mel Ferrer; la proyección, en 1965 y por primera vez en España, de Ciudadano Kane, de Orson Welles; la polémica suscitada en 1969 por las películas Simón en el desierto y La Vía Láctea, de Luis Buñuel; el descubrimiento de Ken Loach (1971) y la retrospectiva dedicada en 1972 al realizador polaco Adrzej Wajda; la expectación generada por Jesucristo Superstar, de Norman Jewison (1974), Amarcord, de Fellini (1974) y La naranja mecánica, de S. Kubrick (1975); y el impacto, en 1976, de Alguien voló sobre el nido del Cuco, de Milos Forman.
La Seminci ha sido además pionera a la hora de dedicar ciclos y homenajes a realizadores como Yilmaz Güney (1980), Edgar Neville (1982), Nikita Mihalkov (1988), Stanley Donen (1989), Abbas Kiarostami (1993), Arthur Penn (1994) o Takeshi Kitano (1998), sin olvidar otros acontecimientos como el estreno mundial de 1984, de Michael Radford, la asistencia, en 1991, de un desconocido Brad Pitt para recoger la Espiga de Oro a Thelma y Louise, la presencia, en varias ocasiones, de Atom Egoyan, Robert Guédiguian o los hermanos Dardenne, que en 1996 triunfaron con La promesa, y la apertura, en 2006, a nacionalidades inéditas en su dilatada trayectoria, como Filipinas, Egipto o Serbia. Además, en los tiempos actuales se han incorporado secciones para niños, jóvenes y cineastas de la comunidad autónoma, y se han organizado proyecciones con música en vivo a cargo de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.
En estos 61 años, han dirigido la Seminci Antolín de Santiago-Juárez (1956-1973), Carmelo Romero (1974-1975), Rafael González Yáñez (1976-1977), un comité integrado por Fernando Herrero, Germán Losada, José María Muñoz, José Ángel Rodero y el propio González Yáñez (1978-1983), Fernando Lara (1984-2004), Juan Carlos Frugone (2005-2007) y Javier Angulo, su director desde 2008.
Museo Nacional de Escultura
El origen del Museo Nacional de Escultura, de titularidad estatal, se remonta a 1842, cuando el renacentista Colegio de Santa Cruz, hoy sede del rectorado de la Universidad, nació como Museo Provincial de Bellas Artes para acoger el patrimonio del clero regular que, seis años antes, la desamortización de Mendizábal había nacionalizado. En la provincia vallisoletana, el proceso desamortizador afectó a una ingente cantidad de esculturas de madera policromada, incluido un importante conjunto de figuras de pasos procesionales. Inaugurado el 4 de octubre de 1842, su impulsor fue Pedro González, director de la Real Academia de Bellas Artes. Varios eruditos e historiadores investigaron sus fondos, contribuyendo a la consolidación del Museo: José Martí y Monsó, Esteban García Chico o Juan Agapito y Revilla. La Junta del Patronato se creó el 24 de julio de 1913.
Su contenido principal es de tema devocional y abarca un arco temporal que arranca de la Baja Edad Media y llega hasta finales del siglo XVIII, con especial énfasis en el Siglo de Oro. Destacan grandes tallistas de la madera policromada del ámbito castellano y del norte de la Península, entre 1520 y 1650, como Alonso Berruguete, Juan de Juni o Gregorio Fernández, aunque hay que tener en cuenta la dimensión europea de la colección, ya que muchos artistas —Bigarny, Leoni, Fray Rodrigo de Holanda, Jorge Inglés o el propio Juni— proceden de Borgoña, Italia, Flandes o Alemania, lo que da a sus fondos una dimensión europea que refuerza su riqueza y su atractivo.
En el siglo XX, el Museo experimentó un relanzamiento espectacular, impulsado por la renovación del conocimiento de los maestros de la escultura hispana, realizados por el investigador Ricardo de Orueta, uno de los miembros más destacados, junto a Gómez Moreno o Elías Tormo, del Centro de Estudios Históricos, una «colmena de abejas estudiosas», muy preocupada por la educación popular.
