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Franciscanos de la Cruz Blanca
El carisma de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, instituto religioso católico de derecho diocesano erigido canónicamente en 1989, gira en torno al cuarto voto que profesan junto con los de Castidad, Pobreza y Obediencia. Se trata de la asistencia a los enfermos incurables y a los más necesitados. Su labor, por tanto, se desenvuelve entre los enfermos incurables, discapacitados físicos y psíquicos, en medio de los más necesitados de la sociedad, entre los marginados y quienes sufren carencias familiares, sociales y económicas.
A todos ellos se entregan los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca desde que en 1975 fueran creados en Tánger por el hermano Isidoro Lezcano Guerra, fallecido en 2006. Realizan esta labor en sus “Casas familiares”, formadas por comunidades reducidas de Hermanos y un número no muy elevado de asistidos. Emplean por tanto métodos de asistencia basados en el ambiente familiar de pequeños centros asistenciales, atendidos por personal de mantenimiento, terapeutas, religiosos y voluntarios. Poseen 30 “Casas familiares” en España, 2 en Marruecos (Tánger y Alhucemas) y 5 en Venezuela. Según datos de 2012, en ese año contaban para toda esta labor con 75 hermanos, 631 trabajadores y 1.226 voluntarios Además, en 2004 pusieron en marcha la Fundación Cruz Blanca con objeto de prestar apoyo a las Casas Familiares/Programas de Cruz Blanca en las áreas que necesitan mayor coordinación: voluntariado, cooperación internacional, formación, sensibilización y apoyo técnico en la gestión de programas.
En nuestro país, sus casas familiares se encuentran en Cataluña, Madrid, Aragón, Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Canarias; en Castilla y León poseen dos: en Villafranca de El Bierzo, provincia de León (Casa Familiar Fundación Valcárcel-Alfayate), y en Segovia capital (Casa Familiar Virgen de La Encarnación); entre ambas atienden anualmente a más de 60 personas fijas, sin contar las que puedan pasar por sus centros asistenciales.
A Villafranca del Bierzo llegaron en 1985, después de que los sacerdotes Valcarce Alfayate dispusieran que su casa paterna, convertida en hogar-residencia, fuera administrada por esta congregación. De ahí que la “Casa familiar” se denomine “Fundación Valcárcel-Alfayate”. En la actualidad atiende a 37 personas, la mayor parte de ellas ancianos, pero también a desvalidos, transeúntes, inadaptados sociales y a familias que están sufriendo los estragos de la crisis económica. Forman esta comunidad leonesa 3 hermanos, 8 colaboradores internos, 16 trabajadores cualificados, y más de 50 voluntarios.
Por su parte, la “casa familiar” segoviana, ubicada desde hace más de tres décadas en la casa de la calle María Zambrano, cedida por el Obispado, acoge en la actualidad a 25 residentes, a los que se suman otras cinco personas que utilizan la Casa como ‘centro de día’, esto es, permaneciendo en ella durante toda la jornada pero regresando al domicilio de sus familiares al caer la tarde. Su capacidad máxima es de 25 residentes, pero podrían acoger además a 15 personas en régimen de “centro de día”. Junto a tres franciscanos y once trabajadores —encargados de la cocina, la limpieza y el cuidado de los residentes—, en la casa familiar también desempeñan una función cerca de 40 voluntarios.
Para su financiación, los residentes entregan el 80% de sus pensiones, que en la mayoría de los casos son no contributivas, y, gracias a un concierto con la Junta de Castilla y León, la Administración Regional entrega una ayuda económica para el mantenimiento de varios residentes. Aun así, la falta de fondos ha llevado a los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca a organizar en Segovia una serie de actividades para recabar ayuda de la población segoviana; también reciben donativos de empresas, ONG’s y particulares.
Han recibido numerosos galardones por su labor. El Centro Segoviano de Madrid ya les distinguió en 1996 con el premio Don Juan de Borbón por su labor humanitaria; al año siguiente recibían el Premio Aragón, en el 2000 el Convivencia de la Ciudad Autónoma de Ceuta; Placa de Oro y Medalla de la Diputación Provincial de Cádiz (2001); Orden Islas Canarias Grado de Gran Cruz (2002); Premio Especial del Voluntariado de Castilla y León (2004); Medalla de Oro Ciudad de La Laguna (2005); Premio Cordobeses del Año 2006; varias convocatorias del Premio Altoaragoneses del Año; Medalla de Plata de la Asociación Cultural Coro Rociero de Cáceres (2007), y El Premio Plaza de España 2009 a los valores constitucionales (Delegación de Gobierno de Andalucía).