Este reconocimiento culminó durante la Segunda República, cuando un decreto elevaba el Museo al rango de nacional y lo especializaba en el arte de la escultura. Será el propio Ricardo de Orueta (1868-1938), por entonces Director General de Bellas Artes, el que ponga en marcha esta iniciativa, adoptada por Azaña, visitante asiduo del Museo vallisoletano. Orueta decide trasladar el Museo al Colegio de San Gregorio y encomienda la rehabilitación al arquitecto Emilio Moya, quien, junto al subdirector del Museo del Prado, Sánchez Cantón, y a Constantino Candeira, instala la colección con una museografía reconocida internacionalmente por su modernidad. Se inauguró el 3 de julio de 1933.
El Colegio se había fundado a fines del siglo XV, en un momento de auge constructivo, dinamismo político y prosperidad económica del Reino de Castilla. Su promotor, el obispo dominico Alonso de Burgos, muy vinculado a los Reyes Católicos y confesor de la Reina, sufragó su construcción, y lo destinó a la formación teológica de los Dominicos hasta ser reputado como «el mayor taller de hombres doctos que tienen las religiones». Entre sus profesores destacaron predicadores, inquisidores, teólogos y juristas, de la talla de Luis de Granada, Bartolomé de las Casas o Francisco de Vitoria.
El edificio es un deslumbrante monumento tardogótico, con un marcado carácter civil y urbano, encargado a maestros del norte de Europa, como Juan Guas, Felipe Bigarny o Simón de Colonia. Se distingue por su exuberancia ornamental, su refinamiento y la decoración fantasiosa y preciosista, que se intensifica en algunos elementos: la escalera, el claustro y, sobre todo, la portada, realizada probablemente por Gil de Silóe y concluida en 1499: un desconcertante escenario habitado por salvajes peludos, figuras caballerescas, animales y escenas fantásticas, que, en medio de la naturaleza virgen, habitan una frondosa cabaña de cañas y troncos trenzados, componiendo una especie de «jardín de las delicias».
Las ricas colecciones de este Museo, ampliadas con el paso del tiempo a partir de ese núcleo fundamental de escultura policromada, abarcan desde el siglo XIII hasta el XVIII, y permiten seguir la evolución de la escultura española, singularmente la castellana, a la que pertenecen tres grandes maestros: Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gregorio Fernández, principales polos de atracción del Museo.
De Berruguete, por ejemplo, son los elementos del enorme retablo de la iglesia de San Benito (1526-1532), con piezas tan conocidas como San Sebastián, el Sacrificio de Isaac o La Adoración de los Magos. A Juan de Juni, precursor de la teatralidad barroca, se deben el imponente Entierro de Cristo, un encargo de fray Antonio de Guevara, así como el busto relicario de Santa Ana y San Antonio de Padua. Gregorio Fernández, por su parte, es autor de La Piedad con los dos ladrones, del Bautismo de Cristo, San Pedro y Santa Teresa, así como del conmovedor Cristo yacente.
Pero el Museo Nacional de Escultura exhibe otras obras capitales de otros periodos artísticos, como el retablo de la Vida de la Virgen, del último gótico, realizado en Amberes; la silla de coro de Rodrigo Alemán, hacia 1500; el relieve renacentista de La Sagrada Familia, en madera sin policromar, de Gabriel Joly; la gran sillería de coro del monasterio de San Benito, realizada hacia 1525, diseñada por Andrés de Nájera, y en la que colaboraron escultores como el mismo Siloe, Felipe Bigarny y Vasco de la Zarza; las estatuas orantes de los Duques de Lerma, ya de comienzos del siglo XVII, obra de Pompeo Leoni; y otras de estilo tardobarroco como la Cabeza de San Pablo de Juan Villabrille (1707), el Crucifijo de Luis Salvador Carmona, obras de Salzillo o de Espinabete. Un papel destacado corresponde a la escultura andaluza con obras de Alonso Cano, Pedro Roldán, José de Mora o Pedro de Mena, con su espléndida Magdalena penitente. Una de sus joyas más apreciadas del museo es su espectacular Belén Napolitano del siglo XVIII, con más de 600 piezas, reinstalado en 2015.
A todo lo anterior hay que sumar diversos grupos procesionales del siglo XVII encargados por distintas cofradías vallisoletanas, como Camino del Calvario de Gregorio Fernández y Pedro de la Cuadra, o Preparativos para la Crucifixión, de Juan de Ávila. Y entre los fondos pictóricos, procedentes igualmente de monasterios desamortizados, sobresale el Retablo de San Jerónimo, atribuido a Jorge Inglés a finales del XV, o la Santa Faz de Zurbarán, así como obras de autores como Lucas Jordán, Pedro Berruguete, Felipe Gil de Mena, Vicente Carducho, Pedro Machuca, Antonio Moro, Rubens, Ribalta, Juan Pantoja de la Cruz y Luis Meléndez.
A partir de los años 90 del pasado siglo, el Museo emprendió una política de expansión, rehabilitaciones arquitectónicas (2001-2006) y crecimiento de sus fondos escultóricos, que culminó en 2009 con una nueva presentación de su colección en un rehabilitado Colegio de San Gregorio, y en 2011 con la incorporación integral de las colecciones del extinguido Museo Nacional de Reproducciones Artísticas de Madrid, fundado a finales del siglo XIX, en la llamada Casa del Sol. De igual manera, el Museo destina una tercera sede, el Palacio de Villena, a exposiciones temporales, actividades educativas y programas públicos.
Tras su primer director, Pedro González Martínez, se han sucedido al frente del Museo Pedro González Soubrié (1850-1853), Agapito López de San Román (de manera interina hasta 1873), José Martí y Monsó (hasta 1910), Ángel María Álvarez Taladriz (hasta 1919), Francisco de Cossío (hasta 1923), Juan Agapito y Revilla (1923-1931), de nuevo Cossío (1931-1961), Federico de Watenberg (1961-1967), Eloísa García de Watenberg (1967-1996), Jesús Urrea (1996-2008), y María Bolaños (desde 2008).José Luis Alonso Coomonte [1932]
Escultor, diseñador y rejero nacido en Benavente en 1932, José Luis Alonso Coomonte heredó de sus padres la afición por la creación artística. Su padre, en efecto, era ebanista con taller propio, y su madre le transmitió desde pequeño la sensibilidad por el arte. Su destreza en algunas tallas infantiles explica que, con apenas 11 años, su padre le regalara el primer juego de gubias.
Entre 1950 y 1954 cursó estudios de escultura y profesorado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde recibió la influencia de maestros de la talla de Laviada, Capa, Hermoso y Enrique Pérez Comendador. Su buen desempeño en la Escuela le procuró una beca para ampliar estudios de escultura en Coca (Segovia), al tiempo que recibía los primeros encargos de imaginería religiosa. Especial impacto en su carrera tuvo el viaje de fin de curso a París, donde recibió la influencia de artistas como Rodin, Maillol, Zadkine, Tinguely y Calder.
Tras unos años difíciles en Madrid, en los que hubo de subsistir realizando obras de todo tipo, en 1958 regresó a su Benavente natal y compaginó la creación en su estudio y taller de forja con la enseñanza en el Colegio Virgen de la Vega. Hasta 1961 realizó diversas obras para Zamora, Madrid y León. Su primera exposición la inauguró en 1959 en el Museo Provincial de Zamora.
Al año siguiente, gracias a Jesús Núñez y Luis González Robles, Alonso Coomonte fue seleccionado para representar a España en la II Bienal de Arte Sacro de Salzburgo, donde obtuvo la Medalla de Oro de Escultura con su obra Ostensorio, que más adelante sería adquirida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Ostensorio fue un éxito decisivo en su carrera, pues le proporcionó enorme popularidad y no pocos encargos, pero también supuso un cambio de paradigma en la concepción del arte sacro español de aquel momento, tanto por el uso de materiales como por la renovadora concepción del mismo. Este éxito le proyectó internacionalmente y, gracias a él, en 1961 dio un nuevo salto en su carrera al resultar seleccionado para la exposición celebrada en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas; ese mismo año también participó en la II Bienal de París.
En 1962, convencido por el padre dominico José Manuel Aguilar Otermín, fundador del Movimiento Arte Sacro y de la Revista ARA (Arte Religioso Actual), regresó a Madrid y dirigió la Galería de Arte Sacro ‘Templo y Altar’. Impartió clases de dibujo en el Instituto Laboral de Atocha y, junto al maestro vidriero Carlos Muñoz de Pablos y al pintor Francisco ‘Kiko’ Argüello, creó el llamado «Gremio 62», cuyo objetivo consistía en defender lo artesanal y renovar el arte sacro adaptándolo a los nuevos tiempos, muy influidos en lo eclesial y lo cultural por el Concilio Vaticano II. Precisamente con «Gremio 62» expuso en la Galería Nouvelles Images, de La Haya, y en la Biblioteca Nacional bajo el patrocinio de la Dirección General de Bellas Artes. Por mediación del citado Aguilar Otermín, los tres miembros de «Gremio 62» recibieron diversos encargos para iglesias parroquiales y conventuales.
Su trayectoria artística, absolutamente dedicada a las Artes Plásticas (escultura, rejería y dibujo), continuó en los ámbitos nacional e internacional con numerosas exposiciones que terminaron por consagrarle en los más diversos campos de la escultura, notablemente en la escultura aplicada. Comenzó entonces su recorrido internacional con exposiciones en París, Nueva York y México, al tiempo que realizaba la reja de la iglesia de los Sagrados Corazones de Madrid. De hecho, todavía en los años 60 obtuvo una beca de la Fundación Juan March para ampliar estudios sobre rejería.
A partir de mediados de esa década su obra adquiere una notable personalidad, al compaginarla con el diseño y hermanarla con la arquitectura. El benaventano despliega entonces una ingente lista de creaciones en colecciones particulares, edificios religiosos y civiles, en sucursales bancarias, etc. En Madrid, por ejemplo, realiza obras en la capilla del Cementerio del Pardo, en la Sinagoga Hebrea y en diversas iglesias de la provincia.
Sus trabajos de rejería son conocidos mundialmente, y ha colaborado con prestigiosos arquitectos en obras en diversos países, como Marruecos, Francia, Holanda, Filipinas, Portugal, México e Italia. En nuestro país, por supuesto en Castilla y León, ha realizado una intensa actividad escultórica, de rejería, cruces procesionales y pasos de Semana Santa. Zamora capital y diversas localidades de la provincia (Navianos de Valverde, Benavente, Toro, Alcañices, etc.) cuentan asimismo con numerosas obras de Coomonte, lo mismo que Ávila, Burgos Segovia, Soria, León, Salamanca, Ponferrada, Astorga, Zaragoza, Tenerife, Mirasierra y Moratalaz.
Algunos hitos importantes en su carrera artística han sido la organización, en 1986, de la Bienal de Escultura Ibérica, en Zamora, de la que fue comisario; la Exposición retrospectiva Fundación Rei Afonso Henriques, Zamora y Oporto, en 2000; la exposición en la Galería Centro de Arte de León en 2001, “Deshibridaciones” en la Universidad de Salamanca, 2005, y actualmente “Coomonte, reto y materia” en el Museo Etnogáfico de Castilla y León en Zamora, las obras Gran Lazo, Alegoría de Benavente y los Valles, Mosaico de la Veguilla y Agrupamiento Meteórico en Benavente (Zamora) entre 2002 y 2004; y, a partir de 2005 y hasta la actualidad, sus obras en el Edificio Fonseca y el Simposio Internacional de Arte Guarda, en Portugal. Además, muchas de sus obras más relevantes –y también algunas inéditas- pueden contemplarse desde 1982 en su taller-estudio de San Marcial (Zamora).
Su obra, abundante e inclasificable, responde a una inquietud personal muy arraigada, pero también a una intensa y constante dedicación, transida en todo momento por la voluntad de renovación, el dominio del oficio y de la técnica, y caracterizada por la integración de materiales diversos, entre los que domina el hierro forjado. Entre los temas dominantes destaca, desde luego, la cruz.
Pero Alonso Coomonte también ha compaginado la creación artística con la docencia. Así, después de doctorarse ejerció como profesor en la Escuela de Artes y Oficios y, desde 1987, como profesor asociado en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, donde además formó parte de la plantilla de docentes de la Universidad de la Experiencia. Ha impartido varios cursos para la Fundación Capa, así como charlas, talleres infantiles y conferencias en numerosas instituciones.
Museo Casa Botines
En abril de 2017, la Fundación Obra Social de Castilla y León (FUNDOS) decidió abrir la Casa Botines, en León capital, al público general, musealizar sus espacios y ponerlos al servicio de la sociedad. Fue así como se creó el Museo Casa Botines Gaudí, que ha recuperado un edificio emblemático de Antonio Gaudí (Reus, Tarragona, 1852-Barcelona, 1926), uno de los mayores arquitectos de todos los tiempos, y que hasta ese momento era una de sus pocas Obras que aún permanecía cerrada para usos particulares
Con más de 1500 metros cuadrados de exposición, el Museo Casa Botines Gaudí atiende a muy diferentes tipos de público y ofrece una amplia y continua oferta educativa y cultural. Pero también aspira a convertirse en un centro de investigación, conservación y exposición de su patrimonio histórico-artístico, con objeto de crear una plataforma que permita al conjunto de la ciudadanía el disfrute y la comprensión de su historia y su cultura. De este modo, investigación, exposición, difusión y educación son los principales ámbitos de trabajo del Museo.
El edificio es en sí mismo un referente arquitectónico de primer orden. Proyectado por Gaudí para Simón Fernández y Mariano Andrés, unos empresarios y comerciantes amigos de Eusebio Güell, máximo mecenas del arquitecto, fue construido entre 1891 y 1893 y sigue un esquema frecuente en las casas de Barcelona; de hecho, es la primera casa de vecinos construida por el arquitecto catalán. Así, Gaudí dedicó la planta baja y sótano a las instalaciones comerciales de los propietarios, transformándolas plantas libres sustentada por 28 columnas de hierro con bóvedas catalanas, y construyó apartamentos en los pisos superiores.
El conjunto es una construcción vanguardista y al mismo tiempo funcional, compacta, de una horizontalidad subrayada por las impostas ininterrumpidas de las plantas inferiores, y cuyo severo aspecto se atenúa gracias al contraste de algunos elementos verticales tales como las chimeneas y los torreones rematados en chapiteles de los ángulos, de inspiración neogótica. Además, para asegurar su ventilación e iluminación, Gaudí abrió patios de luces con forma de embudo que permitían la circulación continua del aire y la llegada de la luz a las plantas más bajas.
La fachada del edificio, mezcla de arquitecturas góticas y renacentistas, es una de las imágenes más reconocibles de la ciudad de León. El estilo característico del arquitecto puede percibirse en otros muchos detalles y elementos, como los tiradores de las ventanas, las puertas de doble vano, los pomos, las mirillas, los detalles de carpintería y las escaleras. Finalmente, la cubierta consiste en un tejado inclinado de pizarra para prevenir las nevadas; la fórmula se puso de moda y otros arquitectos la copiaron para viviendas barcelonesas.
La Casa Botines, que debe su nombre al apellido del fundador y propietario del originario negocio textil, un comerciante catalán, Juan Homs Botines, que había regentado este primer negocio desde 1834 en el número 8 de la Plaza Mayor, es una de las tres únicas obras que construyó Gaudí fuera de Cataluña, junto al Capricho de Comillas (1883-1885) y el Palacio Episcopal de Astorga (1889-1893). En 1929 fue adquirida por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León para convertirla en la sede de sus oficinas centrales, por lo que reformó la planta baja. El edificio fue objeto de nuevas intervenciones en los años 50, hasta que en 1992, Caja España decidió llevar a cabo una completa restauración que permitió recuperar algunos elementos originales y adaptar el conjunto, suprimiendo las viviendas, a su nueva funcionalidad como caja de ahorros. En 2017, como señalamos en líneas anteriores, FUNDOS decidió impulsar su transformación en museo abierto al público.
De hecho, el Museo Casa Botines custodia una parte importante de la colección de esta Fundación, formada por bellas artes y artes decorativas que abarcan quinientos años de Historia del Arte en la Península Ibérica, desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XX. Junto a ello, ofrece extenso programa de exposiciones temporales, así como actividades divulgativas y educativas y posee una revista propia, Dragón, concebida como medio de difusión de las investigaciones que sobre las temáticas del Museo se están produciendo dentro y fuera de la institución. A pesar de ser un Museo joven, ha firmado numerosos convenios de colaboración con centros e instituciones de todo tipo y propone una amplia oferta en talleres, jornadas y cursos que programa el Área de Educación y Acción Cultural y el Área de Colecciones y Exposiciones, supervisadas y coordinadas por la Dirección del Museo, liderada por Noemí Martínez Murciego.
El Museo también pretende ser un vehículo más para el desarrollo de la vida cultural, social y económica de su entorno más cercano, para lo que cuenta con una variada oferta turística y ha impulsado el proyecto Entorno Gaudí, para la dinamización de la ciudad. De hecho, ya es el tercer monumento más visitado de la provincia de León además de uno de los grandes reclamos turísticos de la Comunidad Autónoma.
Luis Moro [1969]
Artista plástico nacido en Segovia en 1969, Luis Moro atesora numerosos reconocimientos en el desempeño de su labor creativa y su nombre es internacionalmente reconocido. Con tan solo 13 años se dio a conocer en su ciudad natal al ganar el segundo Premio de Pintura Mural y, ese año, realizó su primera exposición individual. Dos años después, en 1984, obtenía el segundo Premio Nacional de Pintura en el Certamen Juvenil de Artes Plásticas. En 1986 ganaba el Premio Nacional de Escultura en ese mismo certamen. De hecho, Moro es el artista que más premios y reconocimientos ha recibido en los certámenes juveniles entre 1982 y 1991, año en que recibe el Premio ‘Jeunes Peintres’ del Liceo Español de París.
Su obra ha experimentado una clara evolución. En un primer momento se caracterizó por centrarse en la pintura figurativa, combinada con un expresionismo casi abstracto que, en la actualidad, ha combinado con la exploración de los recursos que aportan las nuevas tecnologías. De hecho, el segoviano ha desarrollado una App móvil de R.A. (Realidad Aumentada) con Axertia International y su equipo artresd, que permite al espectador ver cómo de sus cuadros brotan imágenes en movimiento y sonido. Algunos especialistas definen el arte de Luis Moro como animista, y destacan su evolución desde las primeras creaciones hasta la actuales, en las que ha combinado arte, poesía, música y ciencia, llegando a mezclar pintura con recursos tecnológicos como la realidad aumentada. Sus temáticas exploran la magia de la vida, la relación del ser humano con la naturaleza, con la propia tradición y la cultura. Se trata, en definitiva, de un arte transcultural con un interés también pedagógico, crítico y comprometido.
Su primera gira individual la inició en 1991 por París, Berlín y Praga. Desde entonces hasta hoy, ha realizado más de un centenar de exposiciones colectivas e individuales, su obra ha podido ser contemplada en numerosos países de Europa, América y Asia, y ha estado presente en museos de gran relevancia y en diversas Ferias. En efecto, además de en España (Madrid, Segovia, Salamanca, Granada, Valencia, Valladolid, A Coruña, Alcalá, León, etc.), Luis Moro ha mostrado su arte en ciudades como París, Roma, Milán, Venecia, Praga, Bruselas, Ciudad de México, Oporto, Berlín, Austin, San Antonio, Houston, Dallas y en Ferias internacionales como ARCO y Estampa en Madrid, así como en Gongjü, Changwon, Tokio, Shanghái, Hong Kong, Roma, Venecia, Londres, Hamburgo, Colonia, Ciudad de México, Toronto, Miami, Dallas o Nueva York.
En cuanto a los museos, ha expuesto individualmente en el Museo Goya (Castres, Francia), Museo de Arte de Mouscrom (Bélgica), Museo Alameda/Smithsonian, Museo Witte (San Antonio, Estados Unidos), y, en España, en el Museo Luis González Robles (Alcalá de Henares), Museo del Centro Nacional del Vidrio y Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente (Segovia), entre otros. En las galerías americanas Gravelmouth Gallery (San Antonio), Gray Duck (Austin), Redbud y Samara Gallery (Houston) en Estados Unidos; Lux Perpetua Art Centre, Alfredo Ginocchio, CAM e Hispánica Contemporánea en México.
La exposición en el Museo Tecnológico del Vidrio, La esfera invisible; proyecto multidisciplinario de arte con pinturas, grabados, arte sonoro, instalaciones y esculturas en vidrio creadas en colaboración con los maestros vidrieros de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, muestra la influencia que tiene sobre el artista el llamado New Glass Movement, tendencia nacida a finales de los años cincuenta del siglo XX y que utiliza el vidrio como materia prima.
Desde 2009 reside en México, donde ha expuesto en importantes museos: MAQ Querétaro; Palacio Clavijero y MACAZ (Morelia); El Nigromante (San Miguel de Allende); MUSA (Guadalajara); MACAY y Museo de la Ciudad de Mérida (Mérida); Francisco Goitía (Zacatecas); MAC (San Luis Potosí); MUPO y IAGO (Oaxaca); Pinacoteca de Nuevo León; Museo El Centenario (Monterrey); y Palacio de los Gurza (Durango). En Ciudad de México, en el Museo de Tlalpan, Museo Nacional de la Estampa y Museo de la Ciudad de México.
El segoviano también ha realizado ediciones de gráfica y poesía con los Premios Cervantes Ida Vitale, Elena Poniatowska y Antonio Gamoneda, y ha llevado a cabo otras ediciones con destacados artistas y escritores como Manuel Alegre, Cruzeiro Seixas, Mercedes Gómez-Blesa, Manuel F. Reina, Ana Blandiana y Mircea Cãrtãrescu, entre otros. Su gráfica ha sido presentada en certámenes y ferias relevantes como ARCO, Art Múltiple de Düsseldorf y Estampa. Su obra forma parte de las colecciones del Patrimonio Nacional Familia Real Española, la Biblioteca Nacional, Colección Argentaria, Colección MER, Calcografía Nacional, Colección BBVA y diversas colecciones particulares e institucionales de Europa, Asia y América.
Entre sus numerosos premios, ayudas y reconocimientos destacan el premio Internacional de Pintores Europeos Benidorm (1987); el Tercer Premio Internacional de Jóvenes Artistas Europeos (1990); el Premio Nacional de Pintura ‘Plaza Toros’ de Gijón (2001); Beca Círculo de Bellas Artes Madrid en el taller de Julian Schnabel (1991); Beca de Casa de Velázquez, España-Francia (2002); ha representado a España en las Bienales en Gongjü, Corea (2004) y Anthrophos e Kainos en Roma, Italia (2022); Beca Artist in residence SMART, CAM, Estados Unidos (2012); y, para nuevas tecnologías, Beca CONACULTA, México (2013) y Ministerio de Cultura con Galería R. Juarranz (2020). Ha sido nombrado Embajador de la Paz y la Cultura por el Frente Nacional para la Paz (México, 2018), y es académico por la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (2020).
Museo Art Nouveau y Art Déco Casa Lis
Representa una parcela del patrimonio cultural de la Comunidad de Castilla y León tan relevante como poco conocida: las artes decorativas. El Museo Art Nouveau y Art Déco Casa Lis, el edificio modernista más representativo de Salamanca, es además un auténtico referente en la vida cultural de la Comunidad Autónoma, como acreditan, por ejemplo, las 160 000 visitas recibidas en el año 2023 o la llegada de visitantes procedentes de 120 países. Construido como palacete residencial en 1905, se trata del único museo de estas características en nuestro país y el edificio modernista más importante de la ciudad del Tormes.
Construido sobre la muralla por el arquitecto Joaquín de Vargas y Aguirre para Miguel de Lis, rico industrial salmantino enamorado del Art Nouveau, contiene una riquísima y variada colección de artes decorativas reunida, en parte, por el anticuario Manuel Ramos Andrade, que abarca desde finales del XIX hasta la Segunda Guerra Mundial.
La vivienda se diseña en torno a un patio inferior, compuesto por altas galerías adinteladas sobre columnas de fundición; aunque originalmente era abierto, en la actualidad se encuentra cubierto por una magnífica vidriera emplomada de Juan Villaplana, en la que prima el colorido. La fachada sur está construida a base de hierro y cristal conforme a los patrones de la arquitectura industrial. Llama la atención la perfecta articulación de la galería con el robusto muro de piedra, así como la utilización de cerámicas del taller de Zuloaga y la imponente escalinata que salva la irregularidad del terreno. La fachada norte, por su parte, presenta trazas claramente modernistas, a base de ladrillo y piedra.
Lo cierto es que la construcción, a partir de finales del siglo XIX, del edificio modernista más importante de Salamanca no pudo escapar de las feroces críticas de quienes lo consideraban una ruptura incomprensible con el predominio renacentista en la ciudad. Opiniones como “ha roto los antiguos y uniformes patrones de las construcciones salmantinas” empezaron a ser frecuentes. A ello se sumaba el emplazamiento escogido, junto al río Tormes y sobre la muralla romana tardomedieval, muy próximo, por tanto, a la fábrica de pieles de Miguel de Lis. Ello obligó a demoler una serie de casas pequeñas, sin gran valor artístico, con la incertidumbre de tener que rellenar un gran hueco: pocos podían prever la grandiosidad del edificio que Vargas proyectaba.
Después de Miguel de Lis ocupó la vivienda Enrique Esperabé de Arteaga, que llegaría a ser rector de la Universidad de Salamanca. El edificio entró en decadencia a partir de los años setenta, de modo que para evitar su desaparición fue necesario que el Ayuntamiento iniciase el pertinente expediente de expropiación. Fue así como en 1981, la Corporación logró salvar el inmueble al emplearlo como Casa de Cultura. Once años más tarde, al hilo de una profunda restauración, surgió el proyecto de Museo actual a partir de la iniciativa de Manuel Ramos Andrade, anticuario especializado en el Art Nouveau y Art Déco, natural de Navasfrías, en la provincia de Salamanca, que donó una importante colección a la ciudad. De hecho, es la Fundación Manuel Ramos Andrade la que gestiona el museo, en cuyo patronato participan el Ayuntamiento de Salamanca y la Junta de Castilla y León. La inauguración oficial se verificó el 6 de abril de 1995. Sus diecinueve colecciones, que agrupan más de 2000 piezas, recrean a la perfección el ambiente burgués de principios del siglo XX y presentan un recorrido temporal que abarca desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, sesenta años que constituyen la etapa más fecunda de las artes aplicadas.
Entre los objetos expuestos destacan las porcelanas de diversos países, estatuillas criselefantinas, figuras femeninas de bronce, más de 300 muñecas de porcelana, juguetes de diversos países europeos, abanicos, joyas y muebles. En efecto, el visitante que se acerque a la Casa Lis podrá contemplar, por ejemplo, joyas de Masriera o Faberge, vidrios iridiscentes de los talleres Loetz, Kralik, Pallme König o de la escuela de Nancy con piezas de Émile Gallé, los Hermanos Daum o Paul Nicolas. También, muebles de Homar, Majorelle, Busquets, porcelanas de Rosenthal, Royal Copenhagen, Mariano Benlliure, Gustave Guetant o Zuloaga. Los abanicos, en uso a partir del siglo XVIII, son de procedencia francesa y española, y entre los juguetes destacan las firmas españolas más importantes (Payá, Hermanos Rico, Juguetes Hospania, etc.), otras inglesas y alemanas, como por ejemplo la colección de juguetes de fieltro y ante de Margarete Steiff, inventora del osito de peluche.
Asimismo, los fondos que atesora la Casa Lis muestran la trayectoria de autores tan importantes como Émile Gallé con sus vidrios de capas superpuestas y sus exquisitos muebles, o la evolución de Rene Lalique, que, partiendo de la joyería Art Nouveau, orienta su creatividad al diseño del vidrio en las décadas posteriores. No menos llamativa es la colección de muñecas de porcelana francesas del siglo XIX, que ha sido definida por los expertos como el mejor repertorio expuesto al público a nivel mundial, así como las muñecas alemanas de grandes casas de fabricación que compitieron con aquellas (Simon & Halbig, Kämmer &Reinhardt, Armand Marseille, Heubach o Kestner). A todo lo dicho hay que sumar la muestra de criselefantinas de Demetre Chiparus o Ferdinand Preiss, pequeñas esculturas que combinan el metal para las vestimentas y el marfil para las partes desnudas del cuerpo como la cara o las manos y que se han convertido en icono del Art Déco. En cuanto a la pintura, se muestran obras de artistas catalanes de finales del XIX y principios del XX, del salmantino Celso Lagar y del cubano Federico Beltrán Massés.
(El autor de la fotografía que aparece en esta reseña es Pau Sánchez